Adriano, Historia Augusta y Margueritte Yourcenar…

Esta tarde vienen a mi mente, y las busco, las palabras con las que según la Historia Augusta, se despidió de sus amigos, Adriano, uno de los más auténticos emperadores romanos. Estas hermosas palabras, y otras muchas, fueron recogidas por la sublime escritora francesa Marguerite Yourcenar en uno de los mejores libros que han pasado por mi vida: Memorias de Adriano.

Animula vagula blandula
Hospes comesque corporis
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula
Nec ut soles dabis iocos

Hadrianus-Imperator Caesar Divi Traiani filius Traianus Hadrianus Augustus

Mínima Alma mía, tierna y flotante,
huésped y compañera de mi cuerpo,
descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos,
donde habrás de renunciar a los juegos de antaño.

Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares,
los objetos que sin duda no volveremos a ver.
Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos.

Publio Elio Adriano (117-138d.C.)

 

Se dice, que cuando el proyecto de este libro, tomaba forma en su mente, Yourcenar se encontró con esta frase:

“Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre». (Flaubert), lo cual le dio el toque de gracia a su decisión, para la satisfacción de cuantos amamos la literatura.

Después de una de las mejores investigaciones acerca de la vida y obra de Adriano que se han realizado ,la escritora decide dar forma a su novela en género epistolar, donde el emperador escribe una carta a Marco Aurelio su hijo adoptivo y heredero al imperio. En dicha carta, Adriano expresa todos sus pensamientos acerca de temas tan profundos, como pueden ser la vida y la muerte, la enfermedad, el sueño, el placer, la poesía.

Acerca del Sueño:

“De todas las felicidades que lentamente me abandonan, el sueño es una de las más preciosas y también de las más comunes. Un hombre que duerme poco y mal, apoyado en una pila de almohadones, tiene tiempo para meditar sobre esta voluptuosidad particular. Concedo que el sueño más perfecto sigue siendo casi por necesidad un anexo del amor: reposo reflejo, reflejado en dos cuerpos. Pero lo que aquí me interesa es el misterio específico del sueño por el sueño mismo, la inevitable sumersión que noche a noche cumple osadamente el hombre desnudo, solo y desarmado, en un océano donde todo cambia, los colores y las densidades, hasta el ritmo del aliento, y donde nos encontramos con los muertos. Lo que nos tranquiliza en el sueño es que volvemos a salir de él, y que salimos inmutables, pues una interdicción extraña nos impide traer con nosotros el residuo exacto de nuestros ensueños. También nos tranquiliza el que nos cure de la fatiga, pero esa cura temporaria se cumple por el más radical de los procedimientos, el dejar de ser.
Allí, como en otras cosas, el placer y el arte consisten en abandonarse conscientemente a esa bienhechora inconsciencia, en aceptar ser, sutilmente, más débil, más pesado, más liviano y más confuso que uno mismo”.

Acerca de la Enfermedad:

«Querido Marco:

He ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. 

Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en mí un saco de humores, una triste amalgama de linfa y de sangre. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo. Haya paz…Amo mi cuerpo; me ha servido bien, y de todos modos no le escatimo los cuidados necesarios. Pero ya no cuento, como Hermógenes finge contar, con las virtudes maravillosas de las plantas y el dosaje exacto de las sales minerales que ha ido a buscar a Oriente. Este hombre, tan sutil sin embargo, abundó en vagas fórmulas de aliento, demasiado triviales para engañar a nadie.»

Acerca de los Poetas:

Los poetas nos transportan a un mundo más vasto o más hermoso, más ardiente o más dulce que el que nos ha sido dado, diferente de él y casi inhabitable en la práctica..» 

COLABORACION DE LA DRA RAQUEL M RAMOS M.

Acerca de Raquel Ramos

2 comentarios

  1. Jaime Piquero Martin

    Raquel, tu resumen de la Yourcenar sobre Adriano me hizo recordar el poema de Kavafis sobre los Barbaros. Ultimamente todo me lleva a ese poema! Quizas sea porque al igaul que Adriano el que nos tiene por la calle de la amargura, al igual que Adriano abunda en formulas de aliento demasiado triviales para engañar a la gente. Y si al final los barbaros no vienen?
    Jaime

  2. Jaime, Adriano se encuentra a la espera de la muerte…., Kavafis describe en su hermoso poema un hecho que esta en el futuro tambien….la llegada de los barbaros. Todo suceso del futuro, nos desarraiga del unico momento sobre el cual tenemos poder:el presente…porque al final…los barbaros no vinieron!
    Te quiero mucho.
    Raquel

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