Longina

LONGINA

En el lenguaje misterioso de tus ojos
hay un tema que destaca: sensibilidad.
En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso
las curvas que se admiran despiertan ilusión.
En la cadencia de tu voz tan cristalina,
tan suave y argentada de ignota idealidad,
que impresionado por todos tus encantos,
se conmovió mi lira y en mí, la inspiración.
Por ese cuerpo orlado de belleza
tus ojos soñadores y tu rostro angelical
por esa boca de concha nacarada
tu mirada imperiosa y tu andar señoril.
Te comparo con una santa diosa
Longina seductora cual flor primaveral
ofrendando con notas de mi lira,
con fibra de mi alma, tu encanto juvenil.
ofrendándo con notas de mi lira,
con fibra de mi alma, tu encanto juvenil.

La mujer que inspiró la canción “Longina”

LONGINA O´FARRIL
LONGINA O´FARRIL

La dedicatoria de un trovador triste y sombrío halló su inmortalidad, en el nombre de una mujer de piel de ébano  de belleza impresionante y de forma escultural.                                                                  

Manuel Corona Raimundo. Autor de la canción Longina

Se dice que la mujer que inspiró esa canción nació el 15 de marzo de 1888, y que su nombre completo era Longina O’Farrill. Su figura constituyó la fuente de inspiración para el compositor cubano Manuel Corona, uno de los grandes de latrova tradicional cubanaEl nombre Longina es el titulo de una creación musical que a través del tiempo ha sido considerada como una pieza clásica del cancionero romántico de Cuba.

Se cuenta que la historia comenzó en 1918 cuando Longina (conoció en La Habana al trovador, nunca imaginando que la haría famosa para siempre. Tal encuentro tuvo lugar en casa de María Teresa Vera, una de las grandes de la trova. Ella los presentó, y un rato después Corona dijo que iba a escribirle una canción. Se encontraron nuevamente en la misma casa de María Teresa.  Era el 15 de octubre de 1918 y celebraban el onomástico de la cantante.  Corona entregó a su musa la canción que ella le inspirara. María Teresa la cantó enseguida, improvisadamente. Después sería su más grande intérprete.

En una crónica publicada en 1950 en el diario El Nacional, de Caracas, Nicolás Guillén, el gran poeta cubano, narra cuando conoció a Longina. «Era hace 30 años una mujer de cuerpo flexible, negra, de altos senos y ojos relampagueantes. Hoy ha engordado, naturalmente, y la mirada brilla menos, pues los años no pasan en vano. Pero todavía da pruebas de que fue lo que fue.»
Fue a causa de la muerte de su cantor, que la mulata Longina adquirió súbita actualidad. Escribe Guillén lo que contó entonces la «flor angelical»:
«A la una de la mañana  tocaron a mi puerta para darme la noticia de la muerte de Manuel, y eso me hizo una horrible impresión. Estaba y estaré agradecida a él. Corona ha muerto, pero la mujer que le inspiró una de sus mejores canciones está viva y lo recordará sin cesar. En cierto modo él me inmortalizó. Hubiera querido estar a su lado en el instante en que lanzó su último suspiro. Yo sabía que se hallaba enfermo, tuberculoso, y sabía también que no se cuidaba, que se había entregado a la bebida, sin importarle su estado físico. Puedo decir que Corona se suicidó, porque si se hubiera cuidado un poco habría vivido algún tiempo más.»
—¿Para qué quiero vivir unos cuantos días más, dándome cuenta de todo? El alcohol al menos me hace creerme bien y me permite compartir el tiempo que me queda con aquellos amigos y amigas de mi juventud—,  contestaba invariablemente el viejo trovador cuando alguien le pedía que abandonara «el trago».
Meses atrás Guillén lo había encontrado en uno de los cafetuchos situados frente a la Estación Terminal. Al respecto escribe:
«No hablaba con él hacía años, cuando la terrible enfermedad no había estragado su cuerpo.». Lo vio  «flaco, flaquísimo, los ojos hundidos, el mentón en proa, la voz cavernosa.»
—¿No te acuerdas de mí?—, le preguntó el músico.
—Claro que me acuerdo, tú eres Corona.
—Yo soy Corona, pero me muero. Mírame cómo estoy.
Entonces Guillén lo invitó a una copa, que bebió ávida, con mano temblorosa.
—Un día quiero verte. Me gustaría cantarte las viejas cosas. Yo soy el autor de Santa Cecilia y de Longina—. ¿No te acuerdas?
La bohemia artística de la convulsa capital cubana de principios de siglo, lo devoró. En ella creció, creó, compuso, recorriendo bares, cafés y teatros. Su canción Mercedes lo elevó en 1908 a la popularidad. Después vendrían muchas otras: Santa Cecilia, Las flores del Edén, Aurora… Hasta llegar a Longina, su más inmortal composición.

MANUEL CORONA
Compositor y guitarrista-  Nació en Caibarien, Las Villas, el 17 de junio de 1880.  Se trasladó junto a su familia a La Habana en 1895 y ya entrado el 1900 se dedicó a la música llevando desde ese momento una vida bohemia, siempre acompañado de su guitarra.
En 1908 su canción Mercedes lo eleva a la popularidad entrando a formar parte de los grandes de la trova cubana.  Agrega entonces obras musicales comoLonginaSanta CeciliaDoble inconscienciaUna mirada, Las flores del Edén, Aurora, etc.

 La Trova cubana: Alberto Villalón, Sindo Garay,  Manuel Corona y Rosendo Ruiz
La Trova cubana: Alberto Villalón, Sindo Garay,  Manuel Corona y Rosendo Ruiz

Incursiona en guarachas inspiradas en temas de actualidad cubana. Todas piezas musicales de gran éxito. Sin embargo, a pesar del éxito de sus obras musicales, en un cuarto oscuro sumido en la mayor pobreza muere el 9 de enero de 1950 en La Habana, olvidado por muchos de sus, en otros tiempos, amigos.
Al entierro asistieron: Sindo Garay, Rosendo Ruiz, Tata Villegas, Pancho Majagua, Longina y algunos pocos más. Gonzalo Roig despidió el duelo que se efectuó en un cementerio de Marianao, La Habana, Cuba.
Aunque entre Manuel Corona y la bella  mujer de piel oscura y cuerpo escultural  no existió romance alguno, 

??Longina O’Farril quiso que al morir sus restos fueran  llevados junto a la tumba del compositor que la hizo famosa.
Su deseo no fue cumplido hasta  el  año 1989, cuando se unieron ambos restos en el cementerio de Caibarién, localidad costera del norte villaclareño, tierra natal de uno de los cuatro grandes de la trova cubana.

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Un comentario

  1. A Mendoza-León

    Bello recuerdo.

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