Las Sulfas

La Miseria, de Cristóbal Rojas (1886).

Las sulfonamidas fueron los primeros fármacos eficaces como antimicrobianos abriendo, a su vez, el camino para la revolución de los antibióticos en la medicina humana y veterinaria.

La primera de las sulfonamidas fue la denominada Prontosil, que es un profármaco. Los experimentos con Prontosil comenzaron en 1932 en los laboratorios de la Bayer, para entonces asociada a la enorme empresa química alemana IG Farbenindustrie AG.

El Prontosil es un colorante azoico que contiene un grupo sulfonamídico, descubierto por un equipo de científicos bajo la dirección general del ejecutivo de la Farben, Heinrich Hoerlein. Este fármaco fue sintetizado por el químico de la Bayer Josef Klarer y probado bajo la dirección del médico/investigador Gerhard Domagk. La primera comunicación oficial sobre el descubrimiento revolucionario no se publicó sino hasta 1935, más de dos años después de que el medicamento fuese patentado por Klarer y su socio de investigaciones Fritz Mietzsch.

El Prontosil fue el primer medicamento descubierto que efectivamente podía tratar una amplia gama de infecciones bacterianas en el interior del cuerpo. Tenía una fuerte acción de protección contra las infecciones causadas por estreptococos, incluyendo las infecciones de la sangre, la fiebre puerperal, y la erisipela, además poseía un menor efecto sobre las infecciones causadas por otros cocos. Sin embargo, no tuvo efecto en absoluto in vitro, ejerciendo su acción antibacteriana sólo en animales vivos.

Se descubrió luego, por un equipo de investigadores franceses —liderados por el francés Ernest Fourneau, en el Instituto Pasteur—- que el fármaco se metaboliza en dos porciones dentro del cuerpo, liberando del tinte, que era la parte inactiva, un compuesto más pequeño, incoloro y activo llamado sulfanilamida. El descubrimiento ayudó además a establecer el concepto de «Bioactivación».

El resultado fue un favoritismo global por la sulfa. Por varios años, a finales de los treinta, cientos de empresas fabricaron decenas de miles de toneladas de diversas formulaciones de la sulfa. Esto, aunado a las falta de pruebas farmacológicas, llevó al «desastre del elixir de la Sulfanilamida». Por ejemplo, en el otoño de 1937, al menos cien personas resultaron envenenadas. Este episodio condujo a la aprobación de la Ley Federal de Alimentos, Medicamentos y Cosméticos de 1938.

Por ser las Sulfas el primer antibiótico y el único disponible en los años previos a la penicilina, las sulfonamidas continuaron prosperando durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. A esta molécula se le atribuye haber salvado la vida de miles de pacientes, entre otros personajes el de Franklin Delano Roosevelt, Jr. y al célebre líder europeo Winston Churchill.

La Sulfa tenía un papel central en la prevención de infecciones de heridas durante la guerra. El polvo de sulfa era parte del botiquín de primeros auxilios de los soldados estadounidenses y se les exigía que esparcieran el polvo sobre cualquier herida abierta.

Una enfermedad que se inscribe en la historia de la medicina como emblemática de la dermatología de todos los tiempos, es la lepra, cuyo tratamiento con la sulfa vino a cambiar la historia de la terapéutica de ésta bíblica enfermedad, (Juan 11.43 Y cundo hubo dicho estas cosas, clamo con fuerte voz: “levántate Lázaro” )

La historia de la terapéutica de la lepra se divide en tres períodos: incurabilidad, monoterapia con las sulfas y la vigente multiterapia que incluye las sulfas con la Rifampicina y Clofacimina.

Quizá no hay, en el extenso campo de la medicina, enfermedad que haya sido objeto de tan frecuentes experiencias terapéuticas, como la lepra. Desde los tiempos más remotos en que predominaba el empirismo en los diversos métodos curativos, hasta los actuales, —de los grandes progresos en la quimioterapia y patología de las infecciones hanseniana— son incontables los fármacos y procedimientos, la mayoría de ellos ineficaces, en el control de esta enfermedad.

En 1941, cuando se utilizó por primera vez las sulfonas en la lepra, ninguna medicación anterior había sido realmente eficaz, y las curaciones referidas con diversas drogas eran mejoría de escaso valor sin confirmación bacteriológica; otras veces constituyeron errores y en muchos casos fueron empleadas en enfermos paucibacilares.

Fuimos los dermatólogos, después de una amplia experimentación sobre esta infección, que aterró al mundo —como fue la lepra del cuerpo y consecuentemente por razones morales, del alma— los que iniciamos un complejo estudio de esta droga ampliando su uso no sólo como antimicrobiano sino también como inmunomodulador.

Suele decirse que toda enfermedad constituye una singular experiencia y hasta un medio para alcanzar una especial madurez vital.

Asimismo, suele decirse también que a veces el cuerpo enferma para curar el alma, refugiándose entonces el paciente en la espiritualidad. No obstante, con la lepra no ocurrió así, puesto que hubo un largo tiempo desesperanzador en que se identificó a esta patología como enfermedad del alma, castigo del cielo.

La multiterapia sería la pócima divina que aliviaría en los hansenianos el cuerpo y el alma.

Rolando Hernández Pérez

Acerca de Rolando Hernández Pérez

Maestro de la Dermatología Ibero-Latinoamericana. Ex-Jefe Servicio de Dermatología del Hospital General "Dr. Luis Razetti", Barinas - Venezuela. Profesor de Medicina , Universidad de los Andes. Director Médico del GCCNSP - Barinas - Venezuela. Fundador y Co-editor de Pél-L Latinoameriicana (1998). Ex-Presidente de la Sociedad Venezolana de Dermatología

7 comentarios

  1. Interesante Rolando que hayas tocado el tema de la sulfas, agentes bacteriostatico polifuncional. De esos que en la Venezuela, en deterioro, aun se consigue sobretodo el asociado con clotrimazol y puede utilizarse en infecciones de la piel y afecciones en los que uno desea evitar la migracion del PMN. Lo que no se consigue es la dapsona, tan util para muchas afecciones,
    Gracias por rescatar este interesante medicamento. El miedo son los efectos indeseable
    Saludos
    Jaime Piquero Martin

  2. antonio clemente h

    Vivimos esta etapa terapéutica y aún hoy hay enfermedades de origen bacteriano que son curadas preferentemente por sulfas nuevas, muchas gracias por recordarnos la historia está muy bien saludos antonio clemente h

  3. El aleman me persigue? : Ttrimetoprim

    • Jaime y Rolando:
      Un par de curiosidades históricas que parten de mis próximos 70s:
      Al trimethoprim/sulfametoxazol (Bactrim o Septra) lo inventó un par de médicos de Burroughs-Welcome en los 60-70 llamados George Hitchings e Irving Krakoff que además inventaron la 6-mercaptopurina, el 5-fluorouracilo, la 5-fluorocitocina y otras medicinas que causan la disrupción del ciclo de las purinas y pirimidinas. Tuve el honor de conocerlos a través de un tío mío, Carlos Kozma MD, PhD, PhD que trabajaba en la Facultad de Farmacia y luego en B-W. En relación a la lepra mi tío-abuelo (Sheskin), quien trabajara en el Leprocomio de Cabo Blanco antes de mudarse a Israel, en los 60 a continuar su leprología, desarrolló el uso de la talidomida. Me pregunto si alguien los recuerda, y si me pueden recordar de una doctora maravillosa que trabajaba en el leprocomio y nos daba las mejores clases.

  4. Excelente resumen Rolando. Muchas gracias.

  5. J Trinidad miguel toledo avila

    Exelente estudio recordatorio.de este exelente farmaco.desgraciadamente en mexico desde 4 a 5 sños stras. Retiraron la DDS.útil para muchas enfermedades.

  6. Me parece de la mayor importancia actualizar el conocimiento de las sulfas, por su necesaria utilización de los efectos aun desconocidos del todo en materia de inmuno regulación y actividad antiinflamatoria, que nos permite tratar algunas condiciones muy complejas de resolver.
    Rolando, usted y su sabiduría podrían presentar un nuevo rsumen con estas otras aplicaciones y sus mecanismos de acción.
    FELICITACIONES!!

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