EL BIOSENSOR ES PORTÁTIL Y AVISA SI HAY PROTEÍNAS DE LECHE DE VACA, HUEVO, PESCADO, MARISCOS, MANÍ, SOJA, FRUTOS SECOS O TRIGO.
La mayoría de las personas alérgicas reaccionan frente a los integrantes del denominado grupo de los “ocho grandes”: leche de vaca, huevo, pescado, mariscos, maní, soja, frutos secos, trigo y todos los derivados
En la Argentina, las personas alérgicas hasta ahora sólo contaban con dos herramientas para saber los componentes de los alimentos: los rótulos en las etiquetas -allí figuran enumerados los ingredientes y las cantidades de los mismos- y el método ELISA -una técnica lenta que requiere equipamiento de laboratorio y reactivos costosos e importados.
Desde el Instituto Nacional de Tecnología Industrial-Procesos Superficiales, desarrollaron una versión preliminar de un sensor que detecta la presencia de proteínas alergénicas en los alimentos.
Se trata de un biosensor portátil de bajo costo, que trabaja con insumos y reactivos nacionales. Por ejemplo, si en una fábrica se elabora chocolate con y sin maní, el alérgico confía en lo que dice la etiqueta para consumir el producto. En cambio, con el biosensor se garantiza la ausencia de proteínas alergénicas en el alimento.
El dispositivo está compuesto por tres elementos fundamentales: un receptor biológico (detecta el alérgeno); un transductor (traduce la reacción biológica en señal cuantificable) y finalmente una instrumento electrónico que procesa la señal y la muestra en el sistema.