Cómo agradecemos lo que alguien hace por nosotros. Pero mas agradecemos a quien hace algo por nuestros hijos.
Con este sencillo pensamiento queremos, junto con Julia mi esposa, utilizar las páginas de Piel – L para compartir con los lectores el sentimiento de eterna gratitud que tenemos para con los profesores de mi hija Paula. A la Universidad Central de Venezuela, al Hospital Vargas de Caracas y al Instituto de Biomedicina en donde, bajo el manto tutelar del Maestro de maestros Prof. Jacinto Convit, hicieron de los tres años de residencia de Paula y sus compañeros una sesión permanente de aprendizaje.
Hace un tiempo invitaron a un grupo de españoles destacados a que comentaran lo que agradecían a sus maestros. Vamos a tomar prestadas unas frases pues nos parece que dicen muy claramente algunas de las razones por las que estamos tan agradecidos.
Por enseñarles que hay cosas por descubrir. Porque a través de sus discusiones académicas trasmiten a sus alumnos la necesidad de la búsqueda, el afán por ir mas allá, el no querer quedarse apenas con lo que ya saben. Por darles alas, imaginación y herramientas para seguir en la búsqueda del conocimiento. Que la residencia se termina pero el afán por saber continúa y la posibilidad de aportar al conocimiento se abre a los nuevos horizontes en donde van a practicar su profesión.
Por enseñarles que los sueños no tienen límites. Por hacerlos capaces de soñar y por hacerles saber que con estudio, dedicación y trabajo, todo se puede alcanzar. Por enseñarles a volar con la imaginación y a que intenten, con su trabajo, ayudar a que sus pacientes alcancen el bienestar que quieren.
Por reforzarles con su ejemplo cómo debe ser un buen médico pero, sobre todo, un buen ser humano para el que sea tan importante curar la enfermedad como ayudar a la felicidad del paciente, para que no sientan temor de involucrarse y de reir o llorar con la alegría o la tristeza de esa persona que confiadamente y con esperanza puso su salud en sus manos.
Por explicarles que para tener la cabeza en el cielo, hay que tener primero los pies en la tierra, que es bueno soñar pero con bases sólidas, que todo se puede alcanzar si se tiene bien planificado y se sigue cabalmente lo propuesto, que todo tiene un principio y que, si se persiste, se puede llegar a un final feliz.
Por inculcarles el respeto por la disciplina y el estudio, porque con su ejemplo diario les mostraron el camino correcto, porque con sus actividades asistenciales en el Servicio les demostraron cómo atender a los pacientes y porque con su vida personal y familiar les dieron un hermoso ejemplo a seguir.
Reciban un saludo especial de unos padres orgullosos y agradecidos.
Jaime y Julia Soto