FELICITACIONES AL DR. FRANCISCO KERDEL VEGAS POR EL NUEVO FORMATO DE SU BLOG Bitácora Médica.POCO A POCO SE HA VENIDO CONVIRTIENDO EN LA VISITA MÉDICA OBLIGADA
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Los Editores
Lo que nos enseña con toda claridad el mundo actual, es que cuando una sociedad acepta como una de sus primeras prioridades los problemas de la salud, debe buscar fórmulas adecuadas y prácticas para permitir que el sector público y el privado trabajen en forma cooperativa en su solución. Ya hemos visto el evidente éxito que han tenido los EE.UU., como nación, en encontrar en la negociación el método adecuado para resolver conflictos, aún en el área científica, donde a primera vista la verdad es una y no admite discusiones.
La deuda que tiene el desarrollo de la medicina científica norteamericana con la filantropía privada, y sus obvias consecuencias a nivel mundial, tiene una inmensa importancia.
Los grandes "barones" de la industria estadounidense, muy concretamente John D. Rockefeller y Andrew Carnegie, tenían en común un sentido ético relacionado con las enormes fortunas que su trabajo, sagacidad y el explosivo desarrollo económico de su país les permitió acumular, y al final de sus vidas sintieron la necesidad de revertir parte considerable de los fondos obtenidos en obras de interés social perdurables. De allí nacieron las grandes fundaciones que llevan sus nombres, y que sin la menor duda son las razones válidas para hacerlos "inmortales" en el recuerdo de las sociedades beneficiadas por sus acciones. Esas nuevas instituciones encontraron muy pronto que el mayor beneficio que podían hacer a la sociedad, se lo brindaban las oportunidades existentes en apoyar el desarrollo del sector salud. Ese fue también el origen de la Fundación Welcome (establecida por el farmacéutico Sir Henry Welcome en 1903, ciudadano británico de origen estadounidense), quien dado el origen de su fortuna (la naciente industria farmacéutica), era lógico que la ligara indisolublemente a la medicina.
La más conmovedora e instructiva historia que he oído al respecto se relaciona con la manera como John D. Rockefeller se interesó en adoptar el desarrollo de los estudios e investigaciones médicas para sus proyectos filantrópicos. Según esa versión, Rockefeller se asesoró con un amigo religioso, quien acababa de terminar de leer el libro de texto de medicina de Sir William Osler, tal vez uno de los libros de medicina más populares e influyentes del último siglo, y quedó -al igual que sus decenas de miles de lectores, entre estudiantes de medicina, médicos y sorpresivamente, muchísimos legos, dadas las cualidades literarias de la obra-, en el casi total "nihilismo terapéutico" de un hombre de la talla científica y moral de Osler. De allí se derivaba una conclusión muy obvia; la medicina científica había evolucionado positivamente en la segunda mitad del siglo XIX, pero ese desarrollo no guardaba relación con la orfandad terapéutica prevalente. En este sentido, el tratado de Osler, abrió los ojos de muchas personas referente a la necesidad (y al mismo tiempo, oportunidad, por el desafío existente) de fortalecer la educación y la investigación médica. Es a todas luces evidente que esa inyección de fondos y ese interés de las nuevas fundaciones por apoyar la investigación médica, produjo y sigue produciendo las favorables consecuencias que todos conocemos y que eventualmente llevaron a la era de los "milagros médicos" ya mencionados en la época de la última postguerra. Todo ello se tradujo eventualmente en un aumento del interés público por todo lo relacionado con la salud, y por lo tanto en su eventual adopción por los políticos que se convencieron en las bondades de apoyar las instituciones del sector, en establecer aquellas que se necesitaban y encontrar los mecanismos más efectivos para apoyar económicamente todo lo relacionado con el área.
Felicitaciones Dr. Kerdel por su excelente Blog/con temas de interés general y especialmente realcionados con medicina. Admiro la constancia y perseverancia en su trabajo, pilares vitales en la difusión del conocimiento.
Gracias Dr. Kerdel-Vega.
Saludos:
Rolando Hernández Pérez
Presidente
Sociedad Venezolana de Dermatología.