Poesia y Prosa: Relato «La apuesta» de Martha Miniño y Poema «Cuento a mi hija» de Antonio Rondón Lugo

LA APUESTA
Por MarthaMiniño
13-02-08

CUENTO A MI HIJA (Para Mélida)
Antonio Rondón Lugo
Caracas, 1965

 

LA APUESTA
Por MarthaMiniño

13-02-08 

Todo comenzó como una apuesta, muy interesante, peligrosa, pero muy atractiva, un juego que ambos no se propusieron pero que surgió sin saberlo. Dio vueltas y vueltas al asunto y entendió que el peligro se encontraba acechando, pero que el placer sería mucho mayor y mayor al saber el tipo de riesgos, el pensar en una asechanza, o que alguien se enterase, en cumplir su apuesta a escondidas o mejor, aún a plena luz del día, tal vez en la oficina, casi a la vista de todos, pero mucho mejor aún a solas, sabiendo que disfrutaría ese momento.

La apuesta surgió así de repente y empezó a tomar forma, ambos se conocían hacía muchos años, se veían todos los días y ambos se sentían cómodos uno con el otro, pero nunca el tema del sexo había surgido entre los dos. Ahora se veían hombre y mujer separados sólo por barreras sociales y el temor de ser encontrados, separados por el miedo a un sentimiento de culpa al verse atrapados en un laberinto de sensaciones difícil de dejar atrás, separados por miedo a perderse uno en el otro, separados por la inmensa soledad que existía en ambos.

La apuesta siguió en pie, nunca se mencionó de nuevo y siguieron el curso de sus rutinarias vidas, sabiendo que cada cual miraba al otro con deseo y no se atrevían a expresarlo. Por eso, ella no le extraño encontrarle sentado en las escaleras una tarde de verano, le esperaba sonreído. Sin decir palabras entraron en el minúsculo apartamento y en silencio ella le desvistió y admiró su musculoso cuerpo, mientras el maravillado se extasiaba con la tersa carne que ahora podía aprisionar entre sus dedos y su boca, sin  poder creer que era realmente cierto.

El encuentro fue corto, la estadía de la cabeza de ella en su pecho breve, la culpa, las horas volando en el reloj, el miedo a dejar rienda suelta a los sentimientos aprisionados todos esos meses fueron suficientes para separarles y hacerles vestir.

Pero la apuesta siguió en pie, no había finalizado, un encuentro, sólo un encuentro y seguir con sus vidas, no era suficiente y se encaprichó con ella, la idealizó y soñó tibias noches de humedad amorosa con su cuerpo. Nuevamente el encuentro fue efímero porque el miedo a la prisión de esta sensualidad nunca antes experimentada podía cambiarle la vida, por lo que cada vez más soñó con ella y ella también, porque todas las noches en su soledad apartaba los mejores recuerdos de esos encuentros y los revivía hasta quedar exhausta, de modo que al día siguiente al verle, él no sabía por qué ella irradiaba tanta belleza o por qué cada día era mas tigresa.

Los encuentros se reanudaron, no habían finalizado su apuesta, ella seguía el curso de esa corriente atrevida y sensual, él dirigía a dónde iría a correr el disfrute compartido, tan sólo una vez más, ya finalizaría, pero siempre encontraba una excusa para seguir prolongando esa apuesta que  tanto tiempo iba consumiendo.

Ambos seguían sus vidas cada uno la suya. Ella conoció más gente y así conoció a otro hombre, un amigo, una persona de hablar inteligente, sereno, quien también tenía su vida.

También compartieron buenos momentos, siempre como amigos, se tornaron confidentes y ese otro fue  como su ángel de la guarda, su protector compañero. Ella solitaria compartía detalles que el otro empezó a conocer y sospechó de la peligrosa intimidad que ella sostenía y sintió, celos? Bien, si, aunque no lo quiso admitir, le dolía verla frágil y que fuese herida, que su cuerpo fuese objeto de un caprichoso pretendiente que salía furtivamente de su escondite, que su piel tuviese otros dedos que se adueñasen de ella, que su pelo no cubriese su pecho y no poder beber su aliento.

En silencio la escuchaba, sin saber atento de la apuesta, sólo de eso otro alguien invisible que su vida aparentemente manejaba. Y el deseo hizo que se arriesgase, en un paseo le tomó la mano y con el soplar del viento, al protegerla, un beso en el cuello.

Nunca te atreverías, sólo una noche con tu mejor amigo ? Ella sonrió, pues conocía la respuesta a esa pregunta.


 

CUENTO A MI HIJA

 

                                                                                     (Para Mélida)

 

Tus ojos brillan haciendo ruido,

miran y hablan, se duermen luego,

fingen entonces que son de niñas;

son mariposas,

son avecillas que buscan siempre llegar al nido,

llegar al néctar.

 

Ellos ya quieren jugar conmigo,

preparo entonces la casa azul,

les traigo el viento,

llamo a los cielos para que manden

cinco estrellitas y diez querubines;

 

ven mariposa,

mira lo suave que silba el viento,

los caminos que van al monte,

se van limpiando dándote paso,

el agua dulce te está esperando,

te está mirando,

la bulla toda se fué muy lejos

yo la encerré en un cofrecito y la llave la tiré al mar

ven mariposa,

que yo te adoro y el juego va a comenzar;

 

pero miro sus ojos,

y me doy cuenta,

que están soñando,

porque jugaron al dulce sueño.

 

Antonio Rondón Lugo

Caracas, 1965

Acerca de Moncayo Luis

Un comentario

  1. Queridos amigos Luis y Martha

    Felicidades, van ha hacer una excelente combinación de poesía y prosa, por el bien de Piel.
    Saludos:
    Antonio Guzmán

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