Por María Parada
La crisis provocada por una enfermedad física constituye un factor estresante potente e inesperado que puede ser breve o prolongarse en el tiempo y provocar cambios permanentes en la vida del paciente y de su grupo familiar.
Existen características inherentes a la enfermedad y al tratamiento que, aunado a la magnitud del suceso y significado que se le confiera, producen estilos de ajuste que varían de un individuo a otro.
La enfermedad corporal leve o grave reta la destreza de un individuo y su familia para encarar los hechos y amoldarse a ellos, además tiene el potencial para desencadenar una crisis, debido a la tensión que genera el cambio de sentirse sano a estar enfermo, con todos los factores involucrados como lo son la perturbación personal, laboral, social y familiar, incluyendo la posibilidad de la muerte.
Si se considera la enfermedad como una crisis entraría en la clasificación que realiza Kauffman (1998) que se denomina: “Crisis de situación”. Esta crisis se desencadena por un evento estresor no anticipado, que crea un desequilibrio al amenazar el sentido de integridad física, psicológica y social del individuo.
La enfermedad como motivo de sufrimiento
Cuando la persona padece una enfermedad puede encontrarse en estado de sufrimiento con un cuadro psicológico semejante a toda persona que se halla en situación de emergencia, en una vivencia traumática, experimentando un accidente que amenaza su vida, que revela debilidad, dependencia, daño corporal, limitación, carencia, defectos o disminución de la actividad.
La enfermedad es una situación que desafía la capacidad del paciente y de su familia para enfrentarla y adaptarse. La enfermedad puede considerarse como una pérdida o amenaza puesto que puede provocar que las metas de la vida se vuelvan inalcanzables o aún mas amenazar a la vida misma.
Percepción del individuo
Es importante subrayar que la severidad de la crisis viene determinada por la percepción propia del individuo y el impacto que los factores desequilibrantes ejercen sobre él.
Los sentimientos que despierta la enfermedad y sus vivencias son particulares y van a depender del concepto de vida que tenga. Es un proceso subjetivo, de quien lo siente y padece. No tiene que ver ni con el diagnóstico, ni con los síntomas o manifestaciones objetivas, sino de la sensibilidad, experiencias anteriores y la actitud individual.
La presencia de la enfermedad siempre es un acontecimiento inesperado y como tal se convierte en una crisis existencial o vital”
Los momentos de enfermedad, crisis y sufrimiento tienen las siguientes características:
1.- Aparición repentina
2.- Imprevisión
3.- Calidad de urgencia
4.- Impacto potencial sobre familias o comunidades enteras
5.- Especial oportunidad de crecimiento personal
La enfermedad antropológicamente es duda, vacilación biológica y anímica, pérdida de la seguridad y firmeza personal, hasta privación o merma de la libertad personal, en diversos grado o modalidades. Frente a cualquier enfermedad puede surgir la duda, acompañada de ansiedad, inquietud o miedo.
El paciente es por definición un sujeto en estado de inseguridad, el hecho de sentirse enfermo (o de creerse enfermo) lo acerca, en mayor o menor grado, a la inseguridad esencial de todo ser humano que es la posibilidad de su muerte.