Nada es nuevo bajo el sol, dice un viejo adagio, y para comprobarlo leámos el siguiente párrafo:
"Vivimos hoy en día en un mundo profundamente dedicado a las cosas materiales como fue el mundo romano tardío. Por ejemplo, los romanos del siglo IV estaban obsesionados con la salud, la dieta y el ejercicio. Pasaban más parte del tiempo en baños y clubes de salud que en las iglesias, templos, bibliotecas o tribunales de justicia. Estaban consagrados al consumo.
Un hombre podía construir su reputación gastando más que el vecino, aún si tenía que pedir dinero prestado para lograrlo. Y, si no podía pagar a sus acreedores, se le honraba por haber hecho un intento noble para figurar en el mundo …. Estaban emocionados por los viajes, las noticias y los espectáculos … Estaban fascinados con la fama y no les importaba cómo había sido adquirida. Si tú eras suficientemente famoso, el hecho de que podías ser un pillo o peor, era ignorado o perdonado …. Los romanos se interesaban principalmente por el éxito, que interpretaban como llevar la ventaja por hoy y dejar al mañana ocuparse de sí mismo. Eran orgullosos, codiciosos y vanos. En resumen, se parecían mucho a nosotros." [147][1]
La civilización, tal como la conocieron los romanos con la llamada "pax romana", y se disfruta hoy en día, al menos en los países industrializados y entre las clases pudientes de los países en vías de desarrollo -de allí las similitudes arriba destacadas-, con la "pax americana", desde hace más de medio siglo, lleva consigo en ese disfrute del ocio que da la afluencia y conduce a las llamadas "enfermedades de la civilización", entre las cuales se destaca el sobrepeso y la obesidad.
Enfermedades ambientales como la silicosis o la asbestosis, producidas por la inhalación respectiva de partículas de sílice o asbesto durante lapsos prolongados. En este grupo se pueden incluir un gran número de enfermedades profesionales. Hasta hace pocos años tal era el caso de los no-fumadores, expuestos en sitios públicos a la inhalación del humo de cigarrillo de los fumadores. Afortunadamente hoy existe una conciencia pública al respecto, que ha determinado regulaciones cada vez más restrictivas a los fumadores, evitando así que su vicio perjudique a terceros en forma indiscriminada.
Las llamadas enfermedades de la civilización son aquellas debidas al presente estilo de vida, predominante en una buena parte de los seres humanos en los países más desarrollados y caracterizado por exceso de alimentación, falta de ejercicio corporal (y a veces, intelectual), acompañando muchas veces por consumo de tabaco, y excesivo consumo de alcohol.
Sin la menor duda, este estilo de vida adoptado por una sector importante de la población de los países afluentes, constituye la más grande agresión a la salud, susceptible de ser controlada por programas de educación sanitaria adaptados a situaciones específicas, según las culturas y peculiaridades de cada grupo y nación.