Interpretando a Erich Fromm: ¿Qué hay de la libertad?

Dr. Antonio David Pérez-Elizondo
Médico Dermatooncólogo
Instituto Materno-Infantil del Estado de México
Universidad Autónoma del Estado de México

 

Erich Fromm, psicoanalista social y filósofo humanista de origen judío alemán defendió la variante marxista del socialismo democrático; sin duda, un brillante impulsor de la interpretación del concepto freudiano en conjunto armónico con los postulados marxistas en la segunda mitad del siglo XX. El reconocido pensador como resultado de su vasta experiencia clínica y teórica contempla una compleja estructura filosófica humanística-conductual, el hoy denominado humanismo dialéctico plasmado en sus principales obras El miedo a la libertad, El arte de amar, y El corazón del hombre; abstracción fundamentada en procesos de aprendizaje y adaptación adquiridos durante el difícil transcurrir de la socialización del individuo, siempre tratando de minimizar la influencia instintiva y los juegos incestuosos y narcisistas destructores.

La dinámica natural del desarrollo e individualización del ser humano lo conduce inexorablemente a su aislamiento provocando un sentimiento ambiguo de libertad frente a una sociedad que de manera obligada lo cobija, muchas veces castrante y no permisiva y la desesperanza incapacitante de alejarse de la soledad acompañante. Por desgracia, el esperado reemplazo o substituto anhelado que debería disfrutarse como una libertad alentadora y positiva para el justo orden vivencial ya previamente conocido debuta y se establece como un sistema de auténtico autoritarismo quizás de cobertura exterior distintiva pero con el mismo objetivo que la sociedad predecesora: la eliminación de la individualidad con sus pensamientos y conductas inherentes y propias que sin duda conlleva a una agobiante incertidumbre dictando qué y cómo pensar y actuar; en conclusión la dialéctica tactésica primitiva se fortalece impidiendo experimentar la ansiada emancipación antitésica.

En plena Guerra Fría, Fromm la concebía como símbolo de decadencia ya que ante el inminente riesgo de muerte prevalece el juego del odio del narcisismo mal intencionado entre las superpotencias internacionales y el terror con el convive el ciudadano común.

El autor afirma en su texto El corazón del hombre, el individuo de la sociedad contemporánea se particulariza por su pasividad emocional y caracterológica forzosamente integrado a los valores impuestos por el mercado, convertido él mismo en un bien de consumo; y el mundo externo sólo significa un medio para calmar su voraz apetito consumista, de esta manera la concepción personal impuesta se valoriza en conseguir el éxito o fracaso al materializar la inversión de su vida mundana. En esta existencia terrenal lo trascendente es lo material; las capacidades y calidad amorosa, el raciocinio íntimo o las virtudes artísticas y contemplativas no poseen valor alguno. Su autoestima sólo depende del juicio ajeno de los demás, con la consecuente aceptación y conformidad para no sentirse aislado y alejado del rebaño social empobrecido y fácilmente manipulable.

El ilustre pensador alemán afirma que muchas personas poseen ideaciones y comportamientos que las fortalecen alimentando su seguridad individual; así distingue la libertad negativa con sus tres constituyentes característicos: autoritarismo intolerante, de naturaleza muchas veces abstracta y engañosa, de carácter sadomasoquista con el absoluto y completo control popular imponiendo falsas esperanzas con el consecuente ordenamiento forzado en el engranaje social impositivo que conlleva ocasionalmente a consecuencias destructivas; las falacias impuestas y adquiridas a conformidad por los subordinados, incluso de manera inconsciente y con plena satisfacción para sus básicas necesidades obedecen a plenitud las ideas, conductas, normatividades y razonamientos adoptados como propios; el impedimento de generar pensamientos genuinos llevará a la ansiedad extrema…

El descalabro del antiguo régimen medieval y el surgimiento del modernismo cobraron la legítima defensa de que los seres humanos podían ser autónomos en espíritu dirigiendo asertivamente su futuro y no sólo ser contemplativos y obedientes satisfaciendo un papel socio-económico en el absolutismo eclesiástico. Calvino y Lutero ideólogos de la teología protestante, proponían un distinto desempeño divino que concedía mayor libertad bajo la misma autoridad ético-moral. Una interacción con Dios más abierta y personal que la influencia cuadrada de la Iglesia que no podía perder su dominante poder arbitrario sobre el pueblo; para Fromm la libertad responsable lleva a la santidad sin la perversa influencia de un pensamiento religioso restrictivo; de igual manera, la salvación se obtendrá con el trabajo arduo y responsable sin el riguroso permiso de la élite en el poder. En resumen, los drásticos cambios en las condiciones en el ámbito social originan cambios en el carácter y desempeño comunitario creando sentimientos de ansiedad perdurables con cambios en el accionar humano, difíciles de cambiar.

COMENTARIO

El ilustre filósofo avecinado en la ciudad de México por 25 años estudia los modelos democráticos y su estrecha interacción con la libertad política, siempre a favor de un sistema social-demócrata humanista de constitución moderna e industrializada. Es importante mencionar que la libertad externa permitida por este modelo debe interrelacionarse abiertamente con la libertad individual interior espontánea, justa y responsable de conducción equilibrada con propósitos sociales propositivos y prósperos, sin influencia perversa de autoritarismos absolutistas casi siempre dominados por consejos de poder y propaganda de dominación extrema.

Tal y como predice Fromm, el futuro ya vigente del hombre actual dentro de una maquinaria social y económica consumista y enajenante lo conducirá invariablemente a su automatización, con raciocinio condicionado en pleno deterioro e inteligencia en consecuencia limitada y forzada a conducirse en un mundo exterior consumista y oportuno plenamente dominante, con la imponente fuerza material poderosa pero sin la sabiduría personal para controlarla. El consejo es la emancipación con pensamientos auténticos, propios siempre positivos y progresistas con sentido social incluyente con enriquecimiento de la vida espiritual; no se tiene prohibido pensar y actuar, nuestra libertad inherente es ser auténtico, espontáneo en autoexpresión y comportamiento; el significado de la vida es el acto de vivirla…

“Aunque el ser humano cree que desea fervientemente la libertad, ésta lo obliga a tomar decisiones oportunas y pertinentes que siempre implican riesgos muchas veces amenazantes y peligrosos, motivo de miedo… al someterse voluntariamente a una única autoridad, le dictará que pensar y actuar, si es que puede; el poder mesiánico absolutista decide por capricho que es necesario o útil y lo que es nocivo para la comunidad…”