La piel tiene un sistema de inmunovigilancia increíble, el cual está compuesto por elegantes células epiteliales, pomposos linfocitos y sofisticadas células presentadoras de antígeno. El sistema inmune está constantemente danzando entre ondas de reconocimiento de lo propio versus lo ajeno, para calibrar el proceso de diálogo con respuestas certeras. Una de las funciones primordiales, es reparar el tejido lesionado; dicho procedimiento, va de la mano de los componentes de la microbiota dérmica.
La microbiota, madura, estimula y regula el sistema inmune del humano. Gracias a la presencia temprana de la microbiota, el llamado sistema innato, reconoce a través de los receptores tipo Toll (TLRs, por sus siglas en inglés), los microorganismos propios y no los agrede, los respeta. La estimulación de estos receptores, induce diferentes patrones en la expresión de genes, que permite activar una variedad de cascadas inmunes. Un habitante natural de la piel, Staphylococcus epidermidis, modula TLR3, que inicia los procesos inflamatorios, pero a su vez, activa TLR2, para suprimir la inflamación, estimulando los keratinocitos para expresar péptidos antimicrobianos y controlar el sobrecrecimiento bacteriano que se pueda dar por la alteración del ambiente. Se ha demostrado que es así, por el estudio de la respuesta en ratones sin microorganismos. Estos ratones son incapaces de producir IL-17A e IFN-? por los LT de la piel. Una piel sana, alberga, aproximadamente, unos 20 billones de linfocitos efectores, por lo que es el reservorio más grande de todo el cuerpo, de células de memoria. En un ratón sin microbiota, se favorece la diseminación de bacterias a todo el cuerpo, a través de los nódulos linfáticos regionales.
Las personas que carecen de S. epidermidis en la microbiota de la piel, están expuestas a desarrollar leishmaniasis si se exponen al parásito, ya que esta bacteria es la que media la respuesta de los linfocitos Th1 y la ausencia de estos, hace al paciente vulnerable a la infección parasitaria, a parte de la edad del paciente, el estado de la piel, la higiene, los medicamentos que consuma, el estilo de vida, entre otras cosas, juegan un rol esencial. De hecho, entre un hombre y una mujer, hay diferencias significativas por la constitución hormonal, la producción de sebo, el pH, el grosor de la piel, el uso de cosméticos y la presencia de bellos en el cuerpo. En un estudio realizado en personas con piel lesionada, hubo diferencias significativas entre hombres y mujeres, en cuanto a la diversidad microbiana, siendo mayor en mujeres, debido al pH y al uso de maquillaje. Un ecosistema más diverso, proporciona más resiliencia en el paciente al momento de contraer infecciones.
Hoy está bien demostrado, científicamente, que la microbiota intestinal, regula 10% de nuestro material genético, y entre ellos están genes del sistema inmune, la proliferación celular y el metabolismo humano. Es por ello, que los procesos de la piel, están estrechamente relacionados con lo que sucede en nuestro intestino. Sin embargo, algunos investigadores opinan, que la microbiota de la piel, controla de manera independiente y autónoma, la homeostasis y las funciones inmunes.
Los péptidos antimicrobianos de la piel, son las catecolaminas y las betadefensinas, ellos, inactivan un diverso rango de patógenos bacterianos (tanto Gram positivos como Gram negativos), así como hongos, virus o parásitos.
Las especies de Propionibacterium favorecen la liberación constante de ciertos péptidos antimicrobianos; esta acción, solo tiene la capacidad de organizar la ecología de la microbiota de la piel, para que esa comunidad permanezca incólume ante la llegada de extraños y estos no puedan desplegar su armamento patogénico, creando el caos in situ.
Estos sistemas son tan elegantes, que sin mucho escándalo, interfieren en la expresión del complemento, para opsonizar a los patógenos e inducir respuestas inflamatorias que eliminen al agente en cuestión. En ratones libres de microorganismos, la expresión del componente C5aR del complemento, produce una disminución de la expresión de los péptidos antimicrobianos y de factores proinflamatorios, con una evidente disbiosis dérmica en la microbiota. Vale recordar, que tampoco producen IL-1. Y los péptidos antimicrobianos, el sistema del complemento y la IL-1, forman parte del sistema inmune innato de los seres humanos, la principal barrera química, no específica, para luchar contra las agresiones externas patogénicas.
Gracias por este y otros artículos que ha escrito sobre micriota. «Ciencia amena» se llamaba la sección del perodista Arístides Bastidas, me recuerda su forma de escribir Gracias
Jaime Piquero Martin
Gracias a usted mi estimado Jaime, por siempre leer mis artículos. Usted enriquece siempre mi biblioteca con sus aportes bibliográficos; Infinitas gracias, Dios lo bendiga siempre
Adhiero a las palabras del Dr. Piquero Martin, mas aun, en éste particular momento en que, los medicos de mas de 60 años (como quien escribe) estamos en cuarentena en nuestras casas, algunos atendiendo a traves de esta nueva modalidad llamada Telemedicina que, en condiciones normales, sería una alternativa útil (en algunos casos) pero que en este momento constituye la UNICA ALTERNATIVA.
Mis mejores deseos para Ustedes.
Honrada y agradecida mi estimado Dr. Verduzco. En lo que lo pueda ayudar, cuente conmigo, me puede contactar directamente al correo electrónico [email protected]. Abundantes bendiciones