Los platos rojos. Victoria Rivelli. Paraguay

LOS PLATOS ROJOS
Victoria Rivelli
Paraguay

Guardaré los platos rojos para Navidad,
que auguro todo esto acabe,
se limpie la ciudad
y se pueda andar de cara al sol.
Esperaré a contarte mis cuitas
para cuando vengas,
confiando ya no se midan distancias,
y se pueda andar a risas sin tapujos.
Apartaré unos dulces para cuando nos juntemos,
que anhelo de nuevo sentarnos de frente,
sin estos temores.
Mientras guardo, espero y aparto,
en esta latencia impenitente
porque el virus invade la vida
de una manera arrolladora,
y lo permea todo negativamente,
voy pensando en tantos que sufren,
voy de nuevo enfrentándome a esa masa
informe, obtusa y enorme
que es el miedo,
que me abarca desde el principio,
como masa gelatinosa y pegadiza,
que se escurre pero no se desprende,
que me ha hecho poner cerco
donde se pudiera,
sabiendo de todos modos,
que es un vallado inhomogéneo y frágil,
que me ha hecho acorralarme
al lado de quienes comparten
también sus ansias y dudas,
que me ha puesto de frente
a lo que aún falta por hacer
en un mundo cuajado
de equívocos y sueños.

Aunque algo muy dentro me dice
que no hay que dejar robarse la alegría,
que no hay que esperar para hacer fiesta,
que hay que descubrir en el día
los motivos para celebrar con quienes estamos.

Entonces llego a la casa,
al ritual de lavandina, agua y alcohol,
me quedo largo rato bajo el chorro de agua,
ansiando que se corran virus y desencanto.
Cuando cierro la puerta,
algo se ha ido ciertamente,
porque pongo platos rojos, copas y dulces
y brindo por lo que hoy es.

Victoria Rivelli
Paraguay