Humor dermatológico

Dr. Hector Rincones.
HUMOR DERMATOLOGICO

Damos inicio a esta exposición humorística semanal virtual por invitación de los organizadores, dadas mis conocidas y reiteradas intervenciones, a veces necias, tanto dentro del País como en el exterior, con la narración de algunos pasajes jocosos personales con algo de mis primeros pasos en el ámbito Dermatológico y sin irrespetar a los aludidos.

A raíz de un «traspiés académico» (léase una raspada) como decía el Dr. FRANCISCO BATTISTINI, y por sugerencia del para entonces Br. Orlando Castellanos, hoy notable Cirujano Pediatra. entre a prestar servicio como Becario en la Consulta de Dermatología del viejo Hospital Universitario «Ruiz y Páez» de Ciudad Bolívar. Cuando me presento, dio una vuelta alrededor de mi voluminosa humanidad y dijo «Está un poco subido de peso, pero no lo necesito para que corra, sino para que me ayude», yo pesaba 126 kg para ese momento. «Bien Bachiller, cual es el libro mas importante que hay en su casa?» a lo cual respondí, haciéndome el estudioso, «La Medicina Interna de Harrison», «No Bachiller. el libro más importante en una casa, es La Biblia. Ud. ha leído la Biblia?» me espeto, «Si» respondí mintiendo, «Tomé ese libro marrón en ese estante» me dijo señalando uno en un estante. Lo tome y me dijo «Lea Epístola a los Gálatas, versículo cinco, diez y nueve y siguientes», tome el libro y al verme hojear varias páginas me dijo: «Que hace Bachiller?», respondí, «buscando en el índice», y respondió, «Mire Bachiller, usted no ha leído la Biblia en su vida, la Biblia no tiene índice, deme para buscarle» y en un santiamén me señalo lo que me pedía, «Lea»: «Y manifiestas son las obras de la carne, que son herejías, hechicerías, contiendas, celos ira, borracheras, ……. y cosas semejantes a estas, acerca de las cuales os amonesto, que los que practiquen tales cosas , no entraran al Reino de Dios», «Ni trabajaran en esta Consulta Bachiller. Así que ya lo sabe», Jamás lo olvide.

Entre mis funciones allí estaba la de pasar a los pacientes ordenadamente a la consulta. Un día asistió un señor muy alto y algo voluminoso, de raza negra o «de color» o afrodescendiente» quien al entrar pidió utilizar el sanitario con la popular frase de «cambiarle el agua al canario». el Doctor le dijo se desvistiera y se colocara una de las batas de examen. Cuando salió lo hizo tratando de estirar la bata que era varias tallas más pequeña que la adecuada. El Paciente presentaba una gran placa descamaría con señales de rascado que abarcaba pliegues inguinales, parte inferior del abdomen, tercio superior de ambos muslos y hasta los glúteos. El Doctor rompió el dramatismo del momento al ver los genitales del paciente diciendo : «Y eso llama usted un canario? Eso es un zamuro sabe? y bien desarrollado.» causando gran hilaridad entre todos los presentes.