Desde tiempo inmemorial en la historia de la medicina se ha dado una profunda discrepancia filosófica entre quienes creen que la enfermedad tiene una entidad propia y actúa autónomamente (“ontologistas”), y quienes por el contrario piensan que enfermedad y enfermo forman una unidad inseparable y que por lo tanto el concepto de enfermedad no puede existir aislado del enfermo (“fisiologistas”).
Es interesante señalar que estas dos ideas basculan como un péndulo a lo largo de los siglos, al menos en la historia de la medicina Occidental, y que podemos ver como en diferentes épocas se ha favorecido una u otra tendencia