PIEL-L Latinoamericana Publicacion periodica en dermatologia | Fundada en 1998
Reproducción de artículo publicado en el blog Bitácora medica: www.bitacoramedica.com Marzo 8, 2009
El biólogo y geneticista estadounidense Craig Venter está intentando crear la primera criatura viviente artificial. De acuerdo con la revista británica “The Economist”, cuando alguien lo acusó de estar jugando a Dios, contestó: “No estamos jugando”.
La empresa que Venter fundó el año 2005, “Synthetic Genomics” tiene la misión de hacer posible la compleja ingeniería de nuevas formas de vida, es decir, diseñar, sintetizar y construir microorganismos sintéticos.
Si tiene éxito en su empeño el primer microorganismo resultante de unir genes escogidos por los científicos en el laboratorio, podría bien ser bautizado como Mycoplasma laboratorium y será sin duda uno de los grandes logros científicos de todos los tiempos.
Pero Venter no se detiene allí y piensa que la crisis energética determinada por la cantidad limitada de combustibles fósiles y la contaminación que ocasionan, puede ser resuelta con microorganismos que conviertan el anhídrido carbónico en productos que reemplacen el carbón y el petróleo. Microorganismos que produzcan combustibles alternos como el etanol o el hidrógeno.
¿Se trata de otro capítulo de ciencia-ficción o de algo viable?
¿Por qué debemos prestar atención a lo que diga este controvertido científico?
Lo que hace creíble esa proposición es precisamente que viene de Venter, un hombre excepcional en muchos sentidos. Actualmente es considerado el más afamado de los biólogos moleculares después de Watson y Crick, los descubridores de la estructura del ADN. Esa reputación deriva de su aporte en la carrera desatada para determinar la secuencia del genoma humano, que concluyó el año 2000, antes de la fecha prevista y a un costo menor, gracias en buena parte a sus contribuciones.
A comienzos de 2008 los científicos del “J. Craig Venter Institute” anunciaron que habían construido la totalidad del genoma de una bacteria, uniendo cuidadosamente sus componentes químicos.
Mediante una determinada secuencia en el genoma, los investigadores teóricamente pueden diseñar nuevos organismos, creando así robots biológicos que pueden producir productos químicos para el consumo humano, tal como podría ser un nuevo combustible de origen biológico.
La gama de posibles productos biológicos -al poder manipular a voluntad el código genético de los organismos- es interminable, pero es evidente que Venter y su equipo de científicos están concentrando su esfuerzo inicial en un biocombustible y que en un plazo relativamente corto sabremos si lo que se proponen es factible.
Su intento es un salto increíble y el influyente diario norteamericano “The Washington Post” ha afirmado con toda razón: “Bien se trata de uno de los más electrificantes científicos, o bien de uno de los más locos”.
De lo que sí no hay dudas es que más pronto que tarde lo sabremos.
Si Venter logra sus propósitos, y efectivamente alguno de sus microorganismos sintéticos es capaz de liberarnos de la dependencia de los combustibles fósiles, la economía del mundo dará un vuelco de 180 grados, y este tipo de investigaciones científicas debería ser monitoreado con sumo interés y detenimiento por los países productores de petróleo, y en especial por Venezuela, cuya dependencia del oro negro no ha hecho sino aumentar en la última década.