Connotados críticos de la medicina norteamericana piensan que el principal problema que allí se confronta es de carácter cultural y no de tipo tecnológico, como es frecuente aseverar, sin estudiar a fondo el caso.[116]
Recuerdo que hace años se dio el caso en el Estado Táchira de niños severamente enfermos, hospitalizados por desnutrición (un síndrome semejante al denominado "kwashiorkor" en Africa del Sur, que ocurre en niños alimentados exclusivamente con maíz, grano que es deficiente en dos aminoácidos esenciales, lisina y triptófano) [117]. Se pudo establecer que esa alimentación deficiente no resultaba del factor más obvio que era él de la pobreza de la población, sino de un problema de carácter cultural, ya que las madres tenían la costumbre de alimentar a los infantes exclusivamente con una especie de "atol" de maíz, situación que explicaba claramente la epidemiología de la enfermedad, y la posibilidad de controlarla y curarla con un buen programa de educación sanitaria.
El Instituto Centroamericano de Nutrición (INCAP), diseñó hace varias décadas una harina de maíz fortificada con harina de pescado, etc. (la llamada "Incaparina"), para resolver un problema de parecida naturaleza en Guatemala, y la Fundación Rockefeller en Colombia logró, mediante manipulaciones genéticas, encontrar un híbrido del maíz, el llamado maíz Opaco 2, con una cantidad suficiente de lisina y triptófano, sin que ninguna de las dos estrategias empleadas -de subplantar el maíz corriente por otro parecido pero convertido en "alimento completo"-, hayan tenido el éxito definitivo que de ellas se esperaba, pues vencer las barreras culturales es mucho más difícil de lo que a menudo se piensa.
Con los avances logrados en materia de ingeniería genética no es difícil imaginar que muy pronto dispongamos de los "granos" adecuados (que son el alimento básico), trátese de trigo (en Europa), arroz (en el Este Asiático) y maíz (en las Américas), como alimentos completos, que permitan soslayar este tipo de problemas.