La más grande alegría concebible

Tomado de Bitacora médica

Hace ya más de cuatro décadas acompañé a dos distinguidos colegas dermatólogos norteamericanos , los doctores Harvey BLANK (de Miami) y Coleman JACOBSON (de Dallas) en un viaje a Etiopía (anteriormente llamada Abisinia) en el Este de África (llamado el Cuerno de África), y la anécdota que voy a narrar nos sorprendió a los tres por igual.

Entre otras visitas relacionadas con nuestra especialidad (vimos los últimos casos de viruela, y una consulta externa de sífilis que atendía cientos de pacientes diariamente), fuimos de visita a la leprosería vecina a Addis Ababa, la capital del país, ubicada en las afueras de dicha ciudad. Recuerdo un moderno edificio pintado de blanco, bien mantenido, en un sector aislado y grato. Pronto fuimos informados que el presupuesto para mantener aquel hospital dedicado a los leprosos y el personal que lo atendía era sufragado por el gobierno de Noruega, en memoria del famoso médico noruego Henrik Armaeur HANSEN (1841-1912), descubridor de la micobacteria que produce la lepra.

En las vecindades del hospital vimos una gran cantidad de personas, hombres y mujeres adultos y niños, que evidentemente acudían allí a ser examinados y eventualmente diagnosticados y tratados. Era evidente que muchos de ellos venían de lugares distantes, desplazándose a pié, durante días y semanas para ser examinados por el grupo de jóvenes médicos noruegos, expertos en lepra, que formaban el personal de aquella institución.

Probablemente dormían en esa larga peregrinación en busca de la salud, a la sombra de los inmensos eucaliptos, que según nos explicaron habían sido sembrados por órdenes de un antecesor del emperador entonces reinante Haile SELASSIE I (1892-1975), llamado MELENIK II (1844-1913) , importados desde Madagascar, quien aprovechó la característica de que ese árbol era capaz de volver a crecer aún cortado de raíz -como comúnmente lo hacían sus compatriotas para usarlo como leña y calentarse en las frías noches del altiplano-, y de esa manera evitar la deforestación de los bosques sembrados por el hombre.

Una rápida observación de aquella muchedumbre de hombres, mujeres y niños de la raza negra de facciones finas (nilóticos), nos permitió darnos cuenta de la situación que allí se vivía a diario. Como bien sabemos los especialistas en dermatología, el diagnóstico precoz de la lepra no es fácil y requiere el ojo bien entrenado y la experiencia de quien ha visto muchos casos de la enfermedad.

Tal experticia estaba casi ausente en un país con extenso territorio y población, y prácticamente todo paciente con una enfermedad de la piel, acudía a aquella consulta con personal calificado y adicionalmente gratuita, para asegurarse de que no sufría de lepra, cuyo «estigma» no ha cesado de dominar la escena social y familiar, aunque hoy en día el aislamiento, segregación y separación de sus familias no son necesarios y se dispone de fármacos efectivos para curar la enfermedad. Son muchos siglos en que lo más horrible que le podía suceder a un ser humano era contraer la lepra, conocer su lenta pero implacable evolución destructiva y mutilante, y el estricto ostracismo a que estaba condenado por vida, viviendo de limosnas ofrecidas a prudentes distancias, y ese miedo histórico no ha desaparecido y se mantiene inalterable especialmente en el medio rural de países pobres y relativamente remotos como Etiopía.

Todos estos pacientes esperaban su turno para ser examinados y la inmensa mayoría -ciertamente enfermos . pero con otras enfermedades de la piel- eran rápidamente diagnosticados y descartados, pues allí no se atendían sino pacientes con lepra. Estos pobres hombres, mujeres y niños, con una o varias enfermedades de la piel, que eran rechazados por no tener lepra, salían de la consulta externa de la institución, felices con expresivas sonrisas, pues aunque no recibieran tratamiento alguno para sus diversas dolencias, lo importante para ellos era estar seguros que no tenían la muy temida enfermedad de Hansen.

Muchos de ellos tenían en verdad enfermedades de la piel mucho más serias y de pronóstico mucho más grave de lo que hoy en día representa la lepra, pero lo que iban buscando en esa dura peregrinación al centro especializado, es que se habían librado de esa maldición bíblica de ser leproso y de las terrible consecuencias que ello acarreaba en tiempos pretéritos . felizmente superados.



Acerca de Francisco Kerdel Vegas

Médico dermatólogo. Embajador y académico recibió Premio Martín Vegas de la Sociedad Venezolana de Dermatología. Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas y Matemáticas de Venezuela (Sillón XIII, 1971). Doctor en Ciencias Médicas de la UCV. Vicerrector Académico (fundador) de la Universidad Simón Bolívar. Fue elegido directamente Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina Sillón XXIV en 1967, incorporado por su trabajo "Autorradiografía en Dermatología".

8 comentarios

  1. Como siempre el profesor Kerdel nos ilumina con su cultura
    gracias
    Rondón Lugo

  2. Querido Dr Francisco, esta es la cultura que me quiero llevar, no la que he adquirido leyendo, sino la que he adquirido a traves de vivencias como esta que ud comparte con los lectores de piel en este articulo, al que llama «la más grande alegría concebible», lo cual demuetra que toda alegria es producto de nuestras espectativas. Para los pacientes de la poblacion visitada, la alegria mas grande era no tender hansen, no importa tuviesen una enfermedad de peor pronostico y demas dificil curación.
    Me hace recordar la letra de un poema de Bennedetti

    Defender la alegría como una trinchera
    defenderla del escándalo y la rutina
    de la miseria y los miserables
    de las ausencias transitorias
    y las definitivas ….

    Con cariño y admiración
    Raquel M Ramos M
    Valencia. Venezuela

  3. Muy interesante interactuar entre varios dermatólogos de las diferentes sociedades dermatológicas de América.
    Trabajo en Uruguay, más precisamente en el dpto de colonia, y he tenido el privilegio de compartir mesas como coordinadoras de diferentes temas en nuestra especialidad.
    Un saludo fraterno
    Dra. Laura Ricca Gfeller
    Miembro de la comisión científica de la Sociedad de Dermatología del Uruguay.

  4. COMENTARIO DEL DR. GUILLERMO PLANAS SOBRE EL ESCRITO “LA MAS GRANDE ALEGRIA CONCEBIBLE” (Del Dr. Francisco Kerdel) tomado de Bitácora Médica y publicado en Piel-L.org.; 02 de Agosto de 2009.

    Mientras leía el relato del Dr. Francisco Kerdel sobre su interesante viaje a Etiopía en compañía de los Drs. H Blank y C Jacobson ya hace aproximadamente 45 años, no puede dejar de pensar que lo que para muchos seres humanos sembrados en tan distante territorio Africano, -por allá en el cuarto o quinto mundo- se convertía en “la mas grande alegría concebible”, al ser excluidos de la lista fatídica de los dolientes de la bíblica enfermedad de Hansen, para otros, más cercanos en nuestro sufrido continente latinoamericano, seguramente compartirían esa alegría de verse libres, si no de la terrible endemia de la pobreza y la hambruna, al menos que su organismo no haya sido presa de los temibles bacilos que a su antojo estigmatizan, mutilan y destruyen el organismo.

    Todos sabemos que la enfermos de Hansen, son pacientes generalmente hospitalarios y que muy escasos pacientes se observan a nivel de la consulta privada, quizás por el origen y ambiente socio-económico de donde provienen, el estado de promiscuidad característico de la pobreza extrema en que sobreviven, que facilita el contagio de enfermedades infecto-contagiosas como la TBC y el Hansen, y lógicamente también por la existencia de centros especializados en la enfermedad como el Instituto de Biomedicina, que brinda toda la experiencia profesional, de recursos y de investigación que pueden necesitar estos pacientes.

    Permítaseme recordar a manera anecdótica, algunos pocos casos vistos en mi consulta privada que quedaron grabados en mi memoria, por las circunstancias que rodearon su presentación.

    1.- Cuando era apenas un recién graduado de Dermatólogo, salido de lo mas orondo de las filas del Instituto de Biomedicina, inicié mi consulta privada en una clínica del este de Caracas. Me llama por teléfono uno de los directivos de la clínica y me dice:…. “Mira Guillermo, tengo aquí un caso de Eccema Marginado de Hebra que me gustaría que lo vieras. Ya te lo mando y luego me avisas que te pareció”. No era muy común en el postgrado, tal designación de la tinea inguino-crural, con ese nombre un tanto rimbombante que llevaba el sello del famoso dermatólogo Austríaco. Faltó poco para que en su Rp. de referencia, apareciera el nombre completo: Ferdinand Ritter von Hebra. Se trataba de un paciente recién llegado a Venezuela, pero que seguramente traía su mal desde su lejana Hungría. Tremenda Lepra Dimorfa con sus placas características, sus pruebas de sensibilidad totalmente alteradas y su histología con mútiples bacilos en el infiltrado granulomatoso. Con toda la delicadeza del mundo, porque se trataba de un colega mucho mayor que yo, lo invité a examinar conjuntamente al paciente y revisar las láminas histológicas teñidas con el FF. Al correr de los años, pensé que hice lo correcto, para evitar que se confundiera una LD con una tinea. Luego la referencia obligada al IB, para su debido registro y estudio epidemiológico de los contactos.

    2.- En la misma clínica, un colega que trabajaba en el turno de la mañana, me dice: …Guillermo te voy agradecer que me veas a mi mamá quien presenta una tinea en el dorso de la mano, rebelde a todo tipo de tratamiento. Ha recibido más de 20 cremas diferentes. Yo mismo le he indicado numerosas cremas y ungüentos sin resultados. Le contesté: …“Con mucho gusto fulano, cuando quieras me la traes a la consulta. Estoy a la orden:”. Se trataba de una placa eritematosa, infiltrada, en forma de “herradura”, con evidente alteración de la sensibilidad. ¡Qué difícil es pasar por el trance de tener que decirle a un colega o a un amigo, que se mamá tenía una Enfermedad de Hansen, afortunadamente una LT, que una vez referida al IB, registrada y puesta en contacto con Dermatología Sanitaria, ya que vivía en el interior del país, curó con la medicación indicada. No obstante, aquello provocó un impacto emocional a nivel de la familia, a pesar de que se le explicó al colega, la buena evolución y la benignidad de su cuadro. La mejoría lenta pero progresiva ayudó a calmar los ánimos. El estigma, Dr. Kerdel, que perdura a través de los siglos y que marcan a estos pobres pacientes por el resto de sus vidas, creo que solo igualado o superado en los tiempos modernos por el SIDA.

    3.- Me encontraba realizando mi segundo postgrado en Dermatopatología, cuando de la dirección del Instituto de Biomedicina, me llaman a la Sección donde laboro y me preguntan si fulano de tal, alto funcionario del ejército, es familia mía. Contesto afirmativamente, y digo que es mi primo-hermano. Resulta que el servicio que trabajaba en su casa, oriunda de la frontera, resultó positiva para Hansen. Lo llamé por teléfono y me pregunta: Qué pasa Guillermo ? Tienes algún problema ?. No fulano, necesito hablar contigo personalmente y le explico la situación. Todo el núcleo familiar fue examinado y afortunadamente ninguno resultó afectado. Mi primo pudo exclamar con gran satisfacción:…“ésta es la más grande alegría concebible”.

    Por cierto Dr. Kerdel, disfruto mucho de estas anécdotas, porque todo viaje deja una gran enseñanza. Por un momento, leyendo su escrito, tuve un lapsus entre Uganda y Etiopía., porque están relativamente cercanas Pero afortunadamente ese increíble programa informático denominado Google-Earth similar al sistema de Información Geográfica (SIG). que nos brinda Internet, me sacó de dudas. y es que en Uganda, para la época que Ud. visitó Etiopía, gobernaba el cruel y despiadado dictador militar Idi Amin Dada apoyado al principio por fuerzas Británicas e Israelitas y luego derrotado por fuerzas de Tanzania. Este monstruo tiene en su haber medio millón de muertos en Uganda. En el aeropuerto de Entebbe fue donde se realizó unos de los rescates más espectaculares de rehenes por parte de las fuerzas aéreas israelitas (1976).

    Un abrazo,
    Guillermo Planas G.
    Caracas-Venezuela

  5. Dra. Raquel RAMOS
    Valencia, Edo. Carabobo

    Querida Raquel:

    Tu amable y sentido comentario me estimula e incita a continuar nutriendo la nueva sección de BITÁCORA MÉDICA titulada «Reflexiones y Anécdotas de Médicos», que aprovecho para poner a tus órdenes, ya que nos honraría mucho publicar allí escritos tuyos. No podría estar más de acuerdo contigo en lo que tan expresivamente escribes, y pienso que esta narrativa, de fácil y entretenida lectura, es el vehículo más eficiente para transmitir información válida en materia de ética y conductas profesionales a los colegas jóvenes, siempre deseosos y alertas de los conocimientos relacionados con la experiencia de los mayores.
    Estoy copiando este correo al Ing.José HERNÁNDEZ, Webmaster de BITÁCORA MÉDICA para que anexe tu comentario a mi escrito en el blog.

    Cordial abrazo,

    Francisco Kerdel Vegas

  6. Dr Francisco, su generosidad, solo es compatible con el gran cariño y la admiracion que siento por usted debido en principio al conocimiento de su obra » por sus obras los conocereis» y luego a las deferencias que ha tenido para conmigo desde la primera conversacion. Le hare llegar progresivamente material para su seccion «Reflexiones y Anécdotas de Médicos» con todo el amor del mundo. Me recuerda un poco, a las historias compilada de A. J Cronin, escritor que disfrute tanto en mis años mozos.
    Un fuerte abrazo.
    Raquel Ramos
    Valencia.

  7. Querida Raquel,tu años mozos son estos…

  8. Vale Wilmer, corrijo entonces, en mis años mas mozos!!!!! Besos. Raquel

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