Por Martha Miniño
Para Karim
Ella se mira en el espejo, su cara, surcada de arrugas, surcos y líneas que desdibujan un rostro, le dibujan de nuevo y crean cada día una faz nueva que debe enfrentar la vida sin la lozanía del ayer, más cargada de recuerdos, más pesada la carga de un pasado que no parece querer irse a ningún lado, pasado que parece recostarse en los pesados párpados que amenazan con cerrar sus ojos y no permitirle ver más allá del horizonte y cerrarle los caminos, dejarla allí, sentada con sus historias de un ayer que nunca se olvidó, nunca se perdió.
Pliegues de una carga abrumadora, líneas verticales que trazan inflexibles cada tramo, cada pausa, cada vez que miraste y sonreíste al sol y lloraste al caer la noche. Hendiduras que cuentan cada vez que perdiste algo, cuando la alegría pareció escapar de tus manos, grietas de un viejo camino de piel que cuenta tantas historias, cada una con un final que converge en uno solo, la historia de tu vida que ahora retrata el espejo y que quieres ocultar, aliviar la vergüenza de un añejo vivir, buscar una falsa ilusión de la juventud que quedó perdida en algún rincón, entre lágrimas y alborozos, dolor y esperanzas, todo aquello que quedó atrás y que quieres borrar de tu cara, del retrato de esa luna de cristal.
Cada línea cuenta su propia historia desde que te hiciste mujer, cada surco sus emociones inherentes, pliegues de maternidad, sufrimiento y desvelos, hendiduras que narran una vida con un diario acontecer de lo cotidiano, que a veces se te antoja grandioso, enorme, que no puedes sobrellevar y que se esconde lentamente entre tu piel, y anida allí, dormido, esperando poder salir y reflejarse en tus pupilas, tus labios que se han consumido, se han dormido, se han vaciado, han quedado sin palabras, sin aliento para ti, tu voz se ha quedado en los oídos de otros, las han recogido y envuelto en paños de seda transparente y las guardan escondidas, como tu guardas cada una de las palabras que de ellos recogiste y que marcaron un camino en tu rostro que no lleva a ningún lado, no tiene destino, solo hundirse más en tu ser y marcar con su sello donde las ruedas de un destino quedarán atrapadas por un lodo de la historia que les quiere agarrar y no soltar, porque no tienen donde más ir, marcan con sus zarpazos cada momento de tu vida, momentos, recuerdos, un ayer que quieres dejar atrás, olvidar.
Hoy quieres borrar la historia de tu vida, marcar con la frescura de un más allá de la distancia una lozanía que no encuentras, y que tus manos no podrán alcanzar, cubrirás con una máscara, olvidarás que una vez has existido, la historia no se repetirá, estará allí, oculta, tal vez algún momento relegada, arrinconada, solo tu sabrás de ella, olvidarás que un pasado tuyo existió, borrarás la historia de tu vida.