El microbioma
juega un papel fundamental en el entrenamiento y desarrollo de los
principales componentes del sistema inmunológico innato y adaptativo del
huésped. Por su parte, el sistema inmunológico vigila y contribuye con
el equilibrio de la simbiosis huésped-microbio. Los desequilibrios en
las interacciones microbiota-inmunidad en contextos ambientales
definidos contribuyen a la patogénesis de una multitud de trastornos
inmunomediados.