El elevado costo de los modernos aparatos de imaginología (tomógrafos y resonancia magnética), al igual que los de radioterapia nos lleva a pensar que debería existir cierta racionalización en su adquisición y utilización, y si ello es cierto cuando se trata del sector público, también es aconsejable en el sector privado, donde es factible llegar a acuerdos de cooperación entre diversas clínicas y hospitales privados. El colega académico Ladimiro Espinoza, para hacer más convincente esa "racionalidad" comparaba los costos de algunos de los aparatos más caros, con lo que se podía hacer en otras áreas del funcionamiento de esas instituciones si los fondos se utilizaran en esa otra dirección.
Llegamos a la conclusión que en esta era de nuevos avances tecnológicos continuos, los especialistas se comportan como niños con juguetes nuevos, y encuentran siempre argumentos convincentes para justificar esas cuantiosas inversiones de aparatos, que juiciosamente utilizados a capacidad podrían servir ciudades y a veces hasta regiones o países. Por otra parte no podemos descartar la posible tentación al indicar indiscriminadamente estos exámenes (queremos pensar que no de estos tratamientos) para "amortizar" los elevados costos incurridos.
Situación parecida ocurre con ciertos nuevos fármacos, que algunas veces tienen costos elevadísimos debido en parte a la inversión realizada en investigación para descubrirlos y desarrollarlos, lo que unido a un mercado limitado, sirve de justificación para explicar precios inaccesibles.