La activista india Vandana Shiva en su libro de 1997 «Biopiratería. El saqueo de la naturaleza y el conocimiento» (Biopiracy: the plunder of nature and knowledge») dice «que el modelo reduccionista de la biología contemporánea, con énfasis hacia la biología molecular, no fue producto de un accidente sino un paradigma planificado cuidadosamente con fines comerciales». Según ella el promotor de todo esto, entre los años 30s y 50s del siglo pasado, fue la Fundación Rockefeller. El término de «biología molecular» fue acuñado por Warren Weaver en 1938 cuando era Director de la División de Ciencias Naturales de la Fundación.
La Fundación Rockefeller invirtió 25 millones de dólares entre 1932-1959 en programas de biología molecular de los EEUU, lo cual era mas del 25% de su inversión en ciencias biológicas. Además, por 12 años consecutivos al Premio Nobel de Watson y Crick en 1953, los premios fueron otorgados a investigadores en parte o completamente financiados por la Fundación Rockefeller. En su libro Shiva dice «que la idea detrás de la inversión gigantesca era desarrollar las ciencias humanas como una plataforma para el control social a través de ciencias naturales, médicas y sociales. La palabra clave era ‘herencia’, dándole un carácter ‘natural’ a la jerarquía y la iniquidad, características del capitalismo».
Si la biología molecular fue impulsada con fines comerciales e ideológicos es algo que muchos argumentarían, sin embargo la aparición en los 90s de un personaje digno de esa escuela propuesta por Shiva, nos obliga a reflexionar. El controversial personaje es Craig Venter, un individuo egocéntrico y sensacionalista que la prensa le ha dado por llamar «El Padre del Proyecto Genoma». Venter es admirado por muchos y odiado por otros tantos. El representa, a pesar de sus méritos científicos, el concepto de la ciencia y la tecnología como un teatro y un negocio.
Desde sus inicios en los 80s cuando trabajaba en el NIH, Venter intentó patentar una técnica con la cual había trabajado, denominada marcador de secuencia expresada o EST (expressed sequence tag) y entró en litigio con el propio NIH. La EST es una pequeña parte de una secuencia de nucleótidos transcrita muy útil para identificar genes que se transcriben y en el descubrimiento de genes, y para determinación de sus secuencias.
Venter se hizo famoso al arrancar su propio Proyecto Genoma Humano en 1999, fuera del estamento público, con propósitos comerciales y utilizando una técnica denominada «shotgun sequencing». Actualmente es el presidente del J. Craig Venter Institute. En 2005, cofundó Synthetic Genomics, una compañía dedicada al uso de microorganismos modificados genéticamente para la producción de etanol e hidrógeno como combustibles alternativos. Este año, igual como hizo en 2005, Venter anuncia haber creado vida artificial al insertar un genoma sintetizado en el laboratorio en el caparazón de una célula bacteriana y mantenerla viva.
Para conocer un poco como funciona Venter, en el 2004 obtuvo fondos públicos por 12 millones de dólares del Departamento de Energía estadounidense. Con ellos recorrió en su barco Sorcerer II (El Hechicero II), mares ricos en biodiversidad, recolectando microorganismos que pudiesen ser utilizados en sus experimentos para construir formas de vida artificial. En varios de los países que visitó obvió los permisos reglamentarios y en otros utilizó investigadores locales de mampara.
El fondo del frasco, de tecnologías buenas mal utilizadas, es Monsanto, la empresa multinacional que vende productos para la agricultura, principalmente herbicidas y semillas genéticamente modificadas. Monsanto ha sido muy criticada en los últimos 20 años, por crear semillas genéticamente modificadas resistentes a herbicidas de la competencia y semillas que solo crecen con fertilizantes elaborados por ellos. Semillas de algodón, soya y arroz son algunas de las que han generado mayor controversia. Este tipo de abuso ha generado una mala propaganda para lo organismos geneticamente modificados, los cuales según algunos científicos pueden ser la solución para para mitigar el hambre en el mundo y reducir enfermedades en plantas y animales.
La conclusión, a manera de reflexión, es que si hay que buscar un culpable de los estragos causados por la ciencia y la tecnología, la culpa no es de la herramienta sino de los humanos que la utilizan. Como docentes los profesionales de salud debemos ejercer y fomentar las buenas prácticas profesionales.
Comparto mucho de lo que dice el editorial, sin amar u odiar a la Monsanto o a Venter, a quien considero un científico extraordinario con aciertos y defectos como cualquier ser humano. Sin embargo, tal como se indica, cito: «la culpa no es de la herramienta sino de los humanos que la utilizan» y debo añadir, q la culpa también es producto de la ignorancia de la ciencia, del conocimiento propiamente dicho, de su aplicabilidad, de la falta de políticas de ciencia y tecnología a nivel de estado, de los farsantes de la ciencia como por ej. vendedores de «salud», regaladores de material biológico autóctono en supuestas colaboraciones ej. caso de la Monsanto con el arroz basmati, los investigadores mamparas señalados en el y caso de Venter, la enfermedad de Huntington (mal de sambito) en Venezuela, etc. Esto suele ser una práctica en muchos países del tercer mundo.
Hay contra ejemplos de Venter, en otros tiempos fue J. Watson, por ejemplo Francis Crick, físico y biólogo molecular quien dejo todo un legado en biología molecular y aspectos moleculares del sistema nervioso. En el fondo no todo lo de Venter es malo, una cosa es su egocentrismo y otra el conocimiento generado, el cual ha tenido un gran impacto en salud, microbiología, y otras áreas de las ciencias biológicas. El viaje señalado en el Sorcerer II fue fundamental para establecer la disciplina que hoy se llama Metagenómica. De hecho la critica de los expertos y científicos calificados en el área ha sido la piedra de tranca de estos egocentrismos.
Lo indicado en el editorial es totalmente cierto, cito «Como docentes los profesionales de salud debemos ejercer y fomentar las buenas prácticas profesionales». Igualmente, deberíamos enseñar a ser más pro-activos en el conocimiento, a mantenernos al día, a generar conocimientos y no mantenernos como simple seguidores y repetidores de ciencia (seudocientífico), a ser críticos y auto críticos.
Detras de cualquier evento vital hay un transfondo capitalista y sobre esos hombros la civilización ha crecido, o ¿es que Miguel Angel no hizo las bellezas que hizo si no hubiera tenido mecenas?. El punto esta en hacer capitalismo con ética, o con moral o con un Dios supremo a seguir y a frenar lo que algunos llaman «capitalismo feroz»
Buenas noches Dr. Piquero, siempre espero sus comentarios, tiene siempre la forma adecuada de emitir buenos juicios sobre temas difíciles.
El desarrollo tecnológico de nuestras civilizaciones y de la ciencia es sustentado en el desarrollo económico de las industrias.
Lo que siempre se debe tener como norte es el respeto a los seres humanos y el temor a nuestro Dios.
Saludos
Luz Marina Aular
Buenos días;:
Sabemos de ciertas irregularidades en el mercadeo de medicamentos, de algunas Corporaciones farmacéuticas frente al médico; además, las presiones han invadido los grandes centros de investigación más importante del planeta, esto ha conducido a grandes escándalos, que obviamente ponen en tela de juicio la honestidad y la ética de estos centros. Con frecuencia vemos largas listas de “conflictos de intereses” de conferencistas destacados y con experiencias en congresos, reuniones, meeting, que ponen en entredichos los conceptos emitidos pues pueden representar un sesgo científico.
Esta relación se caracteriza, en ocasiones, por una imposición de sus productos utilizados en diferentes enfermedades, pretendiendo desplazar la autonomía propia del médico; últimamente, esto se ha hecho más evidente en los tratamientos de pacientes con Psoriasis y sus complicaciones.
¿Cómo afrontar conceptualmente el problema?
No se trata de convertir al laboratorio en un ente adverso a los intereses del médico y de la medicina; sino más bien, exhortarlos al reconocimiento de los reglamentos, códigos, normativas, etc., existentes desde hace mucho tiempo, en el desenvolvimiento de la medicina y con ello el desempeño del médico; y es que más bien, se debería transformar esa relación en beneficio mutuo.
Como es bien sabido, el quehacer del médico, la ética individual se constituye en un eje rector de todas sus decisiones frente al paciente; es justamente esto una condición vital a la hora de establecer la relación con el médico.
Por otra parte los organizadores de loe Congresos y reuniones deben estar atento a los compromisos económicos de los conferencistas y de esta manera seleccionar estrictamente a la hora de elaborar los programas científicos.
Es una gran oportunidad la que ofrece este foro PIEL-L LATINOAMERICANA para discutir y sacar concluciones mensurables que puedan servir para que nuestras sociedades médicas, redes y congreso utilicen en el devenir de nuestras actividades científicas; especial atención a los centros de formación de post-grados en donde estos temas deberían ser incorporados al pensum.
Muchas gracias:
Rolando Hernández Pérez
Barinas/Venezuela.
En la Universidad de Oriente en la Licenciatura de Biología, incorporamos la asignatura de Bioetica como parte del pensa de estudio, al igual que en algunos de los postgrados que ofrecemos, pero la aplicación de los principios sólo estará garantizado por los valores personales del individuo.
Sin duda esta editorial toca una de las aristas de la ciencia y a tecnología, donde el debate puede ser trascendental y llevarnos en este caso paginas. Ojalá pudiera realizarse un foro donde se debatiera este tema con distintos expertos en ciencias exactas, ciencias sociales, medicina lideres religiosos, sus conclusiones podrían asombrarnos.
UNA PATOTA QUE IMPIDIO UNA CHARLA
Censura y presiones
Por Darío Aranda
Desde que difundió el avance de su investigación, en abril de 2009, la vida del docente de la UBA e investigador de la UBA Andrés Carrasco dio un vuelco. Abogados de la Cámara de Fertilizantes (Casafe) irrumpieron en su laboratorio y amenazaron a sus colaboradores. Le siguieron amenazas telefónicas, campañas mediáticas de desprestigio (llegaron a afirmar que su investigación no existía) y censura en la Feria del Libro. Reconoció presiones desde el Conicet y, la última semana, un grupo de choque frustró una charla que iba a dar en el Chaco. La legislatura provincial y Amnistía Internacional repudiaron el hecho.
La Leonesa es una localidad de diez mil habitantes a 60 kilómetros de Resistencia. Desde hace siete años denuncian el efecto sanitario de los agroquímicos utilizados en plantaciones de arroz. Apuntan al glifosato, endosulfan, metamidofos, picloran y clopirifos, entre otros químicos usados también en los cultivos de soja. En abril pasado, estadísticas oficiales del gobierno del Chaco confirmaron lo temido: en sólo una década, los casos de cáncer en niños se triplicaron y las malformaciones en recién nacidos aumentaron 400 por ciento.
Carrasco fue invitado por las familias afectadas a dar una charla en la Escuela 35 sobre su investigación, pero una patota golpeó y amenazó a los asistentes. Carrasco y el jefe del Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Nacional del Nordeste, Raúl Horacio Lucero, fueron amenazados, privados de su libertad durante y muy cerca de ser golpeados.
Los agresores se identificaron como trabajadores arroceros y empleados municipales. Y, según los testigos, obedecían las órdenes del intendente José Carbajal y su esposa, la diputada provincial Elda Insaurralde. Entre la decena de golpeados estuvieron el ex subsecretario de Derechos Humanos Marcelo Salgado y el diputado de Libres del Sur Carlos Martínez.
“Fuimos amenazados, golpeados, pateados, insultados, descalificados como ciudadanos y personas. Nos dijeron ‘cuiden a sus hijos’, ‘conocemos dónde viven’, ‘sabemos a qué escuela van tus hijos’. Responsabilizamos al gobierno provincial de cualquier hecho que pueda sucederle a nuestras familias”, advirtieron en una carta abierta los vecinos de Las Palmas y La Leonesa. EL gremio docente Utre-Ctera también denunció que trabajadores de la educación, que apoyan las denuncias de los vecinos contra las fumigaciones, fueron atacados y amenazados días posteriores a la frustrada charla.
La legislatura del Chaco repudió el hecho y votó una resolución (con 23 votos a favor y 7 en contra) para que la Comisión de Asuntos Constitucionales excluya de la cámara a la diputada Insaurralde. La acusan de “conducta indigna” por haber participado activamente en la agresión a los vecinos y a los científicos Carrasco y Lucero.
La ONG de derechos humanos Amnistía Internacional lanzó una campaña urgente donde insta al Gobierno a que “actúe sin demora para garantizar la seguridad de las personas que residen en La Leonesa y en las comunidades vecinas”. También solicitó a las autoridades locales proteger el derecho a la libertad de información y expresión “para que las comunidades que viven en zonas agroindustriales puedan buscar, recibir y divulgar información sobre los posibles efectos de los agroquímicos”.
Carrasco y Lucero recibieron la solidaridad de una veintena de organizaciones sociales y académicos. El Grupo de Gestión de Políticas de Estado en Ciencia y Tecnología es un colectivo de profesionales que problematiza la lógica productivista de la ciencia actual y divulga información. Participan más de 1600 profesionales de 90 instituciones educativas, científicas y de investigación.
“Expresamos nuestro repudio por los hechos de violencia del Chaco. Sería importante que se expidieran el Conicet, al cual pertenece el doctor Carrasco, así como las universidades”, reclamó la organización y recordó que Carrasco había sido censurado en la última Feria del Libro, donde no se le permitió dar una charla sobre las consecuencias de los agroquímicos.
Carrasco fue presidente del Conicet y es uno de los científicos más importante del país. En 1984 descubrió los genes reguladores del desarrollo embrionario (“genes Hox”), que le significó reconocimiento a nivel mundial y artículos en las revistas científicas Cell y Nature, dos de las publicaciones más prestigiosas del ámbito académico mundial.
Al momento de divulgar los avances de investigación, en abril de 2009, Carrasco ganó enemigos. “Las empresas del agro, los medios de comunicación, el mundo científico y la dirigencia política son hipócritas con las consecuencias de los agrotóxicos”, denunció en ese momento, explicó que “el modelo agrícola utiliza numerosos agroquímicos de los cuales no se realizan estudios” y remarcó que su trabajo no descubría algo nuevo, sino que confirmaba lo que otros investigadores había alertado. Citaba a Gilles-Eric Seralini (Universidad de Caen, Francia), Robert Belle (director de la Estación Biológica del Centro Nacional de Investigación Social de Roscoff, Francia) y Rick Relyea (Universidad de Pittsburg, Estados Unidos).
Le siguieron amenazas telefónicas y presiones del ámbito científico.
En un hecho inédito para el ámbito científico de Argentina, más de 300 investigadores nacionales y extranjeros, decanos de facultades nacionales, organizaciones sociales y referentes de los derechos humanos lanzaron una carta pública llamada “Voces de alerta”, donde explicitaron su apoyo a Carrasco y apuntaron a la cuestión de fondo: “El discurso de políticos, funcionarios, comunicadores y mediadores contratados por las corporaciones económicas producen, a manera de discurso único, el canto de sirena del ‘desarrollo sustentable’ del modelo sojero y la ‘minería responsable’ como factor de transformación. Ese discurso hegemónico es legitimado por actores universitarios y científicos pagados por las transnacionales en un sistema público que ha sido desapropiado”.
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LA CHEMICAL RESEARCH IN TOXICOLOGY PUBLICO UN TRABAJO SOBRE LOS EFECTOS EN ANFIBIOS Y HUMANOS QUE PUEDE GENERAR EL GLIFOSATO
“Deformaciones similares a las de embriones humanos”
El glifosato produce malformaciones en embriones anfibios y sus efectos alertan sobre las consecuencias en humanos. Una revista científica acaba de publicar el trabajo del argentino Andrés Carrasco, que estudió el efecto del agroquímico.
“Concentraciones ínfimas de glifosato, respecto de las usadas en agricultura, son capaces de producir efectos negativos en la morfología del embrión (anfibio), interfiriendo mecanismos normales del desarrollo embrionario”, alertó en abril de 2009 el jefe del Laboratorio de Embriología Molecular de la UBA e investigador principal del Conicet, Andrés Carrasco. Fue la primera vez que un estudio de laboratorio de Argentina confirmaba el efecto perjudicial del agroquímico pilar del modelo de agronegocios. Luego del anuncio, Carrasco fue blanco de una campaña de desprestigio por parte de las empresas del sector, medios de comunicación y funcionarios. Aunque el científico aclaró que se trataba de un avance de investigación, el principal cuestionamiento fue la falta de publicación en una revista científica, que –según los sostenedores de los agronegocios y buena parte del mundo académico– sería lo que otorga validez al saber científico. Un año y medio después de aquella alerta, el lunes último, la revista estadounidense Chemical Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología) publicó la investigación de Carrasco, donde se confirma que el glifosato produce múltiples malformaciones y, con análisis científicos como prueba, advierte: “Los resultados comprobados en laboratorio son compatibles con malformaciones observadas en humanos expuestos a glifosato durante el embarazo”.
El Laboratorio de Embriología Molecular cuenta con veinte años de trabajo en investigaciones académicas, funciona en el ámbito de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y es un espacio de referencia nacional en el estudio científico, conformado por doctores en bioquímica, genética y biología. Durante 30 meses estudió el efecto del glifosato en embriones anfibios y de pollos. “Herbicidas basados en glifosato producen efectos teratogénicos en vertebrados interfiriendo en el metabolismo del ácido retinoico”, es el título de la investigación, que confirma deformidades producidas por el agroquímico en concentraciones de hasta 5000 veces menos que el producto comercial (500 veces menos de las utilizadas en agricultura).
Las diez páginas de la revista científica están plagadas de términos técnicos que, de distinto modo, dan cuenta del efecto negativo del agroquímico: microftalmia (ojos más pequeños de lo normal), microcefalia (cabezas pequeñas y deformadas), ciclopía (un sólo ojo, en el medio del rostro, malformación conocida en clínica médica), malformaciones craneofaciales (deformación de cartílagos faciales y craneales) y acortamiento del tronco embrionario. Y no descarta que, en etapas posteriores, se confirmen malformaciones cardíacas.
“Los embriones más gravemente afectados carecen de ojos y fosas nasales (…) El glifosato interfiere con mecanismos esenciales del desarrollo temprano conduciendo a malformaciones congénitas”, explica la investigación, publicada en la revista científica Investigación Química en Toxicología (Chemical Research in Toxicology), de la Sociedad Americana de Química (ACS, por sus siglas en inglés, entidad con sede en Estados Unidos, que cuenta con más de 160.000 miembros y es una sociedad científica referente a nivel mundial).
Argentina cuenta en la actualidad con 19 millones de hectáreas de soja transgénica, el 56 por ciento de la superficie cultivada del país, y 190 millones de litros de glifosato, donde la marca comercial más famosa es el Roundup, de la compañía Monsanto, que comercializa la semilla de soja resistente al agroquímico. También producen glifosato las empresas Syngenta, Atanor, Dupont y Bayer, entre otras. El químico se utiliza en la producción de arroz, donde también acumula denuncias por sus efectos sanitarios.
El agroquímico tiene la propiedad de permanecer extensos períodos en el ambiente y viajar largas distancias arrastrado por el viento y el agua. Se rocía (vía aérea o terrestre) sobre los campos. Lo único que crece en la tierra rociada es soja transgénica, el resto de los vegetales absorbe el veneno y muere en pocos días. La publicidad de las empresas clasifica al glifosato como inofensivo para al hombre.
“El efecto (del glifosato) sobre embriones abre la preocupación acerca de los casos de malformaciones en humanos observados en poblaciones expuestas en zonas agrícolas”, remarca la revista científica y explica: “Debido a defectos craneofaciales observados en seres humanos de zonas agrícolas decidimos explorar si los genes implicados en el desarrollo de la cabeza son alterados con el agroquímicos. Confirmamos que tanto la marca comercial como el glifosato puro producen defectos cefálicos”.
Los resultados experimentales se realizaron en embriones anfibios y de pollos, modelos tradicionales de estudio en embriología cuando se investigan trastornos en el desarrollo de vertebrados. “Debido a la conservación de los mecanismos que regulan el desarrollo embrionario de los vertebrados, los resultados de ambos modelos (anfibios y pollos) son equivalentes con lo que sucedería con el desarrollo del embrión humano”, explica el profesor de embriología de la UBA e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
La revista científica señala que se avanzó en un hecho inédito, de particular interés para el ámbito científico, que es vincular las malformaciones con la incidencia del glifosato en el aumento del ácido retinoico (derivado de la vitamina A, normal en todos los vertebrados y esencial para la regulación correcta de los genes involucrados en la vida embrionaria). “Pequeñas variaciones de ácido retinoico producen malformaciones. Nuestro trabajo es la primera evidencia de que las malformaciones producidas por el glifosato se asocian con el ácido retinoico”, explicó Carrasco a Página/12.
Luego de detallar hasta el extremo las formas de cómo se realizaron los análisis, la investigación problematiza los aspectos macro de la problemática argentina: “El modelo agrícola basado en el paquete tecnológico de OMG (Organismos Genéticamente Modificados) en la actualidad se aplica sin evaluación crítica, sin normas rigurosas y sin información adecuada acerca del impacto de las dosis subletales sobre la salud humana y el medio ambiente”.
La investigación –que lleva la firma de todo el equipo científico de Carrasco– recuerda que en la última década varios países de América latina iniciaron estudios sobre las consecuencias ambientales del uso de herbicidas y pesticidas y destaca que en Paraguay un estudio epidemiológico en mujeres expuestas durante el embarazo a los herbicidas confirmó 52 casos de malformaciones.
También remarca que Argentina cuenta con antecedentes que debieran haber llamado la atención de los organismos de control. Destaca el aumento en la incidencia de malformaciones congénitas informado desde hace cinco años por el bioquímico y jefe del Laboratorio de Biología Molecular de la Universidad Nacional del Nordeste, Horacio Lucero, y la situación del barrio cordobés Ituzaingó Anexo (rodeado de soja y donde se detectaron casos de malformaciones y repetidos abortos espontáneos).
“Estos hallazgos se concentran en familias que viven a escasos metros de donde regularmente se rocían los herbicidas. Toda esta información es extremadamente preocupante por riesgo de inducir alteraciones en la gestación humana”, confirma la publicación internacional, recuerda que la literatura científica ya comprobó que los factores ambientales inciden durante el embarazado y, sobre todo, remarca que “la placenta humana ha demostrado ser permeable al glifosato”.
El trabajo del Laboratorio de Embriología de la UBA hace especial hincapié en el “principio precautorio”, legislado en la Ley Nacional del Ambiente, que insta a tomar medidas protectoras toda vez que existan posibilidades de perjuicio ambiental y sanitario. La investigación de Carrasco, que aporta nuevos elementos de prueba, cuestiona que “a pesar de todas las pruebas reportadas en la literatura científica y las observaciones clínicas en el campo, no se ha activado el principio de precaución con el fin de darse cuenta de la profundidad del impacto sobre la salud humana producida por herbicidas en la agricultura basados en OGM”.
Andrés Carrasco insistió en que su publicación científica es, junto a otros estudios ya realizados, “un alerta que reclama la aplicación del principio precautorio en todo el país” y adelantó a Página/12 que puso su investigación a disposición de las autoridades del Conicet y de los ministros de Salud (Juan Manzur) y Ciencia (Lino Barañao). “Esta investigación, junto con otras ya existentes, deben invitar de forma urgente a un debate abierto a la sociedad con las máximas autoridades –-reclamó–. Es necesario terminar con el silencio, ya que la peor de las situaciones es la negación de lo que está sucediendo en las poblaciones sometidas al impacto de los agroquímicos.”
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En nombre del grupo editorial de Piel Latinoamericana quiero agradecer los comentarios a esta Editorial. Agradezco enormemente a Luz Bettina Villalobos por su propuesta para hacer un evento al respecto; y a mi amigo y pasado pupilo Juan Chassaigne por presentarnos el Caso Carrasco de Argentina, el cual es muy representativo y nos señala las acciones y los alertas a seguir.