Lo que me ha motivado a recordar la figura de la doctora Apgar es un ensayo del escritor médico Atul Gawande, titulado "The Score" (en español, la Puntuación) que apareció en la revista "The New Yorker, donde nos narra en forma apasionante uno de los logros de la gran médico norteamericana, que inmortalizó y globalizó su nombre: La Puntuación Apgar.
El escrito del Dr. Gawande es presentado como sigue:
"A pesar de los avances en atención médica, las tasas de mortalidad para madres e infantes durante el parto eran conmocionantemente altas a comienzos del siglo XX – hasta que Virginia Apgar apareció con su prueba revolucionaria. Desde entonces, la tasa de mortalidad se derrumbó. Atul Gawande observa estos desarrollos a la luz de cómo se atienden los partos hoy en día."
Virginia Apgar (1909-1974) estudió medicina en el "College of Physicians and Surgeons" de la Universidad de Columbia en Nueva York, graduándose en el cuarto puesto de su promoción en 1933. Se entrenó allí mismo en cirugía (la primera mujer aceptada en ese programa), y más tarde el jefe de ese departamento, le aconsejó dedicar sus esfuerzos a la anestesiología -una especialidad que no fue reconocida como tal hasta la década de 1940- ya que presumía que a una mujer le sería imposible atraer pacientes ejerciendo como cirujano.
Después de formarse en anestesiología en los pocos programas entonces existentes, regresó como anestesióloga a Columbia en 1938. Ya en 1946 adquirió el rango de especialidad reconocida y en 1949 la Dra. Apgar fue designada la primera mujer profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Columbia.
Su gran logro, en 1952, fue el diseño e introducción de la "Puntuación Apgar". El primer método estandarizado para evaluar la transición a la vida fuera de la matriz, del recién nacido. Se estima que anualmente hay alrededor de 130 millones de nacimientos en todo el mundo, de ellos más de 4 millones en los Estados Unidos. Desafortunadamente un cierto porcentaje de ellos tendrá problemas. Es la tarea de los médicos tratar de reducir ese porcentaje. Aún para los años 30 del siglo XX se podía afirmar que el nacimiento de un hijo era el acontecimiento más peligroso en la vida de una mujer: uno, entre 150 embarazos, terminaba en la muerte de la madre. Ya para los años 50 (reglas más estrictas, advenimiento de los antibióticos), el riesgo había disminuido en un 90%, a 1 en cada 2000 embarazos. Pero la situación no era la misma para el recién nacido, uno de cada 30 morían al nacer, y no estaba nada claro qué podía hacerse para cambiar tan dramática situación.
Allí es donde aparece Virginia Apgar en Nueva York con una idea … "una idea ridículamente simple, que transformó la obstetricia y la naturaleza del parto." La "Puntuación Apgar", como se la conoce universalmente, permitió a las enfermeras estimar la condición en que se encontraba el recién nacido inmediatamente después del parto, en una escala de cero a diez. El infante recién nacido obtiene dos puntos si presenta color rosado a lo largo y ancho de toda la piel de su superficie corpórea; dos más si llora; dos si respira tomando vigorosamente bocanadas de aire; dos más si mueve todos los cuatro miembros; y los últimos dos puntos, si el corazón late más de 100 veces por minuto. Si consigue los 10 puntos, significa que el niño nació en perfectas condiciones. Cuatro puntos o menos, significa un bebé azul, con serios problemas.
Esta "puntuación" fue publicada en 1953, y transformó el ejercicio de la obstetricia, cambiando un concepto clínico muchas veces intangible -la condición física del recién nacido- en un número que quedaba asentado y podía compararse. Pronto se comprendió que recién nacidos con una mala puntuación Apgar podían ser resucitados (con oxígeno y calor), con mejoría inmediata de esa puntuación. Se encontró, por ejemplo, que la anestesia raquídea y la epidural producían mejor puntuación en los bebés que la anestesia general. Otras mejoras, evaluadas según esos criterios, no se hicieron esperar.
Hoy en día en los Estados Unidos, un niño en un embarazo a término (9 meses) tiene la posibilidad de morir, uno en 500 partos, y la madre, una en 10.000. Queda bien demostrada la gratitud que la humanidad debe a esta gran médico estadounidense contemporánea, la doctora Virgina Apgar.
Francisco Kerdel-Vegas
Caracas, Venezuela Enero – 2008
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