La gran literatura es sencillamente idioma cargado de significado hasta el máximo de sus posibilidades. Tal como en medicina existen el arte de diagnosticar y el arte de curar, también en las artes, y en las artes particulares de la poesía … existe el arte de diagnosticar y el de curar. Uno persigue el culto de la fealdad y el otro el culto de la belleza.
La mayoría de los llamados poetas mayores han regalado su propio don, pero el término de "mayor" es más bien un regalo que les hace Cronos a ellos. Quiero decir que han nacido justamente a su hora y que les fue dado amontonar y arreglar y armonizar los resultados de los trabajos de muchos hombres.
En el verso algo le ha sucedido a la inteligencia. En la prosa la inteligencia ha encontrado un objeto para sus observaciones. El hecho poético preexiste.
Los artistas son las antenas de la raza. … digamos que los escritores de un país son los voltímetros y los manómetros de la vida intelectual de la nación. Son los instrumentos registradores, y si falsifican sus informes no hay límite al daño que pueden causar. El mal arte es un arte inexacto. Es arte que rinde informes falsos.
Toda crítica debería ser admitidamente personal. Al final de cuentas el crítico sólo puede decir "me gusta" o "me conmueve", o algo por el estilo. Cuando se nos ha mostrado a sí mismo, podemos comprender lo que quiere decir. Todo crítico debería dar información acerca de las fuentes y límites de su conocimiento.
Sugiero mandar al diablo a cuanto crítico emplee términos generales vagos. No sólo a los que usan términos vagos por ser demasiado ignorantes para tener algo que decir, sino también a los críticos que emplean términos vagos para ocultar lo que quieren decir, y a todos los críticos que emplean los términos tan vagamente que el lector puede creer que está de acuerdo con ellos o que asiente a sus afirmaciones cuando de hecho no es así.
Haz que un hombre te diga antes que nada y en especial qué escritores piensa que son buenos escritores; después se pueden escuchar sus explicaciones.
La única crítica realmente viciada es la crítica académica de los que hacen la gran renuncia, que se niegan a decir lo que piensan, si es que piensan, y que citan las opiniones aceptadas… Su traición a la gran obra del pasado es tan grande como la del falso artista del presente. Si no les importa lo suficiente la herencia como para tener convicciones personales, no tienen derecho a escribir.
No hagas caso de la crítica de quienes nunca hayan escrito una obra notable.
Citando mal a Confucio, se podría decir: No importa que el autor quiera el bien de la raza o que actúe simplemente por vanidad personal. El resultado se produce mecánicamente. En la medida en que su obra es exacta, es decir, fiel a la conciencia humana y a la naturaleza del hombre, en la medida en que formula con exactitud el deseo, será duradera y será "útil", quiero decir que mantiene la claridad y precisión del pensamiento, no sólo para el beneficio de algunos diletantes y "amantes de la literatura", sino que mantiene la salud del pensamiento fuera de los círculos literarios y en una existencia no literaria, en la vida general comunal e individual.
POEMAS
EL ÁRBOL
Estuve sin moverme, y fuí un árbol en el bosque,
Y supe la verdad de las cosas nunca vistas,
De Dafne y del laurel y de la antigua
Pareja que a los dioses celebraba
Unida, encina-roble, en medio de la campiña.
Sólo cuando los dioses fueron propiciamente
Llamados y atraídos al fuego de su pecho
Pudo obrarse el milagro.
Pues que fuí un árbol del bosque
Y muchas cosas comprendí
Que antes me parecieron inauditas.
Breve reseña biográfica:
Ezra Weston Loomis Pound (Hailey, Idaho, Estados Unidos, 30 de octubre de 1885 – Venecia, Italia, 1 de noviembre de 1972), poeta, ensayista, músico y crítico estadounidense perteneciente a la Lost Generation -«generación perdida»- que predicó fogosamente el rescate de la poesía antigua para ponerla al servicio de una concepción moderna, conceptual y al mismo tiempo fragmentaria.
Su obra monumental, los Cantos, o Cantares, le llevó gran parte de su vida. El crítico Hugh Kenner dijo tras encontrarse con Pound: «He tomado de repente conciencia de que estaba en el centro del modernismo».
Pound fue un ferviente seguidor de Benito Mussolini y fue criticado por su antisemitismo. Su compromiso con Mussolini le significó ser condenado en 1945.
Ezra Pound en 1913.
La primera poesía de Pound estuvo influida por los poetas del siglo XIX (especialmente los prerrafaelitas), la literatura medieval y la filosofía ocultista y mística neo-romántica.
Cuando se trasladó a Londres, echó mano de las lenguas y de las formas poéticas arcaicas en un intento por rehacerse como poeta. Fue amigo de W.B. Yeats, a quien consideraba el mayor poeta vivo, y para quien, eventualmente, trabajó como secretario.
En 1914, Pound se casa con Dorothy Shakespear, hija de Olivia Shakespear, novelista y amante de W.B. Yeats.
En los años anteriores a la Primera Guerra Mundial fue miembro muy destacado del Imaginismo y contribuyó con el Vorticismo, movimientos que dieron a conocer el trabajo de artistas como James Joyce, Wyndham Lewis, William Carlos Williams, H.D., Richard Aldington, Marianne Moore, Rabindranath Tagore, Robert Frost, Rebecca West y Henri Gaudier-Brzeska. Por aquel entonces fue cuando Pound revisó La tierra baldía de su amigo T. S. Eliot.
El 10 de octubre de 1924, abandona París con destino a Rapallo. En Italia continuó siendo un catalizador creativo, además de convertirse en admirador de Mussolini.
Tras la guerra, Pound fue juzgado en Estados Unidos por traición. Las intermediación de diferentes figuras del mundo cultural consiguió que se le declarara loco (así se le salvaba de una potencial pena de muerte) y que se le internara en el hospital del St. Elizabeth, donde permaneció durante doce años (1946-1958). Allí continuó elaborando The Cantos, además de traducir a Confucio.
En 1958 volvió a Italia, donde permaneció hasta su muerte en 1972. Aunque prosiguió con The Cantos, los veía como poco artísticos. Allen Ginsberg, en una entrevista con Michael Reck, indicó que Pound parecía lamentar muchos de sus últimos textos y que su obra tuviera que llevar el sambenito del antisemitismo.
Homenaje a un poeta muerto en Venecia
Ezra Pound murió en Venecia el 2 de noviembre de 1972, menos de cinco meses después de nuestra entrevista. Me encontraba en España, recorriendo esa dura y antigua tierra. Había visitado Ronda, en el sur, la ciudad sobre el abismo, donde Rilke viviera por un tiempo. Estuve leyendo sus cartas en el pequeño museo que los españoles le han dedicado en el hotel que habitara. Sus cartas de amor a Lou Salomé, también amada e inspiradora de Nietzsche. Reflexionaba que los españoles han rendido homenaje a este poeta universal, que pisara por breve tiempo su suelo lleno de historia y de leyenda. Seguí luego hacia el norte, a una ciudad pequeñita, cercana a Madrid, Medinaceli, donde el Cid buscara refugio en el destierro, ciudad de piedras y ruinas, romana y visigoda, pesada de misterio ibérico, quizá céltico, druídico. Está empinada sobre una colina y mira a un mar seco, árido, de olas parduscas, amarillas, lunares, como la visión de un planeta muerto. A veces, en el horizonte lejano, aparece un árbol solitario, colocado allí por la belleza, por ese alguien que se goza en ordenar el paisaje de Castilla para luego contemplarlo desde la cumbre de Medinaceli, a través del viejo Arco Romano, resto de una antigua fortaleza.
….. Me enteré de la muerte de Ezra Pound en Madrid, en los periódicos. Los españoles le rendian sentido homenaje. Eugenio Montes refería el entierro en Venecia, donde me transportaba con la imaginación nuevamente, hasta su casita de la calle Querini, viéndole ahora ir en su último viaje en góndola oscura, por los canales, hasta el cementerio de la isla de Saint Michele. El periodista Eugenio Montes contaba que en la última entrevista que tuvo con el poeta -hace muchos años, seguramente-, éste le había preguntado: "¿;Cantan aún los gallos del Cid al amanecer en Medinaceli?". Y agregaba que Pound había visitado Medinaceli en 1906, siguiendo la ruta del Cid. Pound amaba el poema del Cid, que consideraba superior aun a la Canción de Rolando. Había viajado a España para rehacer el antiguo camino del "Campeador". De este modo había llegado a ese misterioso pueblito de las alturas, que se conserva como en el medioevo.
….. De nuevo me encontraba en un cuarto de hotel, en Madrid ahora. Era de noche y quise continuar el diálogo, interrumpido en otra noche de Venecia, con el fantasma de mi amigo, ya desprendido en definitiva. Y el fantasma vino y se sentó en una silla, no sé dónde, de seguro no allí en ese cuarto de hotel, y se puso a hablar, a hablar, como no lo haría hace tanto tiempo. Estaba otra vez joven y recitaba poemas cósmicos, decía cosas inmortales, bellas, inmensas, como la ciudad de Venecia, como el paisaje de Castilla, como las montañas de la Luna. Yo escuchaba y olvidaba. Porque todo eso se olvida, y no se debe recordar.
Un monumento en Medinaceli
….. Días después volví a Medinaceli. Me enteré que allí vivía un chileno, el profesor Fernando de Toro Garland. Conversamos. Me habló también del artículo de Eugenio Montes y de las palabras de Pound sobre los gallos del Cid. Se le había ocurrido la idea de sugerir a las autoridades españolas erigir un monumento a Pound en Medinaceli, que registrara esa frase y el paso por allí del gran poeta americano al comienzo del siglo. Le animé en su empeño. Desde ese momento estuvimos en contacto personal o por carta. Seguí así todas las vicisitudes de sus esfuerzos. Las autoridades españolas del pueblo y varios amigos de Madrid colaboraron con entusiasmo. Labradores, picapedreros con sus mulas, transportaron una enorme piedra de los montes celtíberos, descascarada por los milenios, a través de las nieves del crudo invierno. Herreros del medioevo forjaron letras
simples y antiguas para ser enclavadas en la piedra, con la frase de Pound: "¿;Cantan todavía los gallos del Cid al amanecer en Medinaceli?".
….. Se eligió la más bella plaza de la ciudad de las alturas (Medina en árabe significa ciudad; celi es cielo), y, allí bajo un árbol añoso, se enclavó la piedra. Será también una fuente, porque el agua correrá por su arrugada y resquebrajada superficie. Esa piedra es como el rostro de Pound en sus últimos años. Se eligió el día 15 de mayo de 1973, día de San Isidro y de los festivales de la ciudad, para la inauguración del monumento. Me encargué de que Olga Rudge, la compañera de Ezra Pound, pudiera ir. Olga tenía setenta y ocho años y no iba a parte alguna. Pero fue a Medinaceli.
….. Vinieron ese día poetas jóvenes españoles desde Madrid, con Jaime Ferrán, traductor de Pound. Se hallaban presentes en Medinaceli también algunos norteamericanos y pintores que allí viven. Y todo el pueblo vestido de día de fiesta, con sus trajes cuidados, con sus boinas, sus bastones de pastores, sus bordones de peregrinos de las alturas, sus rostros nobles, de roca castellana, sus hijos, sus nietos, que ya parten a las grandes urbes de la planicie, ciudades sin poesía. Todos estaban allí para rendir homenaje a ese poeta de otras tierras, de otros mundos, que ellos nunca conocieron, que no leyeron -porque muchos no saben leer-, pero que conocen desde dentro, con su alma de roca, que se parece al rostro del poeta muerto, del poeta ecuménico. Se encontraban allí los perros y las mulas que acompañaron y trajeron la piedra, estaba el herrero, el cura, el guardia civil, y el vino y el agua y el pan, la yerba y los pájaros de Medinaceli, de la Vieja Castilla. También estaban los gallos del Cid y Pound. De esos dos guerreros desaparecidos.
Los signos celestes
….. El día anterior supe que debía hablar en el homenaje; Olga Rudge quería que yo dijera algo en ese momento. ¿;Qué cosa? ¿;Qué decir que pudiera parecerse al silencio de Pound y de la Ciudad de Cielo? De amanecida me fui a caminar por las calles de la ciudad muerta, entre ruinas. Llegué a la plazuela del monumento y me senté bajo el árbol, junto a la roca. Llevaba conmigo un libro recién publicado en Barcelona por la Editorial Barral: Introducción a Ezra Pound, con traducciones y comentarios de Carmen R. De Velasco y Jaime Ferrán. Lo abrí y leí: "La piedra bajo el olmo / tomando forma ahora / curva la piedra en su borde / la piedra que en el aire toma forma…"
….. Era el canto XC. Me detuve perplejo. Pero… ¡aquí está la piedra y, precisamente, éste es un olmo! Nadie lo había pensado antes, nadie lo supo. Esto se hizo solo. Pero… ¿;se hizo en verdad solo? Recordé la frase de Nietzsche: "Las cosas vienen a nosotros deseosas de transformarse en símbolos". Y Rilke: "¿;Qué otra cosa quieres tú, mundo, sino transformarte en invisible dentro de nosotros?".
….. O bien, los sueños se hacen visibles fuera de nosotros… Esto es lo que Jung llamó "sincronismo", "coincidencias", "fenómenos acausables", y Nietzsche, "azares llenos de sentido". Puro "sentido", pura "magia", puro milagro, en verdad, todo y nada. ¿;Quién dirige
esto? ¿;Quién lo ha ordenado? ¿;Acaso el mismo Pound? ¿;O ese Ser que compone el paisaje, según el más alto sentido de la belleza, que hace crecer allí un árbol en el horizonte de Castilla, para que pueda ser contemplado desde la altura a través de un arco de piedra en ruinas? Ese Ser, emocionado, "tocado" por la belleza o la profundidad de los pensamientos, de los sueños, de los versos de un hijo del cielo y de la tierra, quiere así manifestarse cuando él vuelve a su seno. ("La naturaleza imita el arte"). Tal vez sea la misma tierra, la Madre Tierra, el Espíritu de la Tierra. Cuando Jung murió, estalló una tormenta inesperada en esa época del año y un rayo cayó sobre el árbol bajo el cual se sentaba, marcándolo para siempre. Cuando Ezra Pound murió, las cosas, la roca, el árbol, la naturaleza, recitaron un poema suyo, se ordenaron como uno de sus versos: "La piedra bajo el olmo…".
….. Y aún más:
….. "Ha penetrado el árbol en mis manos, / la savia por mis brazos ha ascendido / el árbol en mi pecho se hizo grande, / hacia abajo, / salen de mí las ramas como brazos. / Árbol eres, / musgo eres, / eres violeta que acaricia el viento… / Mueren los árboles y el sueño permanece".
….. En la tarde del día del homenaje, en presencia de todo el pueblo, como he dicho, también de la heroica compañera de Pound, se descorrió la bandera de España que cubría el monumento, el "rostro", la "piedra bajo el olmo". Y, entonces, en el olmo cantó un mirlo. Y el pueblo comentó el suceso y lo seguirá comentando por mucho tiempo, porque los habitantes de esas viejas ciudades en ruinas, de los pueblos de antaño, son como los griegos de la leyenda, como los celtas y los druidas, descubren en el canto de un pájaro, en un día de auspicios, un echo digno de ser interpretado y que llena así sus vidas hasta la muerte.
….. ¿;Qué más puede desear un gran poeta que sus poemas sean recitados por las cosas? ¿;Qué más puede desear que un mirlo cante en su homenaje? ¿;Qué prueba mayor puede darse de que un hombre es grande, de que un poeta lo es, que el cielo, o la naturaleza, se manifiesten así para confirmarlo?
….. Aún canta un mirlo en Medinaceli. Y canta por Ezra Pound.
Miguel Serrano / El Mercurio Sábado 2 de Noviembre de 2002