Me solicitan mis amigos de la magnífica “Piel Latinoamericana”, que les escriba algo sobre la dermatología en el Perú y claro ante tan generosa orden, tomo de inmediato la laptop y me pongo muy sumiso raudo a teclear. No puedo, ni deseo escribir, “ La historia”, sólo quisiera escribirles a muchos amigos lectores latinoamericanos, mi historia, mi propia visión, en pocas palabras, de la dermatología que yo viví y que vivo, perdonen mis amigos colegas y paisanos si esta mirada difiere de la suya; pero va con enorme cariño, mucha sinceridad y siempre con trasparente honestidad.
Es la visión de alguien que hizo el pre grado en España , concretamente en la acogedora Sevilla, mi segunda tierra, donde aprendí a gustar del flamenco y los toros y a estar cada domingo interesado en saber “cómo salió mi Betis”, y que regresó al Perú a fines de 1970 al termino de la carrera, intempestivamente por problemas familiares, lamentablemente sin poder hacer allí el post grado, aunque luego tuve la fortuna de regresar a Sevilla a hacer por unos meses una agradable y provechosa estadía con el gran profesor Don Antonio García Pérez quien luego pasó a la cátedra en Madrid y antes de que llegara como catedrático a Sevilla otro estupendo profesor y mejor amigo el Dr. Francisco Camacho, que contribuyeron de alguna forma en mi formación dermatológica. Dejé varios amigos dermatólogos en Sevilla, uno ahora es catedrático como José Carlos Moreno, mi amigo cordobés.
En esa época aún no había en el Perú el residentado para la especialidad y uno se hacía especialista recibiendo enseñanzas de algún maestro protector y siendo uno sobre todo bastante autodidacta. Mi gran maestro y amigo fue el Dr. Luis Romero Almeida que se formó en Paris, en su Hospital San Luis, con el gran profesor Degos, y su voluminoso libro en francés, con hojas intercambiables, era nuestra Biblia al final de la jornada, Lucho fue un magnífico dermatólogo, profesor es verdad sólo para sus amigos, uno de los buenos y primeros dermatopatólogos peruanos, chinchano de pura cepa y que trabajaba conmigo en el Seguro Social, en nuestro recordado Policlínico Grau.
A propósito debo contarles que los primeros profesores en el Perú se habían especializado por los años de 1920 a 1960 sobre todo en Europa, Francia en especial, alguno en Italia, Alemania y España. También hubo uno que otro en Argentina y en Chile. Por esas épocas otro grupo muy importante de profesores llegaron de Estados Unidos. Por todo ello tenemos que decir que nuestra generación estuvo muy influenciada por la dermatología de origen europea, sobre todo francesa, muy clínica y descriptiva y claro luego por la escuela americana de Estados Unidos, mucho más práctica y con tecnologías más modernas.
Quiero relatarles que a los pocos años de vivir la dermatología, ya miembro de la Sociedad Peruana de Dermatología, por la década de los 70, con mis veinte y pico de años a cuesta, por la época del gobierno militar, la era del General Velasco y compañía, el Perú vivió un shock muy fuerte y traumático que cambió el país, quizás con buenas intenciones, lo confundió y retrasó. Por aquellas épocas, por el año 74, si mal no recuerdo, hubo un gran movimiento sísmico dermatológico, una fuerte pelea en la misma Junta Directiva por el poder de la Sociedad Peruana de Dermatología, y nuestra pujante dermatología por arte de magia, se estancó, se paró, se aisló, se empobreció y perdimos años, muchos años, casi diría dos décadas. Los grandes profesores se cansaron y se apartaron, todo se detuvo, la magnífica revista, pionera en el ambiente médico peruano dejó de publicarse por años, entramos en una patética inacción y aislamiento.
Los dermatólogos jóvenes en aquella era, fuimos los más perjudicados, hicimos todo lo posible para salir de ese estancamiento, acudimos al Colegio Médico para que ponga orden, reclamamos a viva voz, gritamos “Basta Ya” y no tuvimos, créanme, más remedio que agruparnos, juntarnos como fuese. Para hacer algo, nos aferramos al CILAD y al RADLA como tabla de salvación, ahí recién quizás conocieron ustedes los colegas latinoamericanos que existíamos, y no sé cómo logramos salir a flote, fue difícil, las olas eran fuertes y la resaca tiraba mucho, fundamos primero el Cilad Perú y luego el Círculo Dermatológico Peruano. Pero hay que reconocer con hidalguía que llegó gente nueva y reflotó, y lo digo con sincera emoción, a la Sociedad Peruana de Dermatología, la cual se recuperó y creció ante el empuje competitivo con el Círculo Dermatológico y hoy la dermatología en el Perú, es la especialidad que más trabaja, tiene dos instituciones serias y emprendedoras, que hacen cursos , congresos, que publican dos buenas revistas dermatológicas y hemos convivido en buena armonía, aunque ahora hay un pequeño resquebrajamiento que espero de todo corazón se supere y se comprenda, al haber refrendado el Colegio Médico también el título de Sociedad Médica al Círculo Dermatológico, quien realiza, ustedes lo han observado desde sus diferentes países, una magnífica labor y se merece este grado; pero nuestro hermano mayor, más antiguo, se resiente, quiere ser el único, quiere quizás tener el mando y el cielo radiante se nubla. Deseo que se reflexione y que la tempestad sea solo temporal, pues juntos seguiremos creciendo. La mano fraterna estará siempre tendida.
Bueno, en varios países de la región hay una sociedad dermatológica, en otros hay dos y en otros hay hasta tres o más, no sé que es lo mejor, quizás las experiencias de ustedes sean especiales, distintas, para nosotros, por las circunstancias que vivimos, las cosas se fueron dando sin querer, y sin darnos cuenta hoy tenemos dos buenas instituciones y amigos la cosa funcionó bastante bien. Hay como una noble pugna, una sana competencia, que ha resultado de mucho provecho y no dudo en resaltar, que somos la especialidad que más trabaja en el Perú, que más se esfuerza y claro los que han salido beneficiados son los médicos jóvenes. Por ejemplo nuestra dermatología con las videos conferencias mensuales por banda ancha y en tiempo real que realiza el Círculo Dermatológico, permite que presentemos y discutamos cada mes los casos clínicos más interesantes de los diferentes hospitales del país, ya no solo de Lima, sino de Piura, Trujillo, Chiclayo, Arequipa y Cuzco y todos nos comunicamos, nos vemos y aprendemos y lo digo con mucho orgullo, nos estamos descentralizando que era una tarea pendiente. En el año, las dos sociedades llevamos a cabo además de cursos en Lima, en cada una de las respectivas filiales. Cada año hay un congreso nacional alterno y todo ello ha ayudado indudablemente a que nuestra especialidad crezca en las provincias y en todo el país
Pero cuando se vivía una hora tranquila, surge esta incomprensible oscura nube en el cielo esplendoroso y amigos otra vez los hermanos discuten, creo yo innecesariamente. Hago votos para que llegue la calma reflexiva, puede y debe haber una convivencia pacífica y fraterna por el bien de la dermatología peruana, los médicos jóvenes quieren desarrollarse tranquilos, no nos quieren ver discutiendo, sino aportando cada uno, sin egoísmos, con entrega y desprendimiento, sin ningún afán de poder.
Para todos ustedes van estas pocas palabras solicitadas para la gran Piel Latinoamericana, con esta sana reflexión en estos días navideños y con un cordial deseo de éxitos en este próximo 2012, estoy seguro que nos abrazaremos en Sao Paulo y en mi cálida tierra, la encantadora Sevilla, con un buen vino y un exquisito jamón serrano. Salud por ello, estaré en mi casa, por ello invito, aunque Julián no lo permitirá.
Un fuerte y fraterno abrazo latinoamericano
Fernando Magill
Comité Editorial de Piel Latinoamericana
Perú
Como amigo de la Dermatologia Peruana y conocedor de todo lo que los dermatologos peruanos han vivido en los ultimos años para cohesionar un grupo de medicos movidos por un mismo fin, desarrolllar una dematolgia fuerte y vigorosa. Me he sentido emocionado por el escrito del amigo Fernando Magill, es un documento descarnado de su vision de lo que ocurre en ese pais hermano y que puede tambien traspolarse a varios de nuestros paises. Somos un grupo de medicos que hemos escogido para desarrollarnos las enfermedades de la piel y hemos convertido su conocimiento en «leiv motiv» de vida. es el momento de bajar la guardia en cada uno de nuestras regiones y trabajar al unisono por algo bonito, el mejor y mayor conocimiento de las enfermedades de la piel. Recuerden, el sol sale todos los dias y sale para cada uno de nosotros. Gracias Fernando por tan bello editorial. jaime
Excelente dr magill.el leer su narrativa nos hace recordar las carencias,necesidades y aventuras que pasamos pero al fin somos medicos dermatologos.muy bonita descripcion de su experiencia en seviperu y nos veremos ahi en septiembre.le mando un abrazo cordial desde mexico para todos..
atte dr vera .
Disculpe las molestias no se si este es el medio para informarme , estoy interesada en leer los articulos pero no se como incribirme, me llego por mail la informacion pero me piden una contraseña ya que son reportes protegidos. No se si usted podria orientarme en como inscribirme
de antemano le doy las gracias.
Estimada Araceli, debes solicitarla enviando un correo a [email protected] con una breve reseña de su especializacion.
Muy estimado Dr. Fernando Magill, que bueno es saber que en la historia de la dermatologia peruana es toda una caja de pandora para muchos dermatologos jovenes y que bien su comentario responde a una vivencia muy propia de usted, lo felicito porque enriquece todo un historial tan bello de la dermatologia, seria importante recibir los aportes de los grande maestros de dermatologia que laboraron en los hospitales del Ministerio de salud, Seguridad social, fuerzas militares.policiales y otras dependencias donde hubieron recursos humanos que sembraron en esta especialidad tan hermosa y llena de tantas espectativas. Lo felicito por su articulo y esperando que no solamente como anecdota sino que sea el inicio de construir nuestra historia.
El objetivo más importante y central de PIEL-L LATINOAMERICA es unir a todos los dermatólogos de habla castellana y portuguesa en una plataforma que nos permita expresar nuestras experiencias e intercambiar conocimiento en favor del paciente dermatológico de este lado del mundo. Agradecemos a nuestro amigo Fernando Magill por permitirnos compartir este punto vista de la historia local y de esta forma entender dermatología latinoamericana en la era de las comunicaciones y utilizando la tecnología de la teleinformática.
Gracias Fernando.
Rolando Hernández Pérez
Barinas. Venezuela