Con el nombre de escritor fantasma (en inglés “ghostwriter”) se conoce al escritor de profesión, a quien se contrata y paga para que escriba libros, novelas, autobiografías, ensayos, artículos, cuentos, informes u otros textos, cuyo contenido se atribuye a otra persona. Es una actividad bien conocida entre líderes políticos, celebridades de todos los campos, altos ejecutivos de grandes empresas, que ha invadido, con consecuencias negativas, hace ya años el terreno de la medicina.
Mi experiencia personal en esta materia data de hace ya varias décadas, cuando habiendo ensayado con éxito un nuevo antibiótico (cuyas muestras me había proporcionado un visitador médico) en un caso un tanto dramático y bien documentado (con fotografías a todo color, antes y después del tratamiento, de una extensa ulceración en los genitales externos de una joven mujer), la casa farmacéutica de dicho producto, vistos los favorables resultados, me puso mucha presión para que publicase el caso.
En verdad yo estaba renuente a hacerlo, pues aunque era algo muy demostrativo, me parecía algo atrevido basar una recomendación terapéutica en un caso único, y me excusé aludiendo falta de tiempo para redactar el artículo. Allí surgió la oferta del “escritor fantasma”, a quien yo suministraría la información para redactar el trabajo en forma aceptable para publicar en una revista dermatológica de alta tirada.
Cuando expresé mi sorpresa por semejante propuesta se me informó que era un procedimiento estándar en los Estados Unidos. Eventualmente conocí personalmente al escritor fantasma que me ayudaría con mi artículo que resulto ser una dama, ya madura, que había trabajado muchos años para un famoso cirujano, cuyo libro de texto yo había utilizado como estudiante y que según ella había escrito del comienzo al final, bajo la supervisión inmediata del supuesto autor. En mi caso no encontré ninguna objeción moral ya que su auxilio se basó fundamentalmente en hacer una buena traducción al inglés de la historia médica que yo había redactado en su integridad.
Sin embargo cuando este tipo de actividad se utiliza abusivamente y en forma sistemática, como ha sido denunciado repetidamente por la ya afamada revista médica digital y gratuita, “PLoS Medicine”, pueden surgir problemas, incluso de tipo legal. Se habla efectivamente de que lo que era hasta hace poco tiempo, “un pequeño secreto sucio” de las publicaciones médicas, se ha convertido en una vasta y rentable industria, que ha crecido ante la vista descuidada de editores, facultades de medicina y universidades.
La promoción desmesurada de algunos patentados farmacéuticos, a través de artículos fundamentalmente redactados por escritores fantasmas, con el apoyo económico de algunos miembros de esa industria, ha levantado una polémica, que obligará necesariamente a los editores de revistas médicas a ser muy cuidadosos en la escogencia de lo que publican.
Todo ello ha salido a la luz pública con motivo de los procesos legales relacionados con productos farmacéuticos que han tenido que ser retirados del mercado al comprobarse efectos secundarios dañinos a la salud, y con toda probabilidad surgirán regulaciones que impidan tales abusos.
Dr. Francisco Kerdel Vegas
Muy atinado el comentario del Dr. Kerdel, debe llevar a la reflexón sobre nuestro quehacer diario. En mi opinión es una forma de faltar a la ética de la publcación y peor aún, una forma en que las casas farmaceúticas pueden influir en nuestra conducta terapeútica ayudando a publicar estudios mal hechas y por lo tanto prejuiciados. ESto nosobliga aún más a conocer sobre MBE y com criticar y aplicar la literatura médica para el bien de los pacientes y no de las casas que los hacen n de nadie más.
Mis felicitaciones por este estupendo artículo, muy de actualidad. Los escritores fantasmas se han convertido es un tema candente en el ámbito médico, al igual que los artículos médicos que redactan éstos «ghostwriters» por encargo de las farmacéuticas llamados “medical ghostwriting” con el objeto de promocionar un producto en revistas médicas de impacto variable, usualmente minimizando u obviando los efectos secundarios y riesgos. Otro punto criticable en los artículos leídos es que consigan personalidades científicas o médicos prestigiosos que respalden estos “papers” que ellos no escriben, usualmente a cambio de abultadas comisiones (dinero).A PLosMedicine se han ido sumando otras publicaciones y se está planteando la aplicación de responsabilidad penal a quien incurra en publicaciones médicas fraudulentas. Esta polémica, pica y se extiende; hay mucho en juego. Ya no se trata de escribir sobre la vida de un cantante, una actriz, un político, etc… es la salud, la esperanza y la vida.
Cordial saludo,
Amalia Panzarelli
Dermatólogo
Caracas