Contrariamente a lo que se ha planteado en algunas oportunidades, la dermatología, como especialidad médica tiene un gran futuro, en ocasiones la dermatología tiene que hacer frente a una excesiva trivialidad.
No obstante el importante hecho que muchas veces el médico dermatólogo puede hacer el diagnostico de enfermedades tan importante como el inicio de un sarcoma de kaposi o una persistente dermatitis seborreica que marca el comienzo de un SIDA o el diagnostico de un tumor de gran malignidad, como el melanoma a través de un análisis clínico y/o dermatoscópico de una lesión pigmentaria que frente a los ojos de un inexperto puede pasar desapercibida y cuyo diagnostico precoz sería salvador o decisivo para su futura vida, el vuelco estrepitoso de la terapia de algunas enfermedades de la piel como la psoriasis y dermatitis atópica con la terapia biológica que le ofrece al paciente una mejor calidad de vida y una nueva esperanza para su existencia.
El descubrimiento de nuevas fuentes de energía como la terapia fotodinámica para el tratamiento del cáncer de la piel, el desarrollo y perfeccionamientos de nuevas drogas para enfermedades marcadoras en la adolescencia como el acné que han dado una nueva y efectiva herramienta para su manejo, la incorporación rutinaria de nuevas técnicas inmunológicas, histoquímicas, de biología molecular, de imagenología, para el diagnostico más rápido y efectivo de las enfermedades cutáneas, todo esto con la integración de diferentes profesionales sanitarios, realzando la red sanitaria como un punto central en el manejo del paciente, son ejemplos definidos del papel rector del dermatólogo en el manejo de las patologías crecientes y nuevas de la piel, y sus relaciones con su entorno.
El desarrollo vertiginoso de la industria farmacéutica y las grandes inversiones en investigación de drogas de uso dermatológico marcan una nueva época y una clara esperanza. Por otro lado, la creciente solicitud de cupos en los post-grados de dermatología y la demanda de estos servicios por el público en general, son pautas claras de la necesidad de nuestra especialidad en la sociedad de nuestros días.
Desde otro punto de vista, nosotros médicos dermatólogos latinoamericanos debemos estar atentos y participativos frente a los cambios políticos en materia de salud que se avecinan, y, tomar parte activa en esta gran discusión bien sea como individualidad o a través de los gremios, universidades, sociedades científicas, redes de sociedades o con nuestros representante en organismos nacionales e internacionales. Los cambios son productos de una sociedad que crece y madura, progresa y se perfecciona, no debemos mostrarnos indiferentes, solo con nuestra participación lograremos defender nuestro territorio.
La Dermatología ha alcanzado su posición, que hoy en día tiene gracias a la labor tesonera de los grandes maestro iberolatino-americanos, desde Venezuela hasta la Argentina.
En Venezuela está en los primeros lugares y los médicos jovenes ven la Especialidad, con interés, además de que nuestra Sociedad, es de las que más actividad cientifica durante el año tiene. Sigamos adelante y la recompensa vendrá.