Cápsula de Amor No. 40

1979 A 1995.

16 años como profesor de Dermatología en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Morelos.

También impartía Medicina Humanística, pero en este momento solo hablo de Dermatología.

Siempre empezaba el curso diciendo, «ustedes saben más de lo que se imaginan». A ver, «cuáles son las dermatosis más frecuentes en México?».

Y, sabían… O, ya con pacientes, «atrévanse a darme el diagnóstico». Y, sabían. «Así es que no jueguen al tonto poniendo cara de bobos».

EL MÉDICO EDUCADOR NECESITA SER UN MÉDICO EDUCADO.

MÉDICO, PRIMERO CÚRATE A TÍ MISMO.

Cuántos maestrines se sientes el «non plus ultra» y solo llegan a dar conferencias o, peor tantito, a dictar el tema, aburridísimos.

En toda mi vida, en cualquier tipo de tema que trate, con cualquier (me choca la palabra cualesquiera) grupo que tenga enfrente, siempre promuevo la participación activa de todos.

Propedéutica Atala, LAS CUATRO EES.

ESCUCHAR, EXPLORAR, EDUCAR Y, al último, el expediente.

La clase teórica, «ustedes van a dar la clase». Yo les facilitaba diapositivas y proyector. Todos participabamos en todos los temas y en las conclusiones.

Daba yo consulta de Dermatología en el Hospital Civil de Cuernavaca, para servir a los pobres y para educar a mis alumnos.

«LA MEDICINA Y, SOBRE TODO LA DERMATOLOGÍA, SE APRENDE EN EL MEJOR LIBRO, EL PACIENTE».

Así es que, Topografía y Morfología y, adelante!.

Un día, mientras llegaban los pacientes, pedí a uno de los alumnos, con acné, que fuera nuestro paciente; se puso al centro, con las manos en los bolsillos. «Miren, este es un comedón cerrado, este es un comedón abierto, si no hay comedones entonces no es acné; estas son pápulas, están son pústulas, estas son cicatrices». Le digo a mi alumno paciente, «ya no te pellizques», él, rápidamente, saca las manos de sus bolsillos y, carcajada general. Se estaba pellizcando «las guaguayas».

Yo, «no doy paso sin huarache», siempre hablo de amor, así es que les decía, «amense a ustedes mismos, amen su oficio, amen a sus pacientes».

En varias ocasiones le pedía a mi amigo, Amado Saúl, que viniera de la Ciudad de México, a impartir alguna conferencia. Jamás he conocido a nadie tan generoso para dar sus conocimientos, su valiosa experiencia.

Sabio y humilde, siempre venía cuando se lo pedía. Sabiduría y humildad, van de la mano. Lo mismo, ignorancia y soberbia, o no?.

En cada curso haciamos «excursiones dermatológicas» a la Ciudad de México. Al Centro Dermatológico Pascua y al Servicio de Dermatología del Hospital General del Seguro Social. En el primero, siempre con la colaboración de mis queridos amigos, Josefa Novales y Roberto Arenas.

En el segundo, Ernesto Macotela, entrañable y extrañable amigo.Les presentaban pacientes y los pasaban por sus laboratorios.

Después nos ibamos a comer a algún lugar. Los muchachos, felices. Habían estado en dos lugares de muy alto nivel.

No solo me empeñaba en que aprendieran las bases de la Dermatología, también les enseñaba a vivir inteligente y amorosamente, para que así educaran a sus pacientes en el ejercicio de su profesión.

Mi hija Alejandra, escritora, no agrego adjetivos por que soy muy penoso; iba a presentar uno de sus libros en el Palacio de Cortés de Cuernavaca, llegó el gobernador, había sido mi alumno, y, cuando me descubre entre las demás personas se dirige a mí y dice, con buena voz de político, «maestro, a usted le debo todo lo que soy», sin pensarlo, reaccioné y le dije, «NOOOOOO!!!».

 

Terapéutica dermatológica, PRIMERO, NO DAÑAR.

Fórmulas magistrales, económicas, sin o con muy pocos efectos secundarios, cada una para cada tipo de piel y de patología, muy personales, individuales. Nada de panaceas, bueno para todo y para todos. No hay enfermedades, hay enfermos, cada uno distinto.

Pensar en ese enfermo en ese momento, no en la enfermedad del libro, impersonal.

No toda enfermedad de la piel son «hongos», como las diagnostican muchas personas y MUCHOS MÉDICOS, tratandolas todas con antimicóticos.

SIEMPRE CON CALMA, SIN PRISAS, OBSERVAR, OBSERVAR, OBSERVAR, NO IMAGINAR, NO INVENTAR. DISFRUTAR SU EJERCICIO PROFESIONAL.

 

DERMATOLOGÍA CON AMOR…

 

Acerca de Assad Atala Freyat

3 comentarios

  1. Cuanta verdad en esto que escribe. Pero debe haber acogimiento del que recibe. En la docencia universitaria que vivi (repito, no tengo acentos), me sentia agradado con los medicos en el postgrado, no asi con los estudiantes de medicina, que hacen la pasantía por dermatologia, para cumplir una obligación. No les intersa para nada la materia, pero luego de medicos, como usted dice, todos son hongos. ¡Uf!
    Dr. Jose R. Sardi B.
    Dermatologo.
    Caracas. Venezuela.

  2. Jaime Piquero Martin

    Gracias Atala, quiero decir a los lectores que tengo cientos de capsulas de amor como las que hoy nos regala nuestro amigo de Cuernavaca. Asi que tendremos Amor por la profesion escrito por Atala, por siempre
    Jaime Piquero Martin

  3. Guillermo Avilés Vázquez

    Recuerdo al Dr Atala presidiendo un congreso nacional de La Sociedad Mexicana De Dermatología hace 40 años. Ya se perfilaba su manera de decir y hacer. En verdad resulta muy amena la lectura de sus perlas.

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