«El paciente dermatológico»
Cuando llega mi paciente,
lo saludo como hermano,
«en que puedo servirte?»,
ofreciéndole mi mano…
Él viene solicitando
ayuda y compasión,
porque ha estado sufriendo,
noche y día de comezón…
Me intereso en conocer,
cuál es su malestar mayor,
para poder resolver
lo más pronto su dolor…
Ahora voy a examinar,
con toda objetividad,
la región más afectada,
y poder diagnosticar…
Saber cómo está viviendo,
en su trabajo y en casa,
con quién está conviviendo,
y cómo su vida pasa…
Si yo lo veo como hermano,
sea rico o sea pobre,
el Amor está presente,
y lo sana de antemano…
La importancia del Amor,
en mi trato a mi paciente,
es de un enorme valor,
más que verlo como cliente…
Vale la pena que pruebes,
mi querido dermatólogo,
esta terapéutica cálida,
que dá salud de este modo…
Lo tengo más que probado,
y lo sigo confirmando,
lo primero es el Amor,
cuando me está consultando…
La sonrisa, no fingida,
que un placebo, es mejor,
le dá alegría a su vida,
y es de un enorme valor…
Más que cualquier tratamiento,
este trato afectuoso,
es útil procedimiento,
y es algo muy hermoso…
Prescribir lo que no dañe,
educar con claridad,
son elementos valiosos,
que hablan de caridad…
Requisito indispensable,
que tú te ames primero,
no darás lo que no tienes,
no se trata de dinero…
El paciente, como hermano,
atento, te observará,
verá si tu estas bien sano,
y mucho más confiará…
Aunque estés de traje y corbata,
si hay mucha caspa en tu pelo,
y muy sucia está tu bata,
él dirá, «yo corro y vuelo»…
Amistad es Amor,
Amor es lo más importante,
si yo vivo en ese Amor,
seré su representante…
Belleza, Verdad y Bondad,
constituyen el Amor,
siempre dan Felicidad,
y son Medalla de Honor…
Dios bendiga a mis hermanos,
dermatólogos y pacientes,
y a todos sus parientes,
para estar todos bien sanos…