Rabbi Dov Ber ben Abraham fué uno de los fundadores del Jasidismo. Una filosofía judía mística que enfatiza el amor a Dios y el disfrute de ese amor a través de la religión. Se lo llamó «El Gran Maguid» Esto es, el Gran Predicador.
Se cuenta que cuando tenía apenas cinco años, se incendió la casa donde vivía. Ante el evidente desconsuelo de su madre, el entonces niño preguntó: «Tan desdichados tenemos que sentirnos ,madre, por la pérdida de una casa?». No es la casa lo que más me apena, dijo la madre, sino el árbol genealógico que conservaba(manuscrito) en ella y que se ha perdido.
(La familia descendía del talmudista Rabbi Johanan Ha Sandlar (segundo siglo después de Cristo) y a través de él del Rabban Gamaliel y del Rey David. Esto es, más de 2.500 años de prosapia ).
No llores más, madre, dijo el niño…Y o te haré un árbol genealógico nuevo, que comenzará conmigo mismo….
El 27 de Diciembre del 2013, murió en su casa de Stanford, California, el Prof. Dr. Sidney Raffel. Estaba por cumplir 103 años de edad. Estaba rodeado de hijas, nietos y bisnietos quienes celebraban el cumpleaños de una de las hijas del Profesor. Su muerte fué súbita y plácida.
El Dr. Raffel nació en Baltimore, Maryland, en 1911. Era hijo de inmigrantes judíos de Latvia. Se graduó de la escuela secundaria a los 15 años,obtuvo su licenciatura a los 18 años y su doctorado en Microbiología a los 21 ambos en la Universidad de Johns Hopkins. Fué luego a Stanford a enseñar Microbiología e Inmunología y a estudiar inicialmente la posibilidad de una vacuna contra la poliomielitis. Aparte de ello obtuvo su doctorado en medicina en Stanford a los 31 años.
Llegó a ser Profesor Jefe del Departamento de Microbiología Médica de la Universidad de Stanford y Decano Interino de la Facultad de Medicina de esa universidad. Su investigación fué pionera en el desarrollo de los conocimientos sobre hipersensibilidad retardada(celular) sobre todo en los campos de la tuberculosis y de los conceptos de adyuvanticidad y por ende canalización de la respuesta inmune. Su texto «Immunity» fué la Biblia de la enseñanza de post grado en Inmunología en la década de los 60. Participó de modo activo junto con el Dr Eugene Farber (Jefe del Departamento de Dermatología de Stanford) en las relaciones entre aquella casa de estudios y la Facultad de Medicina de la UCVen la década de los 60. Fué el maestro de Marian Ulrich, de gratísima e importante recordatoria entre nosotros, y de quien escribe estas líneas.
En 1971 visitó, con su esposa a Venezuela. Fué invitado de honor del curso pionero sobre Inmunología que organicé en el Congreso del CILAD en Caracas de ese año. El Dr Raffel hizo años sabáticos en Escocia y en Irán (antes de la caída del Shah). La Universidad de Stanford le concedió un premio especial por su trayectoria cuando el Profesor cumplió cien años de edad.
Me mantuve en contacto epistolar con él hasta hace dos meses cuando recibí su última carta manuscrita. Lo visité varias veces en su casa, la última en el 2010. Sus consejos y sabiduría me inspiraron siempre Tenía una visión clarísima de la ciencia, de sus relaciones con la política y la civilización en general y las interacciones entre los diferentes países. Sus descendientes continúan su trayectoria distinguida creando un árbol genealógico que él hizo comenzar en sí.
Al ser notificado de su muerte escribí lo siguiente a su hija Linda Raffel,» El Dr Raffel murió y su alma ascendió al cielo. El no estaba seguro que lo aceptarían ya que había tenido ideas muy heterodoxas durante su vida. Encuentra A Dios quien le sonreía afectuosamente y el Señor le dijo…. Ven…estudiemos Torah juntos. Sidney estaba algo confundido y le respondió, Señor, yo no enseñé Torah sino inmunología, Shhh….dijo el Señor. Hijo mío ! Es la misma cosa….Qué es la inmunología sino reconocerse a uno mismo..? Distinguir lo que es bueno y lo que es malo y ser capaz de neutralizar lo malo y favorecer lo bueno?..
Mauricio Goihman Yahr
Hay pocos sentimientos màs hermosos que la lealtad y el agradecimiento y esos son los valores con los que uno de los verdaderos Maestros de la historia de la dermatologìa venezolana, el Dr. Goihman, en este hermoso texto, recuerda a uno de sus Maestros.
El Dr. Goihman me transmitiò los mismos principios que plantea en este artìculo haber recibido del Dr. Raffel. Siento por èl la gratitud que solamente se puede sentir por alguien que te ha transmitido los principios fundamentales de la ciencia y de la vida.
Gracias Maestro!
Vito Abrusci
Milano, Italia
Baltazar Gracián, en su famosa obra “El Arte de la Prudencia” (1601-1658), publica 300 Aforismos que apuntan a la prudencia como un arte o artificio. Expresaba en su aforismo número 300 con el que culminaba su reflexiva obra lo siguiente:
“En una palabra: virtuoso, pues lo resume todo. La virtud es la cadena de todas las perfecciones, es el centro de la felicidad. La virtud convierte al hombre en prudente, discreto, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, moderado, íntegro, feliz, digno de aplauso, verdadero, es decir un gran hombre en todo. Tres eses traen la dicha: santo, sano y sabio. La virtud es el sol del pequeño mundo llamado hombre; el hemisferio es la buena conciencia. La virtud es tan hermosa que consigue la gracia de Dios y la de la gente. Nada hay que amar más que la virtud, ni nada es tan aborrecible como el vicio. La virtud es cosa de veras, y de burlas todo lo demás. Hay que medir la capacidad y la grandeza por la virtud y no por la suerte. La virtud se basta a sí misma. Ella hace al hombre digno de ser amado, cuando vive y memorable, una vez muerto”.
Por ello virtudes tan valoradas como el afecto, la lealtad, la amistad, la humildad, la honestidad y el amor, son vitales cuando tratamos con aquellos semejantes que han dejado huella indeleble en nuestro corazón y en nuestra conciencia. Y el Prof. Dr. Sidney Raffel, de acuerdo a la sentida semblanza que nos brinda el Dr. Mauricio Goihman, era eso….un hombre virtuoso.
Un saludo cordial,
Dr. Guillermo Planas Girón
Ccs, Venezuela
Excelente reflexión sobre el hombre honrado, sabio y justo, además amigo, muy bien escrito y agradable lectura que me hizo pensar… gracias Mauricio.
Rolando Hernández Pérez