El Signo Ominoso

La medicina clínica está llena de signos, generalmente eponímicos, que permiten sospechar diagnósticos importantes, efectuar exploraciones necesarias y sobre todo establecer pronósticos con y sin tratamiento.

Así tenemos los signos de Kernig y Brudzinski en las meningitis, el signo de Babinski en los problemas piramidales y los signos «del autobús» (alopecia de la cola de las cejas) e Higoumenaki (engrosamiento de la articulación esterno clavicular) en la sífilis.

La historia de los países o sociedades es la historia clínica respectiva de esos cuerpos colectivos y hay en ella signos que demandan tratamiento apropiado o, en su ausencia, exponen un pronóstico desfavorable.

Hace varios años, después del Viernes Negro pero antes de la Era Negra, estaba yo en San Francisco, California. Fuí a una librería que conocía de mucho antes, a buscar material de lectura. Efectuada la selección me paré en la pequeña cola para pagar en la caja. Aproveché la espera para ver los objetos que se suelen exhibir cerca de las cajas registradoras. Ví unos marcadores de libros. Lo interesante era que se trataban de billetes de banco, de diferentes países, plastificados para que sirvieran como marcadores. Me llamó poderosamente la atención que entre billetes de Zimbabwe y de otros países africanos, figuraban billetes de Bs 20 venezolanos. No eran los actuales; eran «los verdecitos» » las lechugas» como los llamábamos entonces. Ese era un signo ominoso que me estremeció.

Desde entonces se agregaron muchos ceros a los costos en bolívares y luego, como si los gestos tuvieran valor real,s e quitaron tres ceros de un golpe, se imprimieron nuevos billetes de nuestra también eponímica moneda y se los bautizó como «fuertes». No sería extraño que los nuevos billetes cuya fortaleza sólo existe en su nombre, estén nuevamente ahora, plastificados también cerca de alguna caja registradora en San Francisco o en Berlín o en Zurich.

No hay nada más terrible para una sociedad o un país que la devaluación efectiva de la moneda y la inflación concomitante. El signo del «plastobillete» está seguramente entre los más ominosos.

En Alemania, después de la Primera Guerra Mundial, pero antes de la «Revolución» Nazi hubo una macroinflación. Se imprimieron billetes de miles y millones de marcos. la gente iba al mercado con los billetes en carretillas. Evidentemente esto quemó los ahorros, destruyó las pensiones,arruinó a todos los que vivían de un sueldo fijo o de una renta. Favoreció a los vagabundos y a los especuladores, barrió con las deudas en moneda nacional e hizo imposible los ´presupuestos anuales. El resultado fué la dictadura nazi , la cual restauró al menos por unos años,la solidez de la moneda . Tengo en mi poder una moneda de cinco marcos alemanes con la svástica. La moneda es .de plata sólida…

Zimbabwe era Rhodesia bajo el Imperio Inglés. No deseo defender el sistema político colonial ni la discriminación contra la población negra, pero Rhodesia era próspera, exportaba alimentos y la gente podía ahorrar. Luego, bajo un régimen dictatorial y personalista, que expropió a diestra y siniestra la moneda se devaluó, los billetes se plastificaron. Las cifras en ellos no significaban nada, la decadencia y el horror fueron parte de la existencia diaria. Sólo con la circulación del dólar norteamericano se pudo hacer que la gente produjera algo para vender.

Las crisis venezolanas han sido crisis en «cámara lenta». El petróleo ha permitido, hasta ahora, que el erario no se agotase del todo y que los subsidios, los obsequios populistas y las importaciones masivas evitasen el desplome súbito de la sociedad. El venezolano es además hábil para sobrevivir a circunstancias desfavorables y ello ha hecho que la caída fuese como en paracaídas ..lenta,…. pero no por ello menos real. Lamentablemente el signo del billete plastificado es implacable y ominoso. Sin terapia apropiada y urgente vendrá el colapso, la parálisis general progresiva del terciarismo sifilítico. Con terapia apropiada y urgente se vería.

Los clínicos avezados saben buscar signos y actúan de acuerdo a ellos… Los otros …….crean nuevos billetes para que a su vez se plastifiquen también.

Acerca de Mauricio Goihman Yahr

Individuo de Número Sillón XXVII, Academia Nacional de Medicina. Dermatólogo, Profesor.

2 comentarios

  1. El Dr. Goihman y sus maravillosas consideraciones!
    Siempre tan acertado y bien informado sobre la realidad actual no solo venezolana sino de tantos otros paìses.
    Que placentero sigue siendo escucharlo pensar en voz alta como sucedìa en las reuniones con nosotros, sus estudiantes!
    La voz de un verdadero Maestro, inteligente y sensible, apasionado y estudioso, exigente y cumplidor.
    En este caso nos refiere con signos clìnicos paralelismos aplicables a la situaciòn sociopolìtica.
    Como alumno de tan inconmensurable Hombre, habièndome dedicado màs al àrea quirùrgica, agrego que asì como para la sìfilis y la meningitis, con antibiòticos se pueden lograr resolver cuadros a veces severos, para los melanomas metastàsicos ni la cirugìa y, pràcticamente simepre, ni siquiera las terapias experimentales (y han habido muchas) logran mucho…imaginèmos las cremitas y compresas!
    De que sufre Venezuela?
    Un abrazote, querido Maestro,
    Vito Abrusci

  2. William Abramovits

    No puedo dejar de comentar sobre la palabra de mi gran amigo, colega y maestro.
    Los Venezolanos en el exterior vemos con gran angustia las vicisitudes por las que pasan los colegas en nuestra patria; la pérdida del poder adquisitivo que permite tratar a los pacientes con lo mejor que la ciencia provea, la competencia con incompetentes con su consecuente deterioro de la imagen de la profesión, el impedimento a salir a educarse y culturizarse, etc.
    No importa con que opinión política nos enfrentemos o compartamos, la realidad es incontrovertible.
    Lo que una vez me describían como la potencial Suiza de América, a lo que ha llegado.
    Dios vele por ustedes colegas, amigos, y familiares. En eso pienso a diario.
    Un fuerte abrazo, y que nos veamos en la próxima AAD o WCD libres y felices.

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