Mirador Salud
26 de marzo, 2019
Entre el 30 de enero y el 21 de febrero del año en curso han salido dos publicaciones sobre la crisis de salud en Venezuela en las prestigiosas revistas Emerging Infectious Diseases y Lancet Infectious Diseases, titulados: “Resurgence of vaccine-preventable diseases in Venezuela as a regional public health threat in the Americas” y “Venezuela’s humanitarian crisis, resurgence of vector-borne diseases, and implications for spillover in the region”, respectivamente.
No es casualidad esta situación de miseria humana por la que atraviesa nuestro país. Al contrario, ha sido provocada deliberadamente y conducida por un estado totalitario, comunista-socialista, cruel e inmoral en todos los ámbitos que conciernen al bienestar humano, desde la salud física y mental hasta la pobreza económica y moral.
La compleja situación venezolana ya no se circunscribe a lo que se denomina “crisis humanitaria” causada por catástrofes naturales o guerras, sino que corresponde a una clasificación definida como “emergencia política compleja” causada por el ser humano, según Transparencia Venezuela. Esta emergencia es más prolongada en el tiempo, tiene un eje medular político y afecta todos los ámbitos de la vida humana. Cepaz, una ONG venezolana, la define como “emergencia humanitaria compleja” y otros la denominan como “crisis o emergencia humana”.
Es ineludible partir de esta relación causal entre el estado y la penuria que al presente padece la población venezolana, para comprender la magnitud y extensión de los conflictos, esencialmente en la salud, y encontrar las posibles salidas y poder planificar la prevención de las enfermedades con el fin de evitar su propagación al continente americano.
En el primer artículo, “El resurgimiento de enfermedades prevenibles por vacunación en Venezuela como una amenaza a la salud pública regional en las Americas”, donde participaron investigadores venezolanos y extranjeros de 17 universidades, institutos de investigación y sociedades científicas venezolanas, se analiza el regreso de enfermedades transmisibles y prevenibles por vacunación, conjuntamente con su impacto, al igual que se discute la posibilidad de la reaparición de la poliomielitis. Se señalan estos hechos como una alerta ante un peligro inminente para la región.
Los autores estiman que la caída de la economía, así como un gobierno autoritario han precipitado esta crisis humanitaria sin precedentes en Venezuela. Los habitantes de este país luchan por su supervivencia en medio de una inflación pronosticada de 1 millón por ciento, un 66% de pobreza, 280.000 niños en riesgo de desnutrición grave, 30% de mortalidad infantil y 65% de mortalidad materna. Todo esto enmarcado en un contexto muy precario de infraestructura de salud, medicinas, suministros médicos y vacunas, a más de un escalamiento vertiginoso de violencia. En varias oportunidades, hemos reseñado la progresión negativa de nuestra situación de salud, en MiradorSalud.
En el artículo señalan que, por ejemplo, el sarampión, que no circulaba en el país desde 2007, reapareció en 2017, principalmente en poblaciones fronterizas, siendo una amenaza para los países vecinos. Para octubre de 2018, el sarampión representó el 68% de los casos reportados para el continente y ahora se ha extendido a 8 estados a partir del estado Bolívar en donde comenzó la epidemia. La cobertura vacunal para la segunda dosis fue de 52% para 2010 y muchísimo más baja en Bolívar, donde oscila, según el sector, entre 5% y 42%, niveles muy precarios para impedir la circulación viral.
La difteria, otra enfermedad prevenible por inmunización, presentaba hasta 2016 24 años sin ser reportada en el país, año en el que aparecieron casos sospechosos en 24 entidades federales, alcanzando 2.170 casos y 287 muertes hasta 2018. Como en la circunstancia del sarampión, la cobertura vacunal contra la difteria es muy baja (50%) y la enfermedad se ha transmitido a Colombia y Brasil.
El tema del polio es muy triste e importante de comentar. En 1971, América fue el primer continente en erradicar la poliomielitis y mundialmente estamos muy cerca de acometer ese gran logro y librar a cualquier niño del mundo de sufrir esta enfermedad tan incapacitante. No obstante, la devastada cobertura venezolana de vacunas ha afectado también la inmunización contra la poliomielitis, la cual ha caído a niveles menores de los recomendados, menos del 79% en 2017, hecho que coloca en riesgo la lucha internacional para eliminar esta enfermedad.
Según Polio Global Eradication Initiative, solamente dos países, Afganistán (21 casos) y Pakistán (12 casos), notificaron casos por poliovirus salvaje, en 2018. En lo que va del 2019, han sido reportados 2 casos de virus salvaje en Afganistán y 4 en Pakistán. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emprendido una cruzada para dar un gran impulso final para la erradicación del virus en el planeta. Sería muy triste que Venezuela dificultara el alcance de esta proeza.
Los autores exhortan a las autoridades mundiales y hemisféricas a que pidan al gobierno venezolano que establezca un canal humanitario, se restablezca la vigilancia epidemiológica, se instalen operaciones de socorro en las fronteras, se promuevan campañas de inmunización masivas en los países vecinos para vacunar a los refugiados venezolanos, se optimice la atención médica y programas de inmunización en Venezuela, particularmente en áreas con bajas coberturas, así como se asegure el acceso a alimentos, medicamentos y programas de saneamiento ambiental para reducir la carga de enfermedades.
El segundo artículo, “La crisis humanitaria de Venezuela, el resurgimiento de las enfermedades transmitidas por vectores y sus implicaciones para la propagación en la region”, reseñado en Prodavinci, es una revisión realizada por casi 50 autores, algunos de los cuales participaron en el artículo anterior, que hacen investigación en distintos centros académicos venezolanos y de otros países.
Dispensar salud en este país se ha complicado mucho a causa de la grave crisis económica, precipitada por una inestabilidad política y la disminución de la renta petrolera durante las dos primeras décadas de este siglo, es señalado en la publicación. Por esta razón, se realizó una revisión, entre 2000 y 2015, con el fin de analizar el impacto de la crisis de salud en las enfermedades transmitidas por vectores (malaria, Chagas, leishmaniasis, dengue, Zika y chikungunya) en Venezuela y en su propagación a los países vecinos. Estudio de considerable importancia si se toma en cuenta su impacto en el retroceso de los progresos regionales alcanzados en el campo de la salud pública en América.
La malaria, una enfermedad transmitida por el mosquito Anopheles, presentó en Latino América un avance sustancial entre 2000 y 2015, cuando declinaron los casos sintomáticos en 62% y la mortalidad en 61% por paludismo. En tiempos pasados, Venezuela fue un ejemplo para Latino América en el control del vector y en su política de salud contra la malaria, siendo el primer país en ser certificado por la OMS al eliminar la malaria en casi todo el territorio en 1961, gracias al trabajo y dedicación del Dr. Arnoldo Gabaldón.
Sin embargo, en la región para 2016, el paludismo aumentó en 875.000 casos, de los cuales el 34% fue en Venezuela. En 2017, el aumento fue de 71%, siendo Guayana la zona venezolana de mayor riesgo, muy cercana a Brasil. Se atribuye esta escalada al aumento de la explotación minera ilegal y a la deforestación descontrolada. La migración que acompaña esta actividad promovió la aparición de la malaria en lugares donde previamente había sido eliminada y peor aun en los países vecinos. Se estima que en Venezuela existen 4 portadores asintomáticos por cada enfermo diagnosticado, pero iguales números se han detectado en Colombia y Brasil. De los 47.968 casos de malaria identificados en zonas brasileras (Roraima) cercanas a Venezuela, alrededor del 20% son importados de Venezuela.
En cambio, aunque la enfermedad de Chagas ha sido endémica, presentando regiones de activa considerable transmisión, no se ha asociado a la crisis actual; no obstante, dada la poca disponibilidad del tratamiento, la clínica de la enfermedad sí se ha exacerbado. Por otro lado, la leishmaniasis se ha expandido en el país, así como su propagación hacia Colombia.
Entre los virus transmitidos por el mosquito Aedes aegypti, y en menor escala por el albopictus, se encuentran el chikungunya, Zika y dengue. Venezuela no ha escapado de las epidemias de Zika y chikungunya, aunque no han sido tan graves. Sin embargo, el dengue si ha sido un problema muy importante de salud pública debido a la frecuencia y magnitud de sus epidemias. Su incidencia ha aumentado más de 5 veces entre 2010 y 2016. Por ejemplo, han ocurrido 6 epidemias importantes en 9 años (2007-2016) comparadas con 4 acaecidas en los 16 años anteriores. En 2010, ocurrió una muy importante, siendo Venezuela el segundo país en reportar el mayor número de casos graves. Las causas son multifactoriales, pero la inexistencia de programas de control y las interrupciones de luz y agua que obligan a los venezolanos a almacenarla en sus viviendas ha sido un importante factor de riesgo en la última década. Por otro lado, las migraciones, el desplazamiento de poblaciones aunado a la grave crisis económica contribuyen al desbordamiento de estas enfermedades a los países vecinos.
Muchas soluciones son asequibles para resolver estos problemas de salud, aun con escasos recursos económicos, pero si no existe una estrategia política gubernamental bien planificada que se implemente globalmente, unida a un compromiso y eficiencia, Venezuela continuará expandiendo sus enfermedades más allá de sus fronteras, constituyéndose en una amenaza para el continente.
Es importante acotar que en este segundo artículo no relacionan las causas de la crisis directamente con el comportamiento del gobierno como sí lo hacen en el primero. Este señalamiento es crucial para el diseño de cualquier estrategia de salud pública en Venezuela.
En ambos artículos, los autores instan a los organismos internacionales a presionar al gobierno para que cambie sus políticas y le haga frente al problema. Pero si no cambiamos de gobierno todo intento será inútil, principalmente dada la espinosa situación política, económica y social por la que transita el país en momentos tan aciagos. Repito, es indispensable tener claras las causas del problema para poder resolverlo.
Irene Pérez Schael
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Nota: Este artículo debió publicarse el martes 12 de marzo, pero no pudimos hacerlo por el apagón nacional (ver Informe técnico de la Escuela de Ingeniería Eléctrica de la UCV) ocurrido en todo el país el 7 de marzo a las 5 pm que duró en forma ininterrumpida en algunos sectores, como por ejemplo donde vivo, más de 74 horas. La luz regresó el 10 de febrero, pero solo por 4 horas y solo ha sido desde el día 12 que se ha mantenido estable y ha sido restituido el servicio en todo el territorio nacional. La interrupción del servicio eléctrico afectó todas las comunicaciones por lo que los editores de MiradorSalud decidimos posponer las publicaciones de esa fecha para la correspondiente fecha del 26 de marzo. Esta desgracia ha agravado sustancialmente la emergencia humana que vivimos los venezolanos debido a su impacto en la pérdida de alimentos por la ausencia de refrigeración y escasez de gasolina para su distribución, la falta de agua que terminará en una catástrofe sanitaria, las irregularidades e interrupción en la aplicación de tratamientos en hospitales y clínicas como, por ejemplo, la diálisis y quimioterapia, el cierre de emergencias hospitalarias por fallas en las plantas eléctricas, y las muertes por causa del apagón, cuya cifra asciende a 21. Ecoanalítica ha estimado pérdidas de más 875 millones de dólares por causa del apagón sin contar su efecto en el sector petrolero. Todo esto ocasionado por la ineficiencia, ausencia de mantenimiento y falta de experticia de este gobierno totalitario. ¿Es esto justo?
Sabran de paises donde se puedan aceptar alos Dermatologo venezolanos,mientras se pasa el desastre.Gracias