Mauricio Goihman Yahr
Hace ya varios años, tuve la ocasión de visitar Egipto, por la gentil invitación de un distinguido amigo y profesor de ese país.
Después de las actividades de conferencias , docencia y otras académicas hicimos algo de turismo. Visité Karnak, y las pirámides. Me acerqué a una de las pirámides y toqué con ambas manos sus piedras y cerré los ojos. Recibí una sensación de frío y de rechazo. «Tú no eres de aquí»… «Tú no perteneces «… «Tú eres de un pueblo advenedizo»… «Somos muy anteriores a Ustedes».
Después fuí a Israel. Hice la misma maniobra en el Muro de los Lamentos. El remanente de la muralla exterior que soporta la explanada donde se encontraban el Primer y Segundo Templo de Jerusalem. Recibí una sensación de acogida, de bienvenida. Haz llegado de nuevo a tu lar… Bendito sea Dios que lo ha permitido… Ven Meir ben Baruj… y reúnete con tu origen… Ya están regresando los exilados.
Estoy seguro que ninguna piedra ni pared me habló ni se comunicó conmigo. Todo estaba en mi mente. Todo estaba en mis sentimientos y en la historia. No hubo piedras despectivas ni acogedoras. Todo estaba y está en mi ser. En mí !!!
Gracias profesor por este poema , elegía a sus raíces De donde vinimos es lo que somos y debemos ser consecuentes con ello Un saludo Jaime Piquero Martin