Los ácidos grasos de cadenas cortas (AGCC), son sustancias producidas por las bacterias intestinales que fermentan la fibra y los almidones resistentes que consumimos. Los principales AGCC son butirato, propionato y acetato. Una de estas bacterias es Propionibacterium; produce esencialmente acetato y propionato. Cuando tenemos a esta bacteria en nuestro intestino, podemos controlar el crecimiento de Staphylococcus aureus USA300, S. epidermidis, y Cutibacterium acnes, en la piel, ya que sintetizan propionato; todas estas bacterias, son capaces de producir alteraciones en la microbiota cutánea. Son resistentes a los AGCC como acetato y butirato. En pacientes que carecen de Propionibacterium, a nivel intestinal, se han observado lesiones en la piel, por estos comensales, cuando la microbiota de la epidermis está en disbiosis.
Esto pone en evidencia el mecanismo funcional interactivo entre el intestino y la piel. Se ha demostrado, en animales de experimentación, que la piel es más gruesa, en aquellos que poseen Lactobacillus reuteri, así como un aumento de foliculogénesis, sebocitos y piel más brillante. Otra cepa que tiene alto impacto en la salud de la piel es Lactobacillus brevis SBC8803, posiblemente por el aumento de producción de serotonina por las células enterocromafines intestinales, y activación de las vías parasimpáticas del sistema nervioso. Lo que se ha observado en esos animales, es una disminución del nervio simpático cutáneo, el tono arterial y el aumento del flujo sanguíneo cutáneo. Además, esos animales, presentaron una disminución significativa de la pérdida de agua transdérmica (TEWL), un marcador de la función de la barrera cutánea.
El uso de esta cepa en humanos ha permitido que, al cabo de 12 semanas, aumente significativamente la hidratación corneal, porque disminuye TEWL en esos pacientes. Otro de los estudios ha demostrado que, el empleo de la cepa Lactobacillus paracasei NCC2461 durante dos meses, disminuyó la sensibilidad en la piel, así como TEWL; se piensa que está atribuido al aumento del factor de crecimiento transformante Beta (TGF-?), una citokina conocida por su efecto sobre la integridad de la barrera cutánea.
En cultivos in vitro de queratinocitos epidérmicos humanos, suplementados con leche y la cepa Lactobacillus helveticus, al fermentar la leche, produjo un aumento en la producción de involucrina y queratina 10, marcadores de precocidad y diferenciación tardía, lo cual indica que esta cepa bacteriana, promueve la diferenciación epidérmica. Por otro lado, se observó una producción mayor de profilagrina, una proteína involucrada en la diferenciación terminal de los queratinocitos. A partir de esta proteína, se forma filagrina, una proteína esencial para la flexibilidad e hidratación epidérmica de forma fisiológica, lo que la da a esta super bacteria el poder de hidratar la piel.
Los AGCC son el elixir de las bacterias del intestino, sin ellos, la salud nuestra se ve severamente comprometida y en exceso, también causa daños, no solo en el intestino, sino en todos los sistemas, donde ellos tienen alcance. Es así que debemos cuidar nuestro eje intestino-cerebro-piel, para evitar problemas en la epidermis. Cuando hay disturbios en la comunidad intestinal, no se producen los neurotransmisores ni los neuromoduladores adecuados, afectando el funcionamiento de la barrea cutánea, sistema inmune, dos parámetros sumamente importantes para la salud de la epidermis, pudiendo desarrollarse la dermatitis atópica. En aquellos pacientes donde hay una sobreproducción de triptófano, se presenta prurito intenso; para solucionar eso, basta con aumentar la presencia de Bifidobacterium y Lactobacillus.
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