Maria Cristina Di Prisco.
La frecuencia de las dermatosis ambientales, envenenamientos o irritaciones en la piel de los humanos producidos por aguamala y otras especies acuáticas que entran en contacto con la piel humana han aumentado significativamente en los últimos años debido al impacto del cambio climático.
Discutiremos un caso clínico publicado en la revista Dermatitis
Una mujer joven presenta un brote cutáneo en dorso de mano derecha de 3 semanas de evolución. La erupción comienza cuando una aguamala entró en contacto con su piel mientras ella estaba sumergida en el mar. Fue tratada con loratadina oral y crema de triamcinolona tópica 0,1%. El examen físico reveló pápulas eritematosas bien definidas e induradas y edematosas distribuidas en forma linear. Tres meses después no había presentado mejoría y fue tratada con tacrolimus 0,1%, con mejoría. Sin embargo, presentaba erupciones recurrentes con dolor, prurito y eritema requiriendo de nuevo el tratamiento con tacrolimus. El cuadro de esta paciente es crónico, siendo esta presentación muy poco común.
El envenenamiento con aguamala es una dermatitis ambiental frecuente. Los tentáculos de la aguamala contienen los nematoquistes con una mezcla compleja de toxinas venenosas, enzimas y antígenos que son inyectados en la dermis de la víctima con posible diseminación sistémica. Localmente se produce dolor y prurito y una erupción pápulo-eritematosa linear. Pudiendo aparecer síntomas sistémicos como vómitos, diarrea y en casos extremos anafilaxis. Los casos crónicos pueden deberse a la persistencia de los nematoquistes en la dermis de la víctima. Pueden aparecer también lesiones de piel a distancia del sitio inicial de la picadura.
En algunos casos poco frecuentes las lesiones pueden volverse crónicas debido a la persistencia de los nemoquistes en la dermis de la víctima que pueden seguir liberando toxinas si existe roce o fricción en esa zona de la piel y así mantenerse los síntomas locales durante meses. En la fotografía se muestran las lesiones de piel y la cronicidad y persistencia de ellas durante meses.
Existen varias hipótesis que explicarían porque esto ocurre. La primera es la persistencia de los nematoquistes en la dermis. En segundo lugar, sería el desarrollo de reacciones de hipersensibilidad retardada y la tercera por reactividad cruzada de los antígenos liberados.
No es fácil identificar la especie de la aguamala al momento del accidente, se hace principalmente por el conocimiento previo de cuales son las especies más comunes en la zona del accidente. En el caso clínico que discutimos hoy, los autores sospechan que se trata de Chrysaora quinquecirrha, que es una especie del mar Atlántico, debido a la localización geográfica y la permanencia de estas especies en las costas de Carolina del Norte. En el mar Caribe la especie predominante es Gambierdiscus sp.
Estos accidentes han aumentado como resultado de un brusco cambio climático en el mundo. Desde hace 2 décadas y debido a cambios ambientales producidos por el hombre se ha favorecido el crecimiento de las aguamalas. Debemos alertar sobre el impacto del cambio climático sobre la salud del ser humano y del crecimiento de los accidentes con aguamalas y otras dermatosis ambientales.
Jodi Y. So, and Golara Honari Chronic Dermatitis due to Jellyfish envenonation Dermatitis 33(5)p306 September/October 2022