Desde que muchas enfermedades tienen un pronóstico fatal (terminan en la muerte) es frecuente asociar las primeras con la segunda, lo que, desde luego, no sucede así la mayor parte de las veces. Sin embargo es conveniente recordar que James Riley (historiador de la demografía en la Universidad de Indiana)[90] ha adelantado el concepto de una sinergia que él denomina "acumulación de insultos".
Sabemos que la mayor parte de los episodios de diferentes enfermedades no resultan ahora, como probablemente tampoco lo hicieron en el pasado, en la muerte de la persona. Pero -según Riley- cada episodio de enfermedad, seguido de recuperación deja un cierto residuo (o cicatriz) de daño o debilitamiento en el organismo. Posteriores episodios tienen un efecto acumulativo o sumatorio que llevan eventualmente a la muerte del paciente. Así llega a la hipótesis de que cada nuevo insulto a la salud deja al individuo en el futuro a ser más susceptible a la enfermedad. Todo ésto lo lleva a postular que aquellas personas que han gozado de buena salud al comienzo de sus vidas vivirán más tiempo y con más vigor.
Las recientes generaciones de médicos han sido formadas para una lucha, sin límites y sin excusas, frente al hecho natural e inexorable que significa la muerte de todo ser viviente, y así atribuirla, en un número significante de casos, al fracaso del acto médico oportuno y eficaz. Es por lo tanto natural y explicable que el público en general adopte semejante punto de vista y no acepte la dura realidad del envejecimiento, de las enfermedades degenerativas que lo acompañan, y al final, la muerte, como la terminación natural del ciclo vital.
La gran ironía de la medicina moderna es que una de las especialidades menos valoradas, la geriatría, ocupa hoy en día la mayor parte de las camas de los hospitales. El problema central de la geriatría, como especialidad médica, es reconocer el hecho de que los seres humanos, al final de cuentas, somos mortales, y tenemos necesariamente que morir de algún evento terminal, que sigue siendo, como a lo largo de toda la historia, de naturaleza incierta en cuanto a como entenderla y manejarla. [91]
Tal vez la mejor estrategia de salud sea la de tratar de mantener al cuerpo en buen estado, tanto física como mentalmente, hasta poco antes de la muerte. En esta estrategia, la paradoja estriba en que es altamente probable que al aumentar la longevidad del paciente, se potencien las posibilidades de enfermedades degenerativas e incapacidades mentales. "¿;Cuánta gente le agradecería a la medicina semejante obsequio?" [92]