La revolución mexicana tuvo lugar en 1910. Posterior a este hecho, se produce un renacer, un volver a la tradición.
Diego Rivera (1886-1957), viene de ese México donde el impulso hacia lo propio, la reconstrucción de lo nacional se impone como manera de vivir.
En las escuelas se enseña que el arte tiene una misión en la sociedad y surge el gran proyecto de la pintura mural de la que Rivera es su mayor representante.
«Para mi la pintura y la vida son una misma cosa. Es mi pasión dominante… una función orgánica más que una actividad del espíritu». A mi modo de ver, este artista transitó un camino enjambrado, donde se instalaron dos tipos de cáncer:
? El cáncer espiritual… Rivera fue un abandonador de los hijos que procreó. El primero, engendrado en quien sería su «primera » esposa, Angelina Beloff, muere según sus propias palabras , de frío en París. La segunda llamada Marika, a quien no reconoció , de su amante Marevna.
A ambas mujeres dejó en Europa cuando volvió a México, y nunca recibieron de él ninguna ayuda. Con su segunda esposa, Lupe Marin, tuvo dos hijas, Guadalupe Ruth, que fueron criadas por su abuela materna .
? El cáncer del cuerpo… En 1951 le diagnostican Carcinoma Epidermoide de Pene, el cual es una neoplasia de la piel del prepucio, o glande, o tronco del órgano, que suele estar asociado a infecciones crónicas por Virus de Papiloma Humano, mala higiene y promiscuidad, estás dos últimas, condiciones permanentes en la vida del artista.
En 1956 es invitado a recibir tratamiento en Rusia, dadas sus conexiones de toda una vida con el partido comunista. Recibe radioterapia y amputación parcial, y regresa a México, donde muere un año después, en 1957, a la edad de 71 años.
Muy apropiado y pertinente comentario biográfico sobre Diego Rivera, un personaje muy complicado y difícil de la historia del arte mexicano ¡Felicitaciones!
Carlos Rojas Malpica
Que sorpresa tan bonita recibir por aquí una visita de mi querido profesor Dr Carlos Rojas Malpica, psiquiatra carabobeño, miembro de la Academia Nacional de Medicina, humanista en toda la extensión de la palabra, y mi entrañable amigo.
En 1996, después de asistir a un congreso anual de la Sociedad Venezolana de Dermatología en Caracas, me fui a dar un paseo por el Hatillo, encantadora zona, donde siempre encontraba cosas maravillosas. Ese día encontré un libro de Hayden Herrera, para algunos la mejor biógrafa de Frida Kahlo. Desde entonces han corrido muchas aguas…. Mi última adquisición en ese sentido fueron dos novelas espectaculares de la escritora e historiadora mexicana Marta Zamora, llamadas “Los amores de Diego Rivera” y “Frida Kahlo, el pincel de la angustia” , que recomiendo ampliamente. Tal vez hablar de uno sin el otro es cosa difícil. Su relación sería un manjar para Freud, Jung y los psiquiatras de todas las corrientes que existen.
Sea bienvenido por este lugar mi querido Carlos.
Raquel Ramos.