Ocasionalmente un estudio clínico aleatorio abre nuevos horizontes en el manejo preventivo de serias enfermedades, como es el caso que pasamos a comentar, principalmente en adultos y ancianos
Tal parece ser el caso del proyecto Júpiter, publicado electrónicamente de manera ultra-rápida, en una de las revistas médicas más importantes y respetadas del mundo, “The New England Journal of Medicine” (9 de noviembre de 2008), acerca de un cuidadoso estudio llevado a cabo por catorce científicos (12 de ellos médicos) de los Estados Unidos, Brasil, Canadá, Holanda, Alemania, Argentina y Escocia; grupo de estudio presidido y coordinado por el Dr. Paul M. Ridker del Centro de Prevención de Enfermedades Cardiovasculares del Hospital Brigham y de Mujeres de la Universidad de Harvard en Boston, sobre casi 18.000 personas, hombres de 50 o más años y mujeres de 60 o más años, sin historia de enfermedad coronaria previa.
La estrategia que dio lugar a este trabajo se basó en estudiar el efecto de la rosuvastatina (Crestor de AstraZeneca), que es parte de la familia de las estatinas (fármacos que disminuyen el colesterol sanguíneo, uno de los factores que conducen al infarto del miocardio, importante causa de mortalidad), en este importante grupo de personas.
Los sujetos escogidos para este estudio eran adultos, que sin tener un nivel de colesterol anormal, presentaban una proteína C reactiva elevada.
Esta es una globulina que con el polisacárido C de los neumococos da lugar a un precipitado. Esta proteína se forma cuando se padece una inflamación o hay una degradación tisular, por lo cual su determinación tiene un cierto valor diagnóstico.
La investigación clínica emprendida se planificó inicialmente para tener una duración de cuatro años y fue abortada a los dos años en vista de los positivos resultados encontrados, que demuestran claramente una disminución de la mitad en los ataques cardíacos de las personas que tomaron 20 mg. diarios de rosuvastatin en contraste con aquellas a las que se administró el placebo.
De hecho, se encontró una reducción de la mitad de los casos de infarto del miocardio, accidentes cerebro-vasculares o muerte por causas cardiovasculares en los casos tratados con la estatina versus la población que recibió el placebo.
Dado lo que representan los autores de esta investigación, las instituciones donde trabajan y la revista científica donde han publicado los resultados de su pesquisa, es inevitable que la prensa en general no recogiera esas noticias con especial y positivo entusiasmo.
Las consecuencias son predecibles, quienes tengan un nivel de proteína C reactiva de más de 2,0 mg. por litro deberán recibir tratamiento preventivo con rosuvastatin (o presumiblemente con alguna otra estatina).
Todavía es prematuro poder determinar si se justifica extender la administración de estas sustancias a otros grupos de población, tomando en cuenta posibles efectos secundarios a largo plazo de la ingestión permanente de estos fármacos y su elevado costo, pero no hay la menor duda de que estamos presenciando un hito importante de la medicina preventiva, y nadie discute el viejo aforismo que “es mejor (y mucho más económico) prevenir que curar”.