Dedicada a la memoria de mi querida amiga Natalia Saade Gamboa, cuya sonrisa y amistad me acompañó por varios años, en cada evento dermatológico.
DERMATOLOGIA Y PROSA.
Nuestras vidas son los ríos. Jaime Manrique.
DERMATOLOGIA Y POESIA.
Nuestras vidas son los ríos. Jorge Manrique.
Coplas por la muerte de su Padre.
DERMATOLOGIA Y MUSICA.
La Ruta. Rubén Blades.
Album: Mundo. Año 2002.
Archivo adjunto:
dermatologia-y-arte-edicion-222.doc
Raquel
Escribes de Jorge Manrique y de Calderón de la Barca, dos grandes de la lengua nuestra, pero debo agregar a otro que tambien fue de escasa producción en volumen pero no de calidad. Hablo de Fernando de Rojas que con su tragicomedia de Calixto y Melibea abrio las compuertas de la prosa hablada. De él te envio este pasaje del bardo, no de sueños, si de realidades:
Olvidemos los vicios que así nos prendieron;
no confiemos en vana esperança.
Temamos aquél que espinas y lança,
açotes y clavos su sangre vertieron.
La su santa faz herida escupieron;
vinagre con hiel fue su potación;
a cada santo lado consintió un ladrón.
Nos lleve, le ruego, con los que creyeron.]
Hermoso Jaime…muy hermoso. TE agradezco muchisimo lo hayas compartido, Es un homenaje a quien siento que siempre guia mis pasos. YO CREO!
Raquel
“NUESTRA VIDAS SON LOS RIOS”
Esta interesante novela, escrita brillantemente por el joven escritor colombiano Jaime Manrique, quien vive en Nueva York y es profesor asociado en el programa MFA en la Universidad de Columbia, me fue obsequiada por una persona de mi alto aprecio y estima, como detalle de navidad. Es un libro que incita a su lectura continua y sin darnos cuenta, sus trecientas setenta páginas páginas se deslizan al vuelo entre nuestras manos, sin perder en ningún momento el interés por el tema desarrollado -la vida y relación sentimental de Manuela Sáenz con el Libertador Simón Bolívar- concebida por el autor en un contexto de elegancia y pulcritud narrativa verdaderamente admirable.
Y es que la vida de esta formidable mujer, identificada profunda y solidariamente con la causa emancipadora emprendida por Simón Bolívar, a principios del siglo XIX., refleja su temple, su recia voluntad , su desinterés por las riquezas que demostró al abandonar su estabilidad social y económica, tras su rompimiento con James Thorne, el acaudalado y flemático inglés, impuesto por su padre Simón Sáez de Vergara y Yedra, con la intención de salvar y asegurar su futuro, y lavar su reputación, dada la circunstancia de su origen, como ella muy bien lo proclamó…: “Nací rica y bastarda y morí pobre y bastarda”. “Esa es en breve, la historia de mi vida”. Así lo relata como protagonista en la novela de Manrique.
Algunos rasgos de la vida de Manuela Sáenz me recordaron la vida de Flora Tristán, la abuela de Paul Gauguin -la gran defensora de los derechos de la mujer y de los trabajadores en la Europa de la revolución industrial- narrada por otro maestro de la literatura, Mario Vargas Llosa, en su novela “El Paraíso en la otra esquina”. Flora Tristán era apenas una niña cuando en 1804, Bolívar visitó a su familia en Francia, aunque le cupo el honor de traducir al francés, hacia 1839, las cartas del Libertador.
En su famosa obra “Bolívar”, otro brillante escritor colombiano, Indalecio Liévano Aguirre, 2007, en el capítulo dedicado a Manuelita Sáez, describe el carácter impetuoso y apasionado de “ La Libertadora del Libertador”, título otorgado por Bolívar, pocos días después del atentado del 25 de Septiembre de 1828 cuando le salvó la vida milagrosamente. Refiere el historiador…… “Charlando alegremente con su padre, montada a horcajadas sobre su inquieto caballo alazán, su indumentaria varonil, falta de esos adornos que tanto encanto ponen en el arreglo de la mujeres, presentaba marcado contraste con la inquietante femineidad que fluía avasalladora en su gracia, su belleza, y su espléndida alegría vital. Sobre su cutis blanco y sonrosado, que hacía más bello el marco negro de su cabellera, resaltaban exultantes, móviles, sus grandes ojos negros y sus labios de subido color natural, dibujados como para sugerir la íntima fuerza emocional de esta mujer. Su cuerpo agilísimo tenía movimientos un tanto felinos y todo en él parecía rebelarse contra las severas líneas de su traje, que no lograba ocultar su sugestivo encanto corporal”
Así era Manuela Sáez, una mujer apasionada de firmes convicciones libertarias, de una personalidad avasallante, que hizo honores para ser reconocida y estar inscrita e identificada con la epopeya de América.
Guillermo Planas Girón,
Caracas-Venezuela
29 de Enero de 2009