Yo, Nosotros, Ellos

melodia-del-delirio-de-persecusionLos seres humanos  y los vertebrados poseemos poderosos sistemas inmunológicos. Su característica fundamental es la capacidad de reconocimiento. Lo que reconocen como extraño es atacado y casi siempre destruido. Lo que reconocen como propio es respetado y de hecho defendido. Si lo propio  se identifica erróneamente sobrevienen las enfermedades autoinmunes.

Lo mismo que sucede en nuestro interior a nivel celular, ocurre en las sociedades. Los individuos se reconocen como tales inicialmente, aceptan luego que son parte de agrupaciones, pequeñas como la familia nuclear, más grandes como los barrios ,escuelas u oficios o muy grandes como países..Todas estas estructuras constituyen el «Nosotros» las demás son «Ellos». Dado que «ellos» son reconocidos como diferentes si coinciden en una misma área con «nosotros “deben ser destruidos ó sometidos.

El reconocimiento inmunológico es químico, estructural. El reconocimiento social  en los seres humanos es básicamente psicológico y puede variar.

Nos pueden enseñar que ciertos «ellos» son en verdad «nosotros» así aprendemos en la escuela y la vida que constituimos parte de un país y que compartimos con los otros ciudadanos del mismo una historia común, una mitología, unas leyes  y varias costumbres. Aprendemos a aceptar cierto grado de diversidad y que algunos pueden incorporarse a un país inicialmente extraño mediante la residencia y la  nacionalización. Aprendemos que todos los seres humanos, aun los más lejanos y distintos físicamente compartimos una naturaleza esencialmente similar. Llegamos incluso a sentir el vínculo que existe entre todos los seres vivientes en contraste con la materia inanimada. Sin embargo los criterios integrativos son cada vez más débiles mientras más amplios. Reconocemos que las gallinas  y nosotros compartimos muchas características, ello no impide que sacrifiquemos a esos animales para nutrirnos. Comprendemos que los Aedes deban ingerir sangre para  reproducirse, pero los matamos porque nos molestan y porque transmiten enfermedades graves. Como el reconocimiento es psicológico, puede alterarse por técnicas psicológicas y de pronto algo que era reconocido o aceptado como «nosotros «se transforma en un «ellos» expuesto a la destrucción,  sobre todo si esos «ellos» son más débiles o menos numerosos. Sólo es necesario cambiar el reconocimiento. La acción que sigue es automática e incorporada en la maquinaria de nuestro organismo individual o en la de nuestra sociedad primigenia.

Por ello, la propaganda es un arma eficaz si se desea cambiar los reconocimientos. La magnitud de los mecanismos inicialmente defensivos, que se evocan varían con la intensidad y capacidad de la propaganda o de la eventual contrapropaganda. Si un gobernante o conductor de opinión desea  aglutinar  a sus  gobernados o a un partido ó corriente de opinión. Nada más expedito que encontrar un enemigo  unos «ellos» contra los cuales dirigir primero el temor, luego la aprensión, el odio y por fin la acción destructiva. No quiere decir esto que el o los causantes de este encauzamiento de opinión sean  necesariamente fríos y cínicos manipuladores. Pueden serlo, pero también pueden ser sinceros o pueden estimularse a sí mismos en una especie de masturbación que al comienzo es mecánica y luego es exaltada.

Crear «ellos» puede ser un mecanismo de acción política o incluso de legítima defensa. En pocos años, para los norteamericanos, los japoneses se transformaron en monstruos contra los cuales era lícito y deseable arrojar bombas atómicas. Es igualmente cierto que los japoneses fueron indoctrinados para sentir similares emociones contra los norteamericanos a los cuales torturaban en campos de prisioneros o mataban sin piedad en las batallas. Los nacionalsocialistas hicieron que los alemanes y austríacos aceptaran clasificaciones  raciales de sus ciudadanos con escasa base biológica y que hiciesen de sus compatriotas y vecinos de pocos años atrás unas bestias inferiores,»sub-humanas» a las cuales había que destruir del mismo modo despiadado como se destruyen termitas en una biblioteca. Se necesitó para ello una mala situación económica, unos años de desgobierno y luego un conductor patológico rodeado por otros enfermos y algunos oportunistas.

Estos programas de reconocimiento son en gran parte alterables. Israel y Alemania reestablecen vínculos diplomáticos y de nuevo se abren sinagogas en Berlín. Francia y Alemania forman el núcleo de una Unión Europea, aunque los monumentos a Napoleón ,a Foch y a De Gaulle sigan siendo motivo de veneración en París.

Debe subrayarse que no hay nación, pueblo, religión o partido que no haya sido capaz o no pueda ser capaz de alterar el reconocimiento y procrear el odio y la persecución. El programa existe en nuestro computador personal y colectivo. Sólo hay que presionar las teclas correspondientes o enviar el mensaje que lo haga. La única forma de evitarlo es la vigilancia continua, la creación y modernización permanente de «antivirus» adecuados. Al fin de cuentas la vigilancia permanente es la característica fundamental de la vida.

Mauricio Goihman Y.


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Obra: Melodia del delirio de persecusión
Artista: Mauricio Silerio


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