Los médicos de todos los tiempos siempre se han hecho la ilusión de disponer de un medicamento capaz de curar definitivamente la enfermedad que tratan. Es el antiguo concepto de la piedra filosofal de la alquimia medieval (que supuestamente permitía la transformación de los metales en oro), y del cual se deriva el elixir de la vida, capaz de curar todas las enfermedades.
Contemporáneamente se habla de bala mágica para referirse a un medicamento específico que cura una determinada enfermedad.
Fue el famoso bacteriólogo alemán, de familia judía, Paul Ehrlich (1854-1915) el primero en encontrar una molécula capaz de curar una enfermedad infecciosa devastadora por su alta morbilidad y mortalidad como era la sifílis. Estaba convencido de que la clave para eliminar al treponema causante de la enfermedad era el arsénico, y sintetizó y experimentó con cientos de compuestos orgánicos del arsénico en ratones infectados con el microorganismo, hasta dar con la arsfenamina (después de probar otros 605 compuestos), o sea el “606? o Salvarsán -la primera “bala mágica”-, tratamiento utilizado con éxito hasta el descubrimiento de la penicilina.
La “bala mágica” de nuestra época se enfoca en otra dirección y desde hace al menos seis años se corteja insistentemente con la idea de una combinación de múltiples fármacos, capaces de neutralizar los principales factores de riesgo de las enfermedades coronarias y accidentes cerebrovasculares, como son la hipertensión arterial y los altos niveles de colesterol sanguíneo.
La idea central es disponer de una píldora o cápsula que contenga los cinco fármacos, cuyos efectos mancomunados sean capaces de reducir el colesterol y la presión arterial, lo que potencialmente se traduciría en reducir a la mitad estas dolencias en individuos de edad mediana (hombres de más de 50 años y mujeres sobre los 60 años).
Esta notable píldora contendría aspirina (para prevenir coágulos sanguíneos), una estatina (para reducir el colesterol) y tres fármacos para hacer descender la presión arterial (un diurético para remover agua de los tejidos, un bloqueador beta para regular el latido cardíaco y un inhibidor de la enzima de conversión de la angiotensina o ECA para relajar las fibras musculares en las arterias).
Semejante idea fue publicada originalmente en el British Medical Journal en 2003, pero ha tomado tiempo en llevarse a la realidad clínica, y ha sido tan sólo hace unos días que se publicaron en The Lancet los resultados clínicos favorables de la utilización masiva de la “Polycap” de los laboratorios “Candila Pharmaceuticals Ltd.” de India (una combinación de Atenolol 50 mg., Tiazida 12,5 mg., Ramipril 5 mg., Simvastatina 20 mg y Aspirina 100 mg.).
Según ese estudio, “The Indian Polycap Study”, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de MacMaster de Canadá (con bien ganada fama por el concepto de “medicina basada en evidencia”) y el St John Medical College de Bangalore en India, la administración diaria continua, después de 12 semanas, en 2.000 personas en 50 centros clínicos de la India, de la llamada polipíldora, hace descender el riesgo de enfermedad coronaria en un 62% y el de accidente cerebrovascular en un 48%.
Como todas son moléculas cuyas patentes caducaron hace tiempo, el costo de la polipíldora resultará asequible a todos los bolsillos.
De confirmarse estos hallazgos en otros estudios clínicos similares, y si los efectos secundarios son mínimos como es de esperarse, podríamos estar en el umbral de una medicina preventiva de factores de riesgo de la principal causa de mortalidad, y por lo tanto de un aporte sin parangón a la medicina de nuestros días.
Francisco Kerdel-Vegas
Fuente: notitarde.com