Espaldad desnuda de una mujer sentada, 1926.
Diego Rivera
Que una publicación cuente con 250 ediciones es un logro que vale la pena reseñar y para ello tenemos que hacer referencia a las motivaciones que nos llevaron en febrero de 1998 a publicar en Internet una lista de discusión médica cuyo objetivo fundamental era intercambiar información con colegas sobre puntos de interés comunes, incertidumbres, opiniones, diagnósticos y, en general, establecer puertos de conexión directa y fructífera que incidieran positivamente en el diario quehacer profesional.
Como es lógico suponer ante la decidida participación de amigos, amigos de los amigos, conocidos de los amigos y colegas en general, se fue ampliando el radio de acción y gracias a todos ellos en un período de cuatro años nos dimos cuenta que podíamos ampliar el horizonte de la ya perfilada revista, no solo en búsqueda de mayor difusión sino de ampliación de temas de todo lo que pudiera interesar a un profesional de la Dermatología. Así pues, en 2003 decidimos cambiar el formato a revista semanal con miras a relacionarnos más estructuradamente con el universo dermatológico al que pertenecemos, sirviendo como puente en la superautopista de la información, creando módulos que abarcan diferentes aspectos de la formación profesional tanto técnica como humanística, en un caleidoscopio donde cada dermatólogo que participa y consulta tiene un puesto relevante e interesante no solo para él mismo sino también para quien lo lee o le contesta .
Claro está que los que iniciamos esta labor no contábamos con el soporte técnico adecuado que la hiciera lo suficientemente amigable para que resultara de grata lectura, educativa y participativa. Es entonces cuando diseñamos un nuevo formato de publicación que fue conformando el semanario de manera efectiva y provechosa y en la medida que se fueron incrementando los colaboradores que hoy suman 50 en diferentes áreas, mas 17 secciones generales, coordinadas por los editores y abiertas al aporte de cualquier suscriptor. Es muy importante señalar que ya la revista no nos pertenece, es de toda la colectividad dermatológica principalmente de habla hispana pero no privativamente ya que también de otras latitudes recibimos intervenciones aunque todavía en menor escala. Hay un futuro por delante, deseamos fervientemente hacer todo lo que esté en nuestra mano para alcanzar una amplia difusión; tenemos otras metas planteadas más universales y ambiciosas que sabemos posibles y juntos las vamos a lograr, no lo duden.
Piel Latinoamericana cierra el último trimestre del año 2009 con grandes satisfacciones entre las que podemos destacar una cantidad promedio de 22 secciones temáticas por edición semanal. Con 2.225 items tales como casos clínicos, artículos, etc, solo desde Enero de 2007 cuando dimos un giro de solo lista de correo a conformar un Blog de discusión con lista de correo. En difusión contamos con un directorio de 6.200 buzones de correo (suscriptores), sin contar a los lectores que les llega Piel Latinoamericana replicada a través de las diferentes asociaciones dermatológicas de toda Latinoamérica o los médicos que nos visitan de todo el mundo a través de los diferentes servidores. Como punto de referencia podemos contabilizar 7.138 comentarios desde Enero de 2007 hasta la fecha.
Hacemos vida bajo la fisonomía técnica de un blog, pero hemos generado un tipo de publicación online diferida que da la impresión de ser un grupo de discusión sobre web. No somos un blog convencional, integramos varias herramientas que permite la discusión bien sea en la propia página web o por correo. Estamos consolidando un tipo de publicación autóctona y adaptada al dermatólogo y especialistas asociados.
En la época actual sería desperdiciar métodos de investigación e información si le diéramos la espalda a nuevas tecnologías y efectuar las búsquedas en solitario; indudablemente resulta más productivo el trabajo en equipo y partiendo de una sencilla idea hemos cambiado de acuerdo a la evolución para lograr una especie de Reunión de Servicio Virtual que trasciende fronteras. Asi pues, el beneficio que hemos obtenido no es económico, no hay que pagar nada para participar, antes bien, agradecemos que lo hagan para impulsar la difusión de la revista, todos sabemos que la ciencia no es remunerativa pero los que estamos en ella aprendimos la mística en las facultades de Medicina, de primera mano.
La revista ha tomado forma, poco a poco, edición tras edición, aceptando ideas y críticas, recomendaciones y comentarios construyendo y estrechando lazos entre todos los dermatólogos latinoamericanos proyectando los conocimientos hacia otros horizontes. Piel Latinoamericana tiene una voz fuerte en el ámbito de la discusión médica sobre base científica, hemos inspirado a muchos de nuestros miembros a incursionar en publicaciones Web y además han ingresado a la participación virtual colegas antes reacios a las nuevas tecnologías y ahora son decididos colaboradores y autores de discusión.
La gran cantidad de participantes encuentran en Piel Latinoamericana una referencia obligada a la hora de abordar diagnósticos y terapéuticas, y además ha generado una filiación tal que cada viernes crece una expectativa por la nueva emisión.
Este año, como es propio en la conducción de Piel Latinoamericana hemos comenzado a usar una novísima herramienta para analizar el tráfico de sitios web creada por Google, llamada Google Analytics. A continuación mostramos los principales reportes generados durante el periodo Septiembre-Octubre. Estos análisis hablan por si solos del posicionamiento contundente y cada vez más robusto de Piel Latinoamericana en el gran universo de la web 2.0
Editores
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Jaime Piquero Martín | Rolando Hernández Pérez | Félix J. Tapia |
Soporte técnico | ||
Ing. José Hernández |
*Hacer clic en el archivo para revisar el análisis estadístico de Piel-l (Google Analytics):
analisis_piel_octubre_2009.pdf
¡Que interesante!, esto lo que nos obliga es a la felicitación de los editores de PIEL-L, y el compromiso de seguir adelante. Los que tenemos la vocación docente tenemos la necesidad de seguir ayudando en la llamada «universidad extra muros» porque lo que tendremos en los años por venir es la crasa ignorancia.
Dr. José R. Sardi B.
Dermatólogo. Caracas.
Hola mi querida Piel L y mil felicitaciones a sus excelentes editores. Es un gran placer contar con un blog como este, quien cuenta con la participación espontánea de maestros de la dermatología, con gran vocación de docencia, como dice el Dr. Sardi.
Que sin mezquindad dan tanta experiencia acumulada por años de trabajo, estudio y pacientes, y que según nos muestra el análisis de octubre 2009, es aprovechada por un gran número de visitantes.
De verdad es grato para mí, que ya no estoy en un servicio de dermatología, contar con esta herramienta donde poder comentar mis casos, leer que opinan los otros de lo que uno hace, siempre teniendo presente que si hay críticas son constructivas y de enriquecimiento y como fin ultimo ayudar a nuestros pacientes.
Piel L, ha hecho que pueda sentir cierta tranquilidad en mi ejercicio diario, tener con quien comentar de forma directa, rápida y explicita algún detalle urgente (que lo diga el Dr Juan Chassaigne), es como estar en el postgrado y correr detrás del Dr Marco Tulio o del Dr Fachin Viso y pedirle su opinión de un caso y me siento feliz de poder contar con un gran número de colegas dispuestos a ayudar, a compartir experiencias y a enseñar a los no tan experimentados como yo.
También es un placer leer cada sábado el editorial, la mancheta y la música y los versos que nos regala Raquel.
Mil gracias a todos los que publican, los que escriben y espero que tratemos en esta universidad extramuros (para mi el servicio que tanta extraño), de no caer en la crasa ignorancia, de creer que uno lo sabe todo.
Mil besos y abrazos para toda Piel L.
Luz Marina Aular
Dermatologo
Valencia-Vzla
Rolando un beso y un abrazo especial para ti
Luz Marina Aular Machado.
Con inmensa satisfacción, ternura, cariño, tantas emociones veo llegar a mi niña a su edición numero 250, caminando de la mano de sus editores, José y colaboradores que cada semana sacan tiempo para hacer de su vida y l a nuestra una “mejor vida”. Porque es que en este trayecto, que duda cabe, que se han mezclado afectos que no existían, cariños que se han instaurado. Vaya un abrazo muy especial a Jaime, Rolando y Felix, mis antiguos amigos, que cada día lo son más. A Vito, mi adorado Vito, que espero cumplamos los 250 de skinblog. A Guillermo, ese tesoro de mi vida, del cual he aprendido y espero seguir aprendiendo a sorbos su sabiduría y humanidad. A Jairo, mi paisa compinche, cuyo amor puedo recibir y dar a través de una línea telefónica, en cualquier rincón del mundo en que esté. A William, my gringo reencauchado, mas bello que el Cunaviche o que Cayo Sombrero.A mi admirado Francisco Kerdel V mi bitacoro preferido. Al Gordo Juan Carlos, a Martin, a Amalia, mi librera. En fin , todo este milagro ha sido piel latinoamericana. Me permito buscar a Savater, ese amor, a quien siempre recurro, porque me permite entender la vida y sus eventos, sobre todo hoy en este evento maravilloso en el que celebramos EL VALOR DE EDUCAR.
“Bueno, sin
llegar quizá a los extremos de Calígula, es evidente que nosotros tampoco
educamos a los niños sólo por su propio bien sino también y quizá ante todo
por razones egoístas. Hubert Hannoun (en Comprendre l’éducation) aventura
que educamos «para no morir, para preservar una cierta forma de perennidad,
para perpetuarnos a través del educando como el artista intenta perdurar por
medio de su obra». Ante la fugacidad desesperante de la vida y la muerte que
todo parece borrarlo, no hay sed más imperiosa que la de tratar de perpetuar
nuestra experiencia, nuestra memoria colectiva, nuestros hábitos y nuestras
destrezas, transmitiéndolos a quienes provienen de nuestra carne y crecen en
nuestra comunidad. Non omnis moriar, escribió Horacio confiando en la
posteridad de su obra, y nosotros tampoco queremos morir del todo, delegando
la conservación de lo que somos y anhelamos a la generación venidera. La
educación constituye así algo parecido a una obra de arte colectiva que da
forma a seres humanos en lugar de escribir en papel o esculpir en mármol. Y
como en cualquier obra de arte, hay mucho más de autoafirmación narcisista
que de altruismo…
También en otro sentido la educación responde antes a los intereses de los
educadores que a los de los educandos. Para que la sociedad continúe
funcionando —y éste es, en cualquier grupo humano, el interés primordial— es
preciso que aseguremos el reemplazo en todas aquellas tareas sin las cuales no
podríamos subsistir. Hace falta pues preparar a los neófitos, cuyas fuerzas
intactas son necesarias para que la gran maquinaria no se extinga, a fin de que
sepan ayudarnos y sostengan todo aquello de lo que la fatalidad biológica nos
va haciendo a los mayores poco a poco dimitir. Y desde luego no les pedimos
previamente su aquiescencia antes de imponerles los preparativos casi siempre
poco gratos de esta colaboración. De modo que en cualquier caso los niños son
reclutas forzosos, sea porque los utilicemos como una de las prótesis sociales
para asegurarnos cierta inmortalidad o sea porque recabemos su esfuerzo
adiestrándoles en el cumplimiento de empresas que les preexisten y les
necesitan. ¿Podría acaso ser de otro modo? Las sociedades, según vimos al
comienzo de estas páginas, son humanógenas. Su principal producción es la
manufactura de seres humanos y para conseguirlos no contamos con otro
modelo (ni otro instrumento) que los seres humanos ya existentes. No
preguntamos a nuestros hijos si quieren nacer ni tampoco si quieren
parecérsenos en conocimientos, técnicas y mitos. Les imponemos la humanidad
tal como nosotros la concebimos y padecemos, igual que les imponemos la
vida. Oscuramente, presentimos que les condenamos a mucho pero también
que les damos la posibilidad de inaugurar algo.
Si la educación implica cierta tiranía, es una tiranía de la que sólo
pasando por la educación podremos en alguna medida más tarde libramos.
Todos los buenos maestros conocen su condición potencial de suicidas:
imprescindibles al comienzo, su objetivo es formar individuos capaces de
prescindir de su auxilio, de caminar por sí mismos, de olvidar o desmentir a
quienes les enseñaron. La educación es siempre un intento de rescatar al
semejante de la fatalidad zoológica o de la limitación agobiante de la mera
experiencia personal. Proporciona a la fuerza algunas herramientas simbólicas
que luego permitirán combinaciones inéditas y derivaciones aún inexploradas.
Es poco, es algo, es todo, es el embarque irremediable en la condición humana.
En otras épocas y otras culturas la imposición de este condicionamiento social
ha aparecido menos cuestionable. Pero el afianzamiento moderno del ideal de
libertad personal plantea una paradoja mucho más difícil de resolver. Desde
luego, el objetivo explícito de la enseñanza en la modernidad es conseguir
individuos auténticamente libres. Pero ¿cómo admitir sin recelo o sin escándalo
que la vía para llegar a ser libre y autónomo pase por una serie de coacciones
instructivas, por una habituación a diversas maneras de obediencia? La
respuesta estriba en comprender que la libertad de la que estamos hablando no
es un a priori ontológico de la condición humana sino un logro de nuestra
integración social. A ello apuntaba Hegel, cuando estableció que «ser libre no
es nada, devenir libre lo es todo». No partimos de la libertad, sino que llegamos
a ella. Ser libre es liberarse: de la ignorancia prístina, del exclusivo
determinismo genético moldeado según nuestro entorno natural y/o social, de
apetitos e impulsos instintivos que la convivencia enseña a controlar. Ninguno
de los seres vivos es «libre» si por tal entendemos capaz de inventarse del todo
a sí mismo a despecho de su herencia biológica y sus circunstancias
ambientales: lo único a que puede aspirar es a una mejor o peor adaptación a
lo forzoso. Sólo los humanos podemos (relativamente, desde luego) adaptar el
entorno a nuestras necesidades en lugar de resignarnos sencillamente a él,
compensar con apoyo social nuestras deficiencias zoológicas y romper las
fatalidades hereditarias a favor de elecciones propias, dentro de lo posible pero
a menudo contra lo rutinariamente probable. La libertad no es la ausencia
original de condicionamientos (cuanto más pequeños somos, más esclavizados
estamos por aquello sin lo que no podríamos sobrevivir) sino la conquista de
una autonomía simbólica por medio del aprendizaje que nos aclimata a
innovaciones y elecciones sólo posibles dentro de la comunidad. Ni siquiera
Rousseau creo que pensase de otro modo, pues su «libertad» natural no es
más que adaptación a determinaciones espontáneas ignoradas como tales y su
protesta contra las «cadenas» sociales que se nos imponen se acompaña de
una larga meditación pedagógica para asumirlas y transformarlas de modo
emancipador.
El neófito comienza a estudiar en cierta medida a la fuerza. ¿Por qué? Porque
se le pide un esfuerzo y los niños no se esfuerzan voluntariamente más que en
lo que les divierte. La recompensa que corona el aprendizaje es diferida y
además el niño sólo la conoce de oídas, sin comprender muy bien de qué se
trata. Los estudios son algo que interesa a los mayores, no a él. No es que los
pequeños no deseen saber, pero su curiosidad es mucho más inmediata y
menos metódica que lo exigido para aprender, ni siquiera elementalmente,
aritmética, geografía o historia. Se puede y se debe contar en la enseñanza con
la inicial curiosidad infantil: sin embargo, es un afán que la propia educación
tiene que encargarse de desarrollar. La completa ignorancia no suele ser ni
siquiera inquisitiva, mientras que saber un poco abre el apetito de saber más. El
niño no sabe que ignora, es decir, no echa en falta los conocimientos que no
tiene. Como señalamos en el capítulo primero, es el educador quien ha de dar
importancia a la ignorancia del alumno porque valora positivamente los
conocimientos que a éste le faltan. Es el maestro, que ya sabe, quien cree
firmemente que lo que enseña merece el esfuerzo que cuesta aprenderlo. No
puede exigirse al niño que anhele conocer aquello que ni siquiera vislumbra,
salvo por un acto de confianza en sus mayores y de obediencia ante su
autoridad. Aún menos apreciará espontáneamente que se le impongan hábitos
sociales como la limpieza, la puntualidad, el respeto a los débiles y otros que no
concuerdan con sus apetencias. Kant indica que uno de los primeros y nada
desdeñables logros de la escuela es enseñar a los niños a permanecer
sentados, cosa que en efecto casi nunca hacen mucho tiempo por decisión
propia, salvo cuando se les narra un bonito cuento (claro está que en tiempos
de Kant aún no había televisión … ). En una palabra, no se puede educar al
niño sin contrariarle en mayor o menor medida. Para poder ilustrar su espíritu
hay que formar antes su voluntad y eso siempre duele bastante.
A fin de reconciliar la parte de coacción que implica toda enseñanza con el
postulado de la libertad personal moderna algunos pedagogos insisten en que
el objetivo de la enseñanza es desbrozar por imposición la libertad latente del
neófito para que florezca plenamente.. El propio Kant piensa de este modo y ya
hemos comentado más arriba una significativa frase de Hegel al respecto. Este
planteamiento es muy razonable, pero a veces minimiza de modo indebido la
dimensión coactiva del proceso educativo y da por supuesto en el educando un
núcleo original a desarrollar, cuya existencia es bastante dudosa. Por ejemplo
Olivier Reboul, en su Filosofía de la educación, sostiene que «educar no es
fabricar adultos según un modelo sino liberar en cada hombre lo que le impide
ser él mismo, permitirle realizarse según su «genio» singular». Esta declaración,
con la que resulta casi inevitable simpatizar, debe ser matizada. Para que el
neófito llegue a ser él mismo, la educación debe fabricarle como adulto de
acuerdo con un modelo previo, por mucho que tal modelo sea abierto,
tentativo, capaz de innovar sobre lo recibido, etc. El maestro no estudia en el
niño el modelo de madurez de éste, sino que es el niño quien ha de estudiar
orientado por un ejemplo de excelencia que el maestro conoce y le transmite.
Naturalmente que el educador ha de comprender lo mejor posible las
características y aptitudes peculiares del neófito para enseñarle del modo más
provechoso, pero ello no implica que lo que el niño ya es deba servirle de pauta
para lo que se pretende que llegue a ser. La autonomía, las virtudes sociales, la
disciplina intelectual, todo aquello que constituirá ese «él mismo» del hombre
maduro aún no se encuentran en el estudiante sino que deben serle propuestos
—y en cierto modo impuestos— como modelos exteriores. A partir del
desarrollo de su mera intimidad nunca llegarán a ser realmente suyos. Si no es
el educador el que le ofrece el modelo racionalmente adecuado, el niño no
crecerá sin modelos sino que se identificará con los que le propone la televisión,
la malicia popular o la brutalidad callejera, por lo común exaltados desde el lujo
depredador o la mera fuerza bruta.
Y es que en el niño no hay una «esencia» acabada e intransferible a potenciar
sino más bien unas virtualidades que deben ser encauzadas (y en parte
descartadas) para aproximarle a la plenitud personal que se considera
educativamente deseable. Desde luego ese ideal no es único, varía a través de
las épocas y de una cultura a otra; en cierto modo, dentro de cada sociedad
también se educa según modelos distintos de la plenitud humana a alcanzar, lo
que en demasiadas ocasiones sirve para perpetuar la desigualdad de
oportunidades entre los individuos.
La gran verdad de que un empeño laborioso y disciplinado puede ser no sólo
gratificante en sí mismo sino requisito inexcusable para comprender desde
dentro la tarea cultural que nos humaniza debe ser hoy reafirmada con más
fuerza que nunca. ¿Por qué? Por las circunstancias de la cultura del consumo
en la que vivimos. Lo explica muy bien François de Closets en Le bonheur
d’apprendre: «¿Deseáis descubrir el mundo? La industria del turismo se hace
cargo de vosotros y os permite verificar que se parece a las fotografías de los
folletos publicitarios. ¿Acaso es la belleza lo que os tienta? Utilizad cremas y
píldoras, recurrid a los masajes, a la cirugía estética, id a la cura de
talasoterapia, envolvedlo todo en una indumentaria atrayente, tal es el precio
de la belleza. Elevado, eso ni que decir tiene. Si os gustan las bellas historias,
no os toméis la molestia de leer: mirad la televisión, id al cine; si la gastronomía
os tienta, no aprendáis cocina: pagaros buenos restaurantes; si queréis
emociones fuertes, daros una vuelta por EuroDisney; si os fascinan las
cuestiones metafísicas, acudid a consultar a un mago y si, pese a todas estas
diversiones, os hundís en la depresión, tomaros un Prozac o un Lexomil. Pero
sobre todo no emprendáis nada por vosotros mismos, no vayáis a esforzaros, a
desgastaros, a fatigaros, a someteros a una disciplina que os obligue. Pagad,
eso es lo único que tenéis que hacer.» Y en la misma línea de pensamiento,
también Lévi-Strauss prolonga la requisitoria: «Nuestros hijos nacen y crecen
en un mundo hecho por nosotros que se adelanta a sus necesidades, que
previene sus preguntas y les anega en soluciones. A este respecto, yo no veo
diferencia entre los productos industriales que nos inundan y los «museos
imaginarios» que, bajo forma de libros de bolsillo, de álbumes de
reproducciones y de exposiciones temporales de chorro continuo enervan y
embotan el gusto, minimizan el esfuerzo, enturbian el saber: vanas tentativas
para calmar el apetito bulímico de un público sobre el que se vierten en montón
todas las producciones espirituales de la humanidad. Que en este mundo de
facilidad y de derroche la escuela sea el único lugar en el que haga falta
tomarse molestias, soportar una disciplina, sufrir vejaciones, progresar paso a
paso, pasarlas moradas, eso los niños no lo admiten porque no pueden ya
comprenderlo.»
Aquí esta Piel latinoamericana con las puertas abiertas al mundo, en un intento sincero, honesto de compartir conocimientos. Bienvenidos todos. Gracias a todos.
Dra. Raquel M Ramos M
Sí.
William.
PS. Y gracias por lo que me tocó.
Felicitaciones sinceras a los Fèlix, Jaime y Rolando.
Lo que ha logrado Piel-l es verdaderamente hermoso y trascendente.
Que tengamos la suerte de ver el No. 25.000.
Enhorabuena,
Vito Abrusci
Quiero felicitar sinceramente a los editores de Piel-L. mis queridos amigos Drs. Félix Tapia, Jaime Piquero Martin y Rolando Hernández Pérez, viejos compañeros en el devenir académico en nuestra casa de formación, el Instituto de Biomedicina, por su dedicación desinteresada, aportando todos sus conocimientos y su paciencia y por ocurrírseles esa genial idea de hermanarnos con nuestros distinguidos colegas dermatólogos latinoamericanos, de Estados Unidos, España, Brasil… en fin de todo el mundo, a través de esta formidable fuente del conocimiento representada por internet. No crean que me he olvidado del Ingº. José Hernández, compañero de una gran calidad humana, siempre tan dispuesto a ayudarnos en nuestros casos, alma de ésta revista y de otras más.
Debo especial reconocimiento a mi amigo el Dr. Rolando Hernández Pérez, que fue quien me inició en los primeros pasos del cyberespacio, así como a mi hija Maria Alejandra, recién llegada de USA, quien es un avión en estos menesteres de la red. Igualmente a nuestro apreciado amigo Dr. Jairo Mesa de Colombia, enamorado de la educación médica continuada quien me brindo herramientas importantes en el desempeño en ésta técnica, hasta hace tres años desconocida para mi.
La convicción que tiene Raquel sobre mi persona, por demás inmerecida, creo que se deba a su profundo afecto o tal vez sea generada por …..»vapores de la fantasía o ficciones que a veces dan a lo inaccesible alguna proximidad de cercanía» (Con el permiso de nuestro admirado poeta venezolano Andrés
Eloy Blanco, cambié su última palabra por cercanía, en la hermosa estrofa de «La Renuncia»). Gracias Raquel porque tienes un corazón henchido de amor y generosamente lo diseminas sobre todos tus afectos.
En fin, ….!éxito a todos! …..y feliz de colaborar en tres importantes Blogs. Si me quedara tiempo lo haría igualmente en el de Félix Tapia y en el de nuestro maestro Francisco Kerdel-Vegas (Bitácora Médica).
Un saludo cordial
Dr. Guillermo Planas Girón
Caracas-Venezuela