Linfoma cutáneos Vs. Linfomas abortivos o linfomas que involucionan espontáneamente


Francis Bacon, self-portrait

La proliferación maligna de las células del sistema linfoide constituyen los linfomas, patología abordada y estudiada por muchas especialidades médicas, siendo la dermatología una de ellas. En los últimos años se ha observado un incremento significativo de la incidencia de los linfomas, probablemente por su mejor conocimiento, nuevas formas  clínica, la accesibilidad a técnicas inmunohistoquímicas, inmunogenética  y de biología molecular, que facilitan de manera más rápido su identificación y clasificación.

Los tejidos linfoides son divididos en: 1) primarios o centrales que incluyen; 1-1) médula ósea y 1-2) timo, donde los linfocitos se originan y se diferencian a partir de células primitivas;  y 2) secundarios (periféricos) (linfonódulos o ganglios linfáticos y bazo) donde los linfocitos participan de la respuesta inmune.

El amplio territorio  del  sistema linfoide, que a través de su extensión en el organismo, explicaría, en parte, el múltiple potencial de agresión orgánica  de los linfomas, inclusive la posibilidad de localización primaria cutánea y  metastisante de éstos tumores.

Existen varios mecanismos patogénicos para el desarrollo de linfomas cutáneos que incluyen translocaciones cromosomicas, alteraciones de los genes de supresión tumoral (bcl2), alteraciones inmunológicas y factores externos como infecciones víricas y bacterianas. La piel contiene unas características idóneas para el desarrollo de linfomas y al igual que el ganglio linfático tiene varios compartimentos  en los cuales se distribuyen los linfocitos T y B. Por lo general los linfocitos T se distribuyen preferentemente en la epidermis, dermis papilar, plexo vascular superficial, perianexialmente y en la porción profunda del tejido graso subcutáneo (en el ganglio se distribuyen en la región paracortical y médula). Los linfocitos B se encuentran en la dermis media y profunda, plexo vascular profundo y tejido graso (en el ganglio se distribuyen en el cortex y médula), esta compartimentación está acompañada de un patrón de secreción de citocinas característica. Esta distribución de las subpoblaciones linfocitarias confiere un patrón histológico para las diferentes formas de linfomas cutáneos primarios; así los linfomas cutáneos  tipo micosis fungoide presentan un patrón histológico epidermotropo mientras que los linfomas B y T no micosis fungoide presentan un patrón difuso sin epidermotropismo o perivascular.

La realización del diagnóstico de linfoma cutáneo exige un abanico amplio de estudios clínicos y patológicos para clasificar de forma correcta a los enfermos. Estos estudios incluyen exámenes clínicos, radiológicos, histológicos y estudios moleculares. Los pacientes con sospecha de  linfoma cutáneo primario deben someterse a un examen clínico completo incluyendo estudios radiológicos toráco-abdominales (Rx torax, TAC toraco-abdominal) y examen de médula ósea. Los estudios histológicos incluyen hematoxilina eosina, PAS y Giemsa, inmunohistoquimicos con anticuerpos contra antígenos característicos de las diferentes subpoblaciones celulares de linfocitos, macrófagos, células interdigitantes y dendríticas. Los análisis de reordenamiento genético mediante técnicas de  Southern blot y de PCR (PCR/DGGE) de los genes del receptor de células T (TCR) y de inmunoglobulinas son  técnicas útiles en el estudio de los linfomas cutáneos dado que pueden aportar datos sobre la presencia de  clonas de linfocitos.

Estos pacientes son manejados y controlados en equipo y de forma multidisciplinaria con medicina interna, pediatría, hematología, oncología, gastroenterología, cirugía general, radioterapia, etc.

Los tratamientos más usados incluyen esteroides tópicos, mecloretamina tópica, carmustina, bexaroteno, fototerapia, radioterapi, quimioterapia, modificadores de la respuesta biológica,  como el interferón ? (IFN), retinoides sistémicos, Denileukin Diftitox , Inmunoterpia, fotoinmunoterpia extracorpórea y hasta transplante de médula ósea.


El concepto de “regresión espontánea” o linfomas abortivos es una materia controversial, ampliamente discutido y que no goza de la aceptación unánime en el mundo científico actual. Nos inclinamos por la  teoría infecciosa en este tipo de linfomas. Se conoce perfectamente  que ciertos agentes infecciosos tienen relación con algunos tipos  de linfomas, tal como se ha demostrado en el linfoma de Burkitt, el linfoma de Hodgkin y el  virus de Epstein-Barr o los linfocitomas relacionados con la espiroqueta Borrelia burgdoferi.

Algunas de las pruebas que etiológicamente implican diversos ADN de  virus y bacterias incluyen: la presencia del ADN viral o bacteriano, ARN y proteínas en líneas celulares de linfocitos y derivados de ellos, la aparición de células virales con potencial oncogénico aparentemente diferentes, su capacidad de transformar las líneas celulares in vitro o causar linfomas en  animales de experimentación.

Sabemos hoy día  la existencia de  factores que podrían  haber influido, previamente, en el sistema inmunológico, tales como radiaciones, la presencia de otros virus o agentes cancerígenos previos para el desarrollo de un linfoma cutáneo o sistémico.

La falta de una característica única que defina que una célula transformada por el virus a oncogénica sería de esperar en la hipótesis de varios pasos y se relaciona con las señales que puedan inducir ciertos agentes infecciosos. Estos forman un espectro continuo que van desde la infección productiva de una célula permisiva, a través de la infección de una célula no permisiva, a la incapacidad de un virus o bacteria para infectar a una célula.

Este espectro puede reflejar la ausencia de un número creciente de funciones celulares necesarias para la infección por el virus o bacteria y la producción, con la transformación celular que ocurre y producir el raro fenómeno de una  infección abortiva o incompleta que se pudo haber manifestado clínica, histopatologicamente y en su re-arreglo genético como un linfoma y que de manera “espontánea” regresa. Esto también explicaría el caso de algunos linfomas cutáneos que responden a corticoesteroides sistémico y hasta tópicos solamente, como también a antibióticos.

Finalmente, solo podríamos estar seguro de ésta relación cuando una droga antiviral o un antibiótico erradicara este espectro de los linfomas “abortivos” o de involución espontanea; sin embargo esto es aún una teoría que no ha sido comprobada en la práctica, es necesario más trabajo y observación para que esta hipótesis trascienda en la verdad científica.

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