Sharbat Gula, la niña afgana de ojos verdes fotografiada por Steve Mc Curry en 1985 y vuelta a fotografiar por el mismo fotógrafo en el 2002. La mirada triste y de asombro se torno, 17 años después, en un rostro duro, reflejo del hambre, la pobreza y la desolación.
La civilización occidental luego de la revolución industrial ha entrado en una vorágine de decadencia alimentaria y de estilo de vida que esta generando una sociedad enferma.
¿Podremos hacer una instropección de este estilo de vida y un acto de contrición que pueda llevarnos a nuestros orígenes?
Si, estamos obligados a hacerlo y aún podemos salvarnos. Si investigamos la historia del hombre, desde el comienzo de la era agrícola a la fecha han transcurrido 11.000 años que solo representan 366 generaciones humanas, que comprende solo el 0,5% de la historia del género Homo. Incluso, si solo tomamos el tiempo transcurrido desde la Revolución Industrial y Edad Moderna, que marcan el comienzo del estilo de vida occidental actual, sólo hay 74 generaciones humanas que han realizado cambios radicales en el estilo de vida.
Nos jactamos de que hemos aumentado el promedio de vida, pero ello solo ha sido posible al mejorar el saneamiento, la vacunación, los antibióticos, las políticas de cuarentena, atención médica, estabilidad política y social, y recibir menos traumas físicos.
Ese desajuste que estamos ocasionando a nuestra fisiología ha desencadenado las llamadas enfermedades de la civilización: enfermedad coronaria, obesidad, hipertensión, diabetes, enfermedades autoinmunes, y osteoporosis, que eran raras o prácticamente ausentes en la sociedad del paleolítico de cazadores-recolectores o en sociedades de la actualidad aisladas de la modernidad.
En este editorial proponemos la necesidad que tenemos de tratar de retomar la alimentación y estilo de vida que tenían nuestros ancestros de la sociedad pre-agrícola a fin de poder dar al traste con estas enfermedades crónico-degenerativas.
¿En donde debemos enfocarnos?
Dieta occidental, Algunos de los cambios en la dieta más importantes han sido el uso de cereales como alimento básico, la introducción de la leche no humana, carnes domesticadas, leguminosas y otros cultivos vegetales, y el posterior uso de la sacarosa y las bebidas alcohólicas . Pero el gran salto hacia el vacío alimentario se dio con la revolución Industrial, con el uso generalizado de los aceites vegetales refinados, granos de cereales y azúcares refinados y se terminó de completar en la Edad Moderna con el advenimiento de la «comida chatarra».
Inactividad física, Otro cambio importante ha sido la inactividad física, lo que algunos investigadores han dado en llamar «un antiguo enemigo». Este punto es primordial en el auge del síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares.
Falta de sueño, La falta de sueño (menos de 6 horas diarias) también está asociada con inflamación crónica de bajo grado y aumento del riesgo de la obesidad y diabetes.
Estrés Las presiones sociales y de trabajo, así como la exposición a la luz artificial. El uso de la luz en tiempos biológicos atípicos, un fenómeno muy reciente en la historia evolutiva humana, provoca una interrupción del ritmo circadiano normal, que se cree juega un papel clave en varias de estas enfermedades de la civilización.
Insuficiencia o excesiva exposición al sol: La excesiva exposición al sol ha generado aumento de la incidencia del cáncer de piel y alteraciones inmunológicas importantes, razón por la cual, la exposición al sol debe ajustarse al tipo de piel, clima, estación y región geográfica.
Uso de drogas recreacionales, tabaco, y medio ambiente contaminante, Todos ellos pueden actuar como disruptores inmuno-endocrinos que pueden jugar un papel causal en enfermedades hormono-dependientes como cáncer de mama y próstata, diabetes y obesidad.
A la luz de todo lo expuesto aquí, hacemos causa común con todos aquellos que proponen un cambio de estilo de vida y de alimentación. Una dieta mas sana con aumento en la ingesta de proteínas (en forma de pescado, mariscos, carne de pastoreo, animales de caza, huevos de gallina de granja no industrializados) uso de ácidos grasos monoinsaturados (aceite de oliva virgen, aguacate y frutos secos), y mantener consumo moderado de ácidos grasos saturados. A esa alimentación debemos aunar un cambio en nuestro estilo de vida que nos permita tener una mejor calidad de vida (mayor numero de años con buena salud), regularizando el ejercicio físico, control del estrés, exposición al sol de acuerdo con latitud y color de la piel, tiempo de sueño adecuado, evitar el humo del tabaco, y una menor exposición a los contaminantes, es una decisión inaplazable en defensa de nuestros descendientes y de nosotros mismos.
Este editorial se inspiro en un articulo publicado por “Carrera-Bastos P, Fontes-Villalba M, O’Keefe JH, Lindeberg S, Cordain L. The western diet and lifestyle and diseases of civilization. Research Reports in Clinical Cardiology 2011:2 15–35” y que nos envío gentilmente el Dr. Adilson Costa de Brasil. Clic aquí para leer articulo