Un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard, liderado por Thomas S. Kupper demostró que ratones infectados en la piel con el virus Vaccinia (VACV) generan unas células denominadas linfocitos T memoria tejido-residentes o TRM, los cuales son longevos, se distribuyen por toda la piel y lo más importante de todo son capaces de mantener la memoria inmunológica, es decir permiten al organismos desarrollar una respuesta inmunitaria vigorosa frente a una segunda agresión.
Los investigadores demostraron que estas TRM son células muy potentes que generan protección contra una segunda infección por el virus Vaccinia (VACV). Los resultados mostraron que el sistema inmunitario responde mejor a vacunas aplicadas a las capas superiores de la piel que aquellas aplicadas por debajo de la piel o en el músculo.
Las vacunas convencionales están orientadas a generar una respuesta de linfocitos B con su consecuente producción de anticuerpos capaces de eliminar una enfermedad. El presente estudio le adjudica una función más eficiente a un grupo de linfocitos T que residen en la piel, pulmones, intestino y otros tejidos epiteliales.
El estudio coloca en el tapete. el trabajo original del médico inglés Edward Jenner quien en 1796 fue el primero en «vacunar» al inocular linfa procedente de vacas infectadas por la “vacuna” o cow pox, en personas sanas con la finalidad de evitar que contrajesen la enfermedad.
El estudio rompe el paradigma que establecía que la memoria inmunológica se despertaba en la sangre o los ganglio linfáticos, y adjudica un rol importante a la memoria inmunológica en los tejidos periféricos, como la piel. Nuevamente una investigación que involucra la piel abre nuevas posibilidades para desarrollar vacunas más eficientes y de aplicación tópica.
Bueno Bueno.
Si la piel recubre todo el cuerpo humano, habría que pensar entonces en la gran capacidad que tendría para la generación de una respuesta más eficaz y aún más rápida este tipo de linfocitos en la elaboración de vacunas que se administraran por vía cutánea, además de que abre el compás para nuevos trabajos de investigación en la determinación de cuales otras funciones pueden tener estos TRM en las infecciones no sólo de piel, sino que puedan encontrarse en otros tejidos. La inmunología seguirá dándonos sorpresas, pues apenas nos estamos asomando a una interpretación más cercana en las interrelaciones del cuerpo humano, con su microbioma y el entorno en un conjunto que al final nos permite estar sanos o lamentablemente enfermarnos cuando se pierde el equilibrio.