Los repositorios institucionales son estructuras digitales para recoger, preservar y difundir la producción (memoria histórica) de una institución, grupo o disciplina. En ellos se almacena toda la información, desde la más pueril hasta la más académica o científica. Lo bueno, lo malo y lo feo de una institución pueden estar alojados en los repositorios.
La palabra «repositorio» deriva del latín «repositorium» y significa armario, vitrina o alacena. La información almacenada en un repositorio pueden distribuirse a través de una red informática, como Internet, o de un medio físico, como un disco compacto. Pueden ser de acceso público o estar protegida y necesitar de una autentificación previa. Los repositorios más conocidos son los de carácter académico e institucional.
Los repositorios están estructurados sobre el acceso abierto, cuyo objetivo es que cualquier persona en el mundo, con una conexión a Internet, pueda acceder libremente sin ninguna restricción de tipo económico, técnico o legal a la información científica, académica y cultural. Otra característica de los repositorios es que utilizan software o protocolos libres, lo cual facilita el intercambio de contenidos y de las modificaciones a los programas. La información de distintos repositorios puede ser obtenida mediante programas recolectores, también llamados cosechadores, que recuperan, capturan o recolectan los metadatos de archivos disponibles en un protocolo similar.
El acceso abierto está sustentado sobre tres declaraciones internacionales, conocidas como la definición BBB: Budapest (BOAI, 2002), Berlín (2003) y Bethesda (2003). La primera Budapest define lo que es el acceso abierto; la segunda Berlín define las condiciones, enfatizando el intercambio de textos completos; y la tercera Bethesda enfatiza las características de inmediatez para el intercambio de la información.
Los repositorios aumentan a visibilidad institucional, muy importante en estos tiempos de rankings y certificaciones -puestas de moda por los chinos- para certificar sus universidades y otras instituciones científicas.
¿Valdría la pena tener un repositorio dermatológico iberoamericano? Claro que sí, la comunicación científica sin restricciones mejora el desarrollo científico, la economía y la calidad de vida de los ciudadanos de los países.
Puede ver la clasificación de los repositorios latinoamericanos en el enlace de Webometrics. Colocamos a continuación algunas presentaciones para ampliar la información presentada.
Imagen tomada de lareferencia.redclara.net
EN BROMA QUIERO DECIR,
«LE HAGO UN FEO» A REPOSITORIO,
PORQUE ME SUENA MUY MAL,
RECUERDA SUPOSITORIO…
Me gustó la editorial de esta edición que plantea muy bien Felix J. Tapia; siempre he tenido la inquietud y preocupación de «guardar» todo este material o base de datos en otra forma no digitalizada que pudiera ser papel «papiros» pues esta tecnología aún es muy joven y no sabemos que pudiera pasar.
En una oportunidad reciente se planteo crear una revista de los números más importante de Piel-L Latinoamericana que ya está en su plena adolescencia, pero no se llegó, por ahora, a ningún acuerdo; todo está ahí, el material, el personal especializado, la editorial y la voluntad.
Gracias Felix
Rolando Hernández Pérez
Piel Latinoamericana ya es un repositorio de la dermatología iberolatinoamericana, no tenemos que llevarlo al papel ni a un CD. Esta en internet. Decíamos en la edición de fin de año la 343 que «hay una iniciativa del Congreso Americano, UNESCO y algunas universidades para crear un archivo histórico de publicaciones en la web: http://www.archive.org. Útil para consulta de la evolución de dichas publicaciones, tomándole fotos a su página principal . Desde el 2007, hasta diciembre 2013 a Piel-l le habían tomado 53 fotos al front-page, quiere decir que podemos ver como lucia y que publicaba piel para esa época, es así como la historia digital ya tiene el sello de Piel-l