Los tres monos sabios (en japonés san saru) Representados en una escultura de madera de Hidari Jingor? (1594-1634), situada sobre los establos sagrados del santuario deToshogu .
«…me da mucha pena que un ilustre desconocido, venga a enterarse de mis intimidades privativas; pues mi falta de sabiencia (sic), por no saber leer o por mi falta de ignorancia. Ahora como penitencia, me pongo yo que de plano no enterarme de esta carta hasta que no sepa yo leer personalmente y en persona, para que se me quite esta ignorancia que no más me está perjudicando«.* (1)
Este párrafo “cantinflérico”, proviene de la película “El analfabeto” de Mario Moreno “Cantinflas” y lo hemos querido traer como marco a dos tendencias que se tienen sobre la ignorancia; la primera es la del reconocimiento de la ignorancia y la segunda, es la del ignorante que trata de esconder sus deficiencias para obtener prestigio académico engañando a los inocentes y rodeándose de un halo de sapiencia.
Reconocimiento de la ignorancia
El 24 de agosto del 2015 el periódico New York Times publico un artículo del escritor Jamie Holmesen en relación a su libro «Nonsense» de próxima publicación. (2) En él el autor explica muy bien la importancia de admitir y reconocer la ignorancia que tenemos sobre los más variados temas, asunto éste sobre él que hemos meditado en el pasado y nos induce a escribir estas líneas.
Varios son los estudiosos que se han focalizado en este asunto e incluso le han dado el nombre de agnotología, término difundido por Robert N. Proctor, historiador de ciencias sociales en la Universidad de Stanford.
En realidad, el reconocimiento de la ignorancia no es un tema nuevo y aún los más notables científicos así lo han admitido. Basta recordar aquí lo que pensaba Sir Isaac Newton de sus propias contribuciones a las ciencias, «No sé como yo pueda aparecer ante el mundo, pero para mí mismo me parece haber sido solamente un muchacho jugando en la playa y distrayéndome a veces al encontrar una piedra lisa o una concha más bonita que de ordinario, mientras el océano de la verdad permanecía enfrente de mí sin ser descubierto». (3)
En la década de 1980, una profesora de la Universidad de Arizona, Marlys H. Witte, propuso enseñar un curso titulado «Introducción a la Medicina y otras ignorancias.»; Decía ella: «Los libros de texto pasan de 8 a 10 páginas en el cáncer de páncreas, sin decirle al estudiante que simplemente no sabemos mucho acerca de esta patología.» La Dra Witte quería que sus estudiantes pudieran reconocer los límites del conocimiento y apreciar que las preguntas a menudo merecen tanta atención como las respuestas. La mayoría de los conocimientos no son sólidos e inamovibles, sino que pueden ser susceptibles de ser cuestionados y revisados.
En 2006, un neurocientífico de la Universidad de Columbia, Stuart J. Firestein, comenzó a dictar un curso sobre la ignorancia científica utilizando la analogía de la isla de conocimiento que mientras más crece, más crece su costa, es decir, la línea de encuentro entre el conocimiento y la ignorancia se amplia. Cuanto más sabemos, surgen más preguntas y ellas generan algunas respuestas y más preguntas que van produciendo el conocimiento siempre parcial de la indetenible investigación. Así pues, el crecimiento de la ignorancia se hace exponencial a medida que las investigaciones sobre un determinado tema se profundizan y ramifican.
Es entonces fácil de comprender que si aumentamos el radio del círculo la circunferencia crece y por lo tanto aumenta ese límite entre lo conocido y lo desconocido, es decir la frontera donde radica lo que se investiga, ese es el terreno donde se hacen nuevos acontecimientos y nuevos descubrimientos.
El ignorante, que trata de esconder sus deficiencias
La otra faceta de la ignorancia, es la de algunos ilustres colegas, que esconden su ignorancia de varias formas; o generando lazos de amistad con los estudiantes o siendo severos en sus modales con ellos o llenándose de un lenguaje construido con palabras impresionantes e inusuales, sin verdaderamente trasmitir información, sino impresionar al interlocutor y confundirlo. En general, la intención es enmascarar la propia ignorancia y engañar al oyente o lector fingiendo una gran cultura y una profunda sabiduría.
Algunos académicos que hemos conocido y que todos ustedes también conocen, utilizan el recurso de las palabras rimbombantes, cantinfléricas; usan un lenguaje truculento en cualquier área, para cualquier situación y con un léxico atípico, que puede ser literario, técnico o esotérico pero ambiguo; para ellos lo importante es su propio prestigio, poder e influencia.
El Dr. Francisco Occhiuzzi de la Universidad de Córdoba en Argentina diserta sobre la enfermedad de la Broncemia que sufren algunos académicos, que han leído temas en forma superficial y disertan con mucha verborrea, hipoacusia interlocutoria y postura venerable como si fueran ya una estatua de bronce que ellos sueñan que algún día estará inmortalizada en el patio de su hospital o clínica (ver y oir disertación del Dr. Occhiuzzi) https://www.youtube.com/watch?v=gNt5hLLZDmc (3)
Es hora que a nuestros estudiantes le mostremos el buen camino de la ignorancia que motiva la curiosidad para que les abra un conocimiento más profundo y que ella sea la motivación central de toda investigación, esa curiosidad humana, tan típica de nuestra especie, ha sido y será el motor de nuestros avances científicos y tecnológicos.
Desde la apología de Sócrates realizado por Platon ( 427–347 a. C) , el “Solo sé que no sé nada”, es la base de este artículo y la razón de los que hacemos ciencia.
Referencias recomendadas
1.- https://www.youtube.com/watch?v=CkT6jsoAexk
3.- https://es.wikiquote.org/wiki/Isaac_Newton
Excelente artículo. Los felicito.
El reconocimiento de la ignorancia parece ser un pecado hoy en día, cuando todo el mundo quiere demostrar lo mucho que sabe. No es sino ir a un congreso para encontrarnos hablando con una propiedad sobre fisiopatología de ciertas enfermedades de la piel que solo son hipótesis, pero que las mostramos como si fueran la última verdad, cuando creo que en más del 80% de las enfermedades de la piel, no se conocen exactamente los mecanismos fisiopatogénicos.
Tenemos colegas que citan referencias que ni siquiera existen, solo por la enfermedad de la “broncemia”. Y lo que es peor, cuando uno de los conferencistas dice no sé a una pregunta, a veces capciosa del auditorio, he oído como otros colegas dicen “bueno, pero para qué lo invitaron si este no sabe nada”.
Hoy tenemos también el fenómeno de los estudiantes que quieren que el profesor sepa más que la internet. Competimos contra el Dr. Google que en una buena parte de las veces sabe lo que dice, pero que también sufre de la falta de reconocimiento de la ignorancia.
Que no nos de vergüenza reconocer que no sabemos, más bien debemos avergonzarnos de decir que sabemos cuando no sabemos de lo que estamos hablando.
No sé como darles las gracias por abrirnos la mente, ojos y oídos con este artículo.
Es un placer poder leer articulos como este, debemos estar alertas, reconocerlos y señalar a los múltiples reyes de la agnotologia. Muchas gracias por este excelente artículo. Los felicito sinceramente.
Texto primoroso que disseca com fina ironia um aspecto da academia que se sobrepõe ao da vaidade (ECLESIASTES ).
» De resto nunca sei nada «.(Fernando Pessoa )
Atenciosamente .
Excelente articulo, que nos lleva a la autocrítica cuando creemos que sabemos un poco. Me recuerda la lectura del Libro Negro de Giovann Papini: LA IGNORATICA, donde un profesor universitario ya proponía la creación de una cátedra para estudiar lo ignorado, llamándola así. Y por supuesto me encanta la versión de la frase socrática: Solo se sabe que no de sabe nada, y aun eso no se sabe de cierto. Que de saberse se sabría algo, presumese.
Texto primoroso onde os autores dissecam com fina ironia um
aspecto da academia que se superpõe ao da vaidade exacerbada ( ECLESIASTES ).
» De resto , nunca sei nada «(FERNANDO PESSOA.OBRA POÉTICA).
Atenciosamente .
Cada vez leo y aprecio orgulloso Piel.L, pues con sus editoriales y articulos, nos reconcilian con los esfuerzos academicos de los que siempre queremos saber un poquito mas y nos percatamos que con el conocimiento afquirido debemos aprender mucho mas!
Muchas gracias!!!
Gracias, hermosa editorial. Me fascinó la teoría de la bronzemia… sin desperdicio. Un abrazo!
Me uno a las merecidas adulaciones.
Hago extrapolación a un asunto muy preocupante en la Medicina Estadounidense, su usurpación por Physician Assistants (PAs) y Nurse Practitioners (NPs). Sobre ello se me ha invitado a discutir en forma de contrapunteo (no musical) en la próxima Reunión de la Academia Americana de Dermatología.
Me parece que tal invasión a la práctica de la Medicina es improbable en la esfera Latino-Americana (La Dra. Florez White – testigo de lo que por acá ocurre – podría validar o invalidar mi punto de vista) (haciéndome la vista gorda del asunto de los médicos Cubanos en Venezuela)
En todo caso, les alerto de que esto, en mi opinión, no es bueno para nuestra profesión y ni mucho menos para nuestros pacientes. Los usurpadores, sin ir a Escuelas de Medicina (Universitarias), pretenden saber, sin saber lo que no saben.
Estupenda Editorial.
Me obligó a ir a buscar estas citas:
«Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas».
Albert Einstein
«Cada día sabemos más y entendemos menos».
Albert Einstein
«La memoria es la inteligencia de los tontos».
Albert Einstein
«Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber».
Confucio
«El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca».
Immanuel Kant
Gracias por los comentarios de todos., gracias dra.nurimar, por traer a este foro al mas grande poeta de lengua portuguesa, con uno de sus grandes poemas «Tabacaria» Aqui en portugues y español para que sea leido por todos.
http://www.fpessoa.com.ar/poesias.asp?Poesia=010
Jaime Piquero Martin
Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse. La ignorancia forma parte del conocimiento, pues si no tuviéramos noción no existiera la inopia.
Rolando Hernández Pérez
Nos obliga a reflexionar en la verdad de no saber lo que queremos saber. Pero debe inspirarnos mas en la segunda fase de este artículo excelente-los bronceados- y en que hay un poco de temor en mi que los jóvenes ahora todo lo hacen con una ignorancia verdadera y atribuyen todo a la técnica y no al sistema humano, malo para la medicina.
Para terminar, aprovecho para comentar a un colega que pregunta que si acá en LA podrá pegar lo de los PDA de allá. Yo creo que no. Lo que no entiendo es como ellos allá (USA) llegaron a ese exabrupto, que se les ha ido de las manos. Sin embargo, por ejemplo en Panamá, algunos hospitales, no tienen camas dermatológicas, otro exabrupto, que no se como pasó. Todo malo para la dermatología.
Sin embargo, el arte y ciencia de nuestra profesión verá pasar la ignorancia y la acompañará en su despedida.
Gracias por su artículo.
Gracias por la excelente editorial . Lo transmitiré a mis alumnos , con la finalidad de tener la humildad de admitir nuestra ignorancia en este basto mundo de la medicina , asi como también preguntar a los que mas saben .Ya lo mencionaba Jean Nicolas Corvisart ,el medico de buena fe no teme en confesar su ignorancia .