El médico ante la crisis de la salud en Venezuela

La peste de Atenas (1652), por Michael Sweerts

 

Entre los oficios más apareados con la condición humana, sin lugar a dudas, el del médico ocupa una importancia testimoniada por la misma historia del hombre.

La proyección de este oficio en el futuro pareciera no estar amenazada por circunstancias que no sean,  paradójicamente, el modo como asumimos las especializaciones.

Si bien es cierto, que las especialidades profundizan una parte del saber científico, también es cierto que podrían constreñir la necesaria visión plural que exige el trato al paciente, a la enfermedad y al contexto donde ser humano y patología confluyen.

Por tanto, si el médico tiene una importancia capital dentro del acaecer cotidiano de una sociedad, habría que preguntarse, cuál es la función de este profesional —altamente especializado o no— en una sociedad caracterizada por una crisis larga en el tiempo, profunda por los estragos en la conciencia individual y colectiva y amplia por afectar todas las estructuras de la misma sociedad.

Nuevamente se impone en nuestro entender aquella noción tan particularmente positiva de lo que es el médico, incluso como simple presencia en cualquier escenario humano. De hecho,  la imagen del médico que está registrada en el inconsciente colectivo de la mayoría de las sociedades de todos los tiempos, es la del salvador de vida, el que rescata y restablece la vida humana ante los episodios no deseados propios de la contingencia del vivir.

En otras palabras, la significación espontánea que proyecta el médico será generalmente interpretada en términos positivos, de afirmación de la vida, de contrapeso y extinción del mal que se padece, del valor de la salud o de la salud como valor.

Sin embargo, esa imagen de sanador siempre se ha deslizado —en el otro, es decir en el que no es médico— hacia esferas más abstractas que trascienden el campo de la salud; y, es cuando el médico se hace autoridad para guiar, orientar y aconsejar con tal grado persuasivo que se convierte en una poderosa conciencia del vivir.
Ante ello debemos afirmar que si nuestras investigaciones y exhaustivos estudios van acompañados del fortalecimiento de principios y valores humanos, nuestras capacidades clínicas, estoy seguro, aumentaran no solamente ante el paciente sino también en la fatigante lucha por mejorar la salud pública, particularmente en su dimensión psíquica y hasta moral.

Hoy, cuando en Venezuela vivimos o mejor dicho padecemos una crisis injustificable, gratuita dirían otros, sin que hubiese habido desastres naturales; confrontaciones étnicas ni religiosas; mucho menos episodios bélicos con otros países ni con grupos armados al interior del país; cuando sociopolíticamente no hay razones de enfrentamientos de clases sociales entre facciones dominantes y dominadas, porque la lucha de clases entre oligarcas y pobres se extinguió —así dicen algunas voces autorizadas— con la Federación, nuestro país vive dentro de un conflicto absurdo y enfilado, Dios no lo quiera, hacia una catástrofe de consecuencias impredecibles.

¿Tenemos algo que ver en ese conflicto…? Subrayo, no es mi intención señalar complicidades inocentes, involuntarias o conscientes en el origen y desarrollo de este trauma histórico. Lo que sí es intencional, al menos de mi parte,  es el aclarar y defender nuestra posición frente a  las explicaciones y “razones” que pretenden justificar e invisibilizar este caos:

Somos testigos de primera mano del desastre que está produciendo  la crisis en el pellejo de nuestro pueblo. De la impotencia, desesperación y dolor de muchos colegas cuando muere un paciente por la carencia de un insumo que hasta hace poco tiempo la farmacia más humilde de cualquier pueblo lo vendía. Somos testigos dolidos y anticipados del deterioro psicofísico de las generaciones próximas. Además, del  creciente aumento de la chatarra industrial de nuestros hospitales por la desincorporación de equipos e instrumentos aún con vida útil. Del deterioro de la infraestructura pública de salud, y tan grave como lo anterior, del discurso oficial que manufacturan los políticos y autoridades del régimen para distorsionar y tratar de compensar esta realidad.

Mi posición, además de mi deber como venezolano y médico es la de sumarme a otras voces de colegas que desde posturas públicas gremiales o de manera individual han advertido y señalado los grandes peligros que asedian la salud de toda una nación por la aplicación de políticas que se empeñan en el error.

La magnitud de esta crisis es de tal profundidad y complejidad que en ocasiones he constatado que algunos pacientes no buscan diagnóstico ni tratamiento sino la posibilidad de ser escuchado como para reconstruir o rescatar cierto sentido de la vida del cual se siente despojado. He aquí la demanda, por parte del paciente, de esa ayuda psicológica y espiritual, para la cual debemos estar cada día mejor formados.

Por qué razón insistir en el error para prolongar la crisis: Imposible es que no vengan tropiezos; mas, ¡ay de aquel por quien vienen! Lucas 17:1

Rolando Hernández Pérez

 

 

Acerca de Rolando Hernández Pérez

Maestro de la Dermatología Ibero-Latinoamericana. Ex-Jefe Servicio de Dermatología del Hospital General "Dr. Luis Razetti", Barinas - Venezuela. Profesor de Medicina , Universidad de los Andes. Director Médico del GCCNSP - Barinas - Venezuela. Fundador y Co-editor de Pél-L Latinoameriicana (1998). Ex-Presidente de la Sociedad Venezolana de Dermatología

10 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo!
    Excelente artículo

  2. Bravo Dr Rolando!!!! Excelente editorial. Ojala sea escuchada por los que pueden hacer algo por salvar este hermoso pais, mi pais, Venezuela

  3. Apreciado Rolando,

    Atinado y sesudo tu comentario. Sin embargo no estoy de acuerdo con la caricatura que lo ilustra pues en ella aparece el médico (la persona) como «la rata» responsable de la maldad de sistema. Así lo han querido hacer ver los dos grandes responsables de la crisis de los sistemas sanitarios de todos nuestros países: el estado y los negociantes de la salud. Con todo tipo de argucias y mentiras han trasladado al médico todos los defectos del sistema cuando el doctor es apenas una parte de la ecuación que cada vez tiene menos injerencia en las decisiones. Hoy el médico no es mas que un operador del sistema, es el que entra en contacto directo con el paciente pero con una serie de limitaciones, de restricciones, de amenazas que le imponen normas y protocolos que lejos de obedecer al mejor cuidado del enfermo tratan de hacer mas lucrativo el negocio para los inversionistas y mas amplia la visibilidad de los «esfuerzos» de la burocracia. Lamentablemente esa patraña ha dado resultado muchas veces y los pacientes estrellan su inconformidad con el sistema contra el médico y le endosan todas las deficiencias.

    Los que, como yo, alcanzamos a conocer un modelo de atención de salud distinto en el que el médico atendía a SU paciente, le dedicaba el tiempo suficiente, le ordenaba los exámenes que consideraba necesarios y le recetaba lo que consideraba mas adecuado sin que los intermediarios llegaran con sus consultas de 15 minutos, con sus inacabables papeleos, con sus listas de exámenes no autorizados y de medicinas esenciales, no podemos entender cómo se dio ese cambio y cómo nuestras asociaciones cientìficas y gremiales dejaron que eso pasara y que el médico quedara marginado de las decisiones y de las verdaderas responsabilidades y pasara a ser el «extra» en esta película de horror en la que tiene que correr todos los riesgos (para eso es el extra) mientras que el «chacho» de la película sólo aparece para besar a la chica, recibir la ovación y cobrar el cheque mas gordo.

    Así que a la rata de la caricatura yo le quitaría la bata blanca y el fonendoscopio y le pondría el rostro de la avaricia y de la corrupción de los negociantes y de los políticos, esos sí verdaderas ratas que tomaron por asalto la salud del pueblo.

    Saludos,

    Jaime

  4. El colega Jaime Soto no supo interpretar el texto y la caricatura de Weil. Claro, no tiene conocimiento de lo que pasa en nuestra tierra. La «rata»como el la llama, (es un mono), vestida de médico en la caricatura de Weil, dibuja a un «medico» peculiar que tenemos ahora en nuestra sufrida patria. Son personas que gradúan de «medico»en tres años, en manos de unos supuestos profesores cubanos. Claro, muy mal preparados y a quienes han puesto a trabajar en centros de salud, para hacer «medicina» de atención primaria, Uf!, toda una tragedia, por una grosera demagogia «socialista» recomendada por Fidel Castro a Chávez. La iatrogenia por montón, y por supuesto el duplicar esfuerzos, pues luego los enfermos tienen que ir a los verdaderos médicos , quienes enmiendan la plana.
    Dr. JoséR. Sardi B.
    Dermatólogo.
    Caracas. Venezuela.

  5. Un Breve relato explicativo de lo que ha venido pasando en Venezuela para nuestros amigos extranjeros:

    Uno de los gremios mas afectados o atacados por este \»DESGOBIERNO\» ha sido el el medico.

    En primera instancia por la importación cubana de\» Pseudo- Medicos\» para atender en los dispensarios llamados BARRIO ADENTRO.
    Dichos trabajadores de la salud dejaban mucho que desear en su practica asistencial … Creo que de allí, viene esa caricatura… Asistencia gratuita por personal no capacitado, que ademas le costaba al Gobierno Venezolano miles de dolares, mientras los médicos de nuestras universidades recibían ( y recibimos) salarios y honorarios vergonzosos.

    Luego, como si fuera poco surgen las Escuelas paralelas de estudios médicos.. Llamados Médicos Integrales Comunitarios (MIC) … Una especie de trabajador social, pero con licencia medica, graduados en tiempo record… tratando de sustituir al personal medico calificado.
    Sin una verdadera capacitación.

    Desabastecimiento, desmantelamiento de los centros hospitalarios a lo largo y ancho de todo el país, tanto de insumos, como de medicinas lo que hace muy difícil ejercer la medicina dignamente en este pais…. si no dejamos la practica profesional, es por amor a nuestros pacientes, a nuestra profesión.
    Hacemos malabares para tratar y ayudar al paciente.

    Los honorarios profesionales son verdaderamente RIDICULOS tanto en medio privado como publico.

    Hace una semana, un prestigioso Ginecobstetra fue sacado de su centro de trabajo Hospital Los Magallanes de Catia ( Hospital Publico) como si fuese un delincuente por el SEBIN (Servicio Bolibariano de Inteligencia Nacional) por el simple hecho de recibir ayuda humanitaria que entrego la Sr.a Lilian Tintori de Lopez (esposa de Leopoldo Lopez, preso político) horas mas tarde dejado en libertad plena por la presión ciudadana.

    Asi estamos colegas y amigos extranjeros, esta es la triste realidad que estamos viviendo en Venezuela…

    Y realmente Dr. Soto, las ratas de la caricatura tienen nombre y apellido Gobierno, corrupción, avaricia e indolencia.

  6. *Bolivariano error de transcripcion… disculpas

  7. Guillermo Planas Girón

    Muy reflexivo el editorial que nos envía Rolando sobre la actual situación de la salud en Venezuela, crisis de grandes proporciones que ha devastado tanto al sector público como al privado y por ende, con serias repercusiones sobre la salud de la población. Esta crisis afecta a toda la ciudadanía sin distingo de clases, razas ni credos, al igual que la trágica escasez de alimentos que está incidiendo en el presente y futuro de las actuales generaciones, especialmente en la juventud que apenas inicia sus primeros pasos en la vida.

    El tema que expone el amigo Rolando afecta al importante sector salud con todas sus consecuencias, pero se podría extrapolar a todos los sectores que dinamizan la economía y crean bienestar social y prosperidad económica.

    La administración actual se está debatiendo en una crisis que pudiéramos llamar existencial. Para pagar la inconmensurable deuda externa contraída irresponsablemente que en estos 17 años de desgobierno asciende a más de 250.000 millones de dólares, habiendo percibido Venezuela durante el lapso 1999-2015 la asombrosa cifra de $US 1,4 millones de millones, es decir 1,4 dólares acompañado de 12 ceros, se recurrió para evitar el default o suspensión de pagos de la deuda pendiente con los organismos internacionales y naciones como China, al ahorro compulsivo y al fantasma del hambre a la población traducido en la perversa escasez, hiperinflación y devaluaciones sucesivas.

    El hecho de ser país monoproductor y depender en más del 90% de los ingresos provenientes del precio del petróleo, asociado a la indolencia administrativa asumiendo políticas equivocadas tomadas bajo un criterio ideológico cerril anclado en el siglo XIX, incapaz de prever el tsunami político-económico-social, que nos agobia, es la causa actual de nuestras desventuras. Numerosas advertencias y sugerencias de corregir los entuertos a tiempo, provenientes de gente preparada y con gran experiencia en políticas públicas y en el área económica, fueron desoídas incapaces de penetrar sus barreras ideológicas.

    No sólo evaporaron 6 billones de dólares sino que además destruyeron todo el aparato productivo, se adueñaron de empresas privadas productivas que luego llevaron a la quiebra por su sempiterna ineptitud, hipertrofiaron el tamaño del estado y lo peor, dividieron a sus habitantes impulsando la más grave migración de gente preparada al exterior, lo cual requerirá mucho tiempo y esfuerzo para reconstruir el país y devolver la alegría al pueblo de Venezuela. Siempre he sido de la opinión -respetando la opinión de todos aquellos que piensan que la recuperación será rápida con el cambio de rumbo administrativo y político-, que se necesitaran varias generaciones para restablecer la mística, la moral, la integridad, la dedicación al trabajo productivo de una inmensa parte de la población cuyas mentes han sido intoxicadas por la depredación, el robo, la corrupción, la holgazanería, la incapacidad, la ignorancia, la inversión de valores, el compadrazgo, el nepotismo y el resentimiento social entre otras desventuras. Es una degradación no solo económico-social, sino espiritual que socava el alma del venezolano.

    El socialismo del siglo XXI, hasta el presente se ha engullido 639.538 millones de dólares en 15 años a la razón de 42.635,89 por año para una población de 27.223.000 habitantes. Es posible que las horcas caudinas del FMI nos estén esperando con un préstamo de 45.000 millones de dólares al 30% de interés, para medio palear la economía. El altísimo interés no se debe a que los del FMI sean unos bichos degenerados y agiotistas, sino que el par de “brillantes” administraciones que han desvastado al país, han convertido a Venezuela en un país maula.

    Un saludo cordial,
    Guillermo Planas G,
    Ccs, Venezuela

  8. Rolando Hernandez Pérez

    Muchas gracias a Carolina, Vanessa Piquero, Jaime Soto, José Rafael Sardi, Hilda Ramos y Guillermo Planas por sus valiosos y oportunos comentarios sobre este difícil y patético editorial en donde quise plasmar la realidad de nuestro país.
    Uno de los problemas que nos ha tocado vivir en carne propia, es la escasez de medicamentos e insumos en nuestra práctica diaria; yo como dermatólogo trato con frecuencia infecciones de la piel y uno tiene siempre un primer medicamento ( primera elección ) por ejemplo si tienes una piodermitis (impétigo, ectima, foliculitis, eritrasma, etc.) o una infección por Micobacterias atípica y el cultivo te dice que el antibiótico ideal es A, B o C y elije uno de acuerdo con las características del paciente, edad, condición socio-económica. En Venezuela es probable que la opción A no exista, y en algunas oportunidades, ni la B ni la C, es decir no hay ninguno. Tenemos que hacer una conjunción en los que técnicamente es ideal y la disponibilidad. Una cosa es la indicación clínica y otra es lo que es capaz de conseguir el paciente. Obviamente, esta práctica , cada día más frecuente en nuestro país, lleva implícita un gran riesgo de falla terapéutica, resistencia bacteriana, complicación, efectos secundarios indeseables y más grave aún es, que nuestros estudiantes, residentes y jóvenes médicos “aprenden terapias erradas o falsas” que van en detrimento de la buena práctica terapéutica y clínica del médico venezolano. Es decir estamos formando malos médicos.
    La principal queja de los paciente es: ¿doctor y conseguiré este medicamento? Donde , en qué farmacia y los médicos tenemos que cada tres días contactar a farmacias, Chat de farmacéuticos e intermediarios para orientar al paciente a estos grupos para conseguir el medicamentos .
    En nuestra práctica tenemos que escribir tres o cuatro opciones de medicamentos y finalmente el farmacéutico o en empleado de la farmacia le recomienda el que esté disponible en ese momento
    Cada día vemos con alarmante preocupación el deterioro alarmante de los programas de entrega de medicamentos para los grupos de pacientes con SIDA, psoriasis, artritis reumatoide, pénfigo, lupus, dermatomiositis y cáncer.
    Cuál es la solución?
    Ni siquiera el cambio de sistema, el mal es tan grande y profundo, que las medidas que se implementarían hoy van a solucionar el problema, tendríamos que esperar mucho tiempo, tal vez veinte años o más para enderezar este entuerto.
    Muchas gracias nuevamente

    Rolando Hernández Pérez

  9. Sergio D\'Alonzo

    Exelente editorial, cada vez con la pluma mas fina, lo felicito, espresa el sentir de los venezolanos que estamos en la realidad, muchas gracias por dedicarnos su pasion. La Peste de Atenas esta cerca de nosotros, Dios nos libre!

  10. Es increíble como los malos politicos deterioran la salud de la comunidad ,uno de los pilares de la existencia humana,en nombre de no se que principio (?) politico. Señores resistan,paciencia ,honestidad,concientización de la comunidad mas pobre y menos educada,tarde o temprano eso se acabará.Desde Argentina vamos Venezuela a luchar por la libertad, la independecia y los verdaderos derechos humanos individuales y comunitarios,la salud de nuestros pacientes es fundamental.

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