Cuerpo 104

Por Martha Miniño

El canto le ha segado la vida, yacen fríos, la canción ya no se escucha más, la música ha cesado. El polvo lo inunda todo, solo silencio y dolor se transpira. Entre piedras y rocas, metal, alambres el polvillo negro de la muerte va rociando todo lo que encuentra. Las luces ya apagadas, nadie se encuentra, nadie sabe más de si.

Fue un día fatídico para todos, muchos corrieron, otros llegaron despacio y con calma, todos tenían lo mismo, una cita con la muerte, su destino era morir, pero no lo sabían.

Número 1

Provenía de un pueblo de los alrededores de la ciudad, un día, cansada de todo, de ver a las mismas caras, las mismas calles sucias y sin futuro, tomó una guagua y arrancó a la capital.

Allí si sinuoso cuerpo tomó vida, se cubrió de licras y telas que le insinuaban y mostraban todo lo que una imaginación fuera de si podía creer y empezó su carrera.

Los hombres reconocieron sus jugas carnes y su forma de darles placer, de una sencilla pieza en una sórdida y oscura calleja, entró en un apartamento de calibre. Allí compartía con otra igual que ella, bonita, joven, llena de sueños, pero también de ambiciones.

Esa noche tenían citado verse con un potencial futuro por el cual ambas competían, pensando que era un atractivo hombre con un más atractivo futuro, pero que en realidad sería un paso del cual se iría a arrepentir.

Número 10

Joven, brillante, se las daba de intelectual, tenía entre sus planes aumentar su público y sus likes, ansiaba desde ya la cifra 10 mil, así tendría un paso más en su nueva plataforma. Obsesionado con ese diez que no sabía que le traía el karma, el destino para complacerle, la frente marcó con esa cifra, el influencer esa noche haría un triunfal reportaje, por lo que se vistió con lo mejor que tenía y salió a divertirse para encontrarse con su soñada cifra.

Número 20

Por fin lo había logrado, feliz se vio lo elegante que lucía en el espejo, todo resultó para que esa noche especial se desarrollase, una fiesta especial, en un lugar especial, un joven humilde como él no podía imaginarlo, Llamó a su madre para contarle todo.

Número 24

Tenía todos los años del mundo laborando en el lugar, prácticamente echó los dientes allí, ahora era el camarero principal de los riquillos que asistían el lugar. Conocía sus gustos y como tomaban sus bebidas, donde querían sentarse y la clase de mujeres que les apetecían. Cuando los gustos eran más exigentes y fuertes, discretamente desaparecía del lugar y dejaba que el personaje entrase con su mercancía, él solo llegaría discretamente a recoger los vasos y poner nuevos tragos en la mesa, la esperada papeleta de propina, siempre era bien llegada.

Números 33 y 34

Venían de pueblo, él un comerciante que había laborado toda su vida y tras largos años de duro trabajo había llegado a sus 42 a la ansiada estabilidad económica. Ella, joven, jovial, mulata de grandes ojos y rizado pelo, había caído ante sus encantos, y aunque casi le doblaba la edad, eran una de las parejas más estables y queridas de su entorno. Esa noche se engalanaron para asistir a la gran fiesta, fiesta de almas que se estaban congregando en el lugar. En casa con una nana, dejaron a su pequeño vástago.

Número 40

Cuando le veías te agradaba, sencillo y de buen trato, bien vestido y siempre con la palabra adecuada. Muchos conocían esta fachada y nadie se atrevía a contradecirle. La sustancia poderosa, la que se movía por debajo y hasta encima de la mesa en algunas ocasiones y que no podía faltar en baños y a veces en el VIP, eran su marca. Detrás del rostro amable, un frío asesino que en más de una vez había disparado su arma en el local, hiriendo techos y paredes que los administradores mandaban a sellar.

Números 41, 42, 43, 44, 45, 46

Toda una familia dispuesta a disfrutar esa noche, los hilos de sus destinos ya estaban tranzados y todos fueron halados para asistir a la fiesta, de alguna manera se las averiguaron y haciendo malabares, contando los pocos pesitos, pudieron engalanarse y salir arrastrados por su destino. Padres, hijos salieron raudos y felices entraron al establecimiento a celebrar esa graduación y un empleo que nunca será.

Número 51

Desde su inauguración trabajó allí, se ganaba el día a día, lo suficiente para empezar una familia y darle de comer, las propinas le compensaban las largas horas caminando de aquí para allá, para complacer a los exigentes clientes. Su zona estaba ubicada en el bar, muy cerca de la única puerta del local, desde allí veía la flora y fauna que asistía, los siempre visitantes, los fijos y distinguidos por sus altos consumos y buenas propinas y los que llegaban por primera vez y abrían los ojazos ante el lujo del sitio. Con ella laboraban otras más, pero ella, la chinita, como le llamaban por pequeña y ágil, callada, pero con sentido del humor, era la más solicitada.

Número 61

Es un lugareño cualquiera, muchos le confunden con el artista, otros le saludan amables confundiéndolo, pero no, él no sabe cantar, solo se sienta en su mesa con un trago toda la noche, mientras permite que el hielo se mezcle con el poco ron que le acaricia la garganta, entretanto murmura los temas que se van sucediendo en el escenario, es tanta su admiración por el músico que hasta se viste como él. No tiene a nadie en la vida, por lo que se conforma y disfruta las noches en que extasiado viene a ver al artista a quien tanto se parece.

Las manos que devanan van trenzando, los hechos se hilan, se trenzan y se hilvanan entre si, todo va ajustándose y cayendo en un solo punto, todos deben de llegar a su cita, el engranaje va cayendo poco a poco, todo converge para que cada protagonista asista a su cita, tome su lugar y no se pierda el momento.

Y los ya citados se encuentran sin saberlo con aquellos que aún no deben de cumplir esa cita, pero que se encuentran en el lugar.

Número 72

Le ha prometido a su mujer que sería su última fiesta, que los compromisos de su vida pasada le han atado a último momento, de ella se despide con un beso fugaz, mientras se dirige a lo que si en verdad sería su última fiesta.

Número 76

Ha trabajado demasiado, le agobia el día, muchas obras y todavía por terminar. La joven médico deja todo atrás y acepta el consejo de la amiga, diviértete, la vida es corta, la noche es joven. Sin pensarlo dos veces, el vestido le queda divino, como diosa deslumbradora, entra al local dejando a muchos boquiabiertos, y mientras camina muy oronda, desconoce que este es su último desfile de pasarela.

Números 88, 89, 90, 91, 92

Ha sido una jornada extenuante, pero los logros son muchos, los jóvenes empresarios salen a festejar. La responsabilidad de cuentas y economía recae sobre sus hombros, pero es tiempo que el destino va hilando para salir a disfrutar. Música, baile, atrás contabilidad y logaritmos. Los únicos dígitos son los compases de un baile que aplauden multitudes. Los millones y las fortunas se acumularán con el polvo y los escombros.

Número 99

Ese día se ha decidido celebrar con sus amigas, se reunirán todas en la ansiada fiesta. Tanto tiempo, tanto trabajar, una merecida fiesta para recrearse en la música, los tragos y quien sabe ¿Tal vez un final feliz y sonría. Abraza a su amado Lucky, su perrito peludo Pomerania, que esa noche está muy tranquilo, extraño tal vez para lo contento y bullosito que es. Hoy no la ha recibido con sus correteos, siempre ladra alegremente y callado, esta noche mete la cabecita en su regazo.

Numero 104

El musico se entrega, la música, la voz, crece en el escenario mientras los decibeles estallan contra paredes y oídos Sueña con retirarse, pero la música es su mejor amante, no quiere apartarse de ella, se envuelve en ella y de ella se abraza. Cada canción, cada tema es un enorme beso que le roba el alma y no puede dejar de cantar.

Los hilos se han juntado, los cordones están tejidos, un enorme tapete de vida se proyecta en el aura de los presentes, intacta, etérea, invisible como bandera que replica vida.

Y sin decir, sin palabras, sin emoción y abrupta, se cortan la cinta, los cordones y las madejas se desmoronan, los hilos yacen rotos. Algunos quedan sin desanudar, sueltan libres sin estar rotos, el gran cordón se ha desatado y las almas empiezan a confluir, ha llegado la cita, el pavimento se empieza a teñir de rojo.

Número 20

Oscuridad, terror, polvo, gritos, llanto, no se podía mover, con su única mano libre llamó a su madre y le empezó a explicar. Lluvia de polvo, un enorme peso de concreto en su pecho, llantos, esperanzas perdidas, pobre sobreviviente cuyo hilo desanudado y apenas cortado empieza a tensarse, el monologo con su madre se va cortando.

Número 72

Su última fiesta, piensa y recuerda los húmedos labios que apenas rozó y tocó, con el teléfono va indicando a los socorristas donde se encuentran otros igual que él y sin pensarlo, les dirige entre los escombros. Su hilo se empieza a romper, los hilos de quienes ayuda a salir se mantienen intactos, sus nudos se desatan, poco a poco su corazón deja de latir.

Los hilos y los cordones empiezan lentamente a deshacerse, muchas más almas se juntan en esta inmortal cita. Algunas no saben por qué están aquí y miran incrédulas los cuerpos que han abandonado.

Número 61

Le han encontrado, vestido como el artista, el rostro hinchado, lentamente ha muerto, desangrado frente a los pies de un escenario que ha callado.  El músico que tanto admiraba fue la última imagen que tuvo antes de que la oscuridad le encerrase y le abrazase para no salir más. Le encontraron y sin muchos preámbulos le identificaron, los familiares aceptan la decisión y el cuerpo como tal es etiquetado.

Números 62-103

Hilos que poco a poco fueron cortados, otros estallaron, sin nudos ni ataduras quedaron, lentamente la luz del día les ilumina los cuerpos desgarrados y fríos, la muerte de golpe los ha atrapado.

Número 99

Sola se ha quedado, oye los llantos, los gritos pidiendo ayuda, las manos que se mueven agitando las hieleras de metal, mira adelante y se encuentra con los ojos abiertos de su amiga, retratada la sorpresa, el pelo bañado en polvo. El dolor, el cansancio la debilitan, cierra los ojos para no abrirlos más. En casa, Lucky aúlla de dolor.

 Número 104

 Solo y fuera del escenario le han encontrado, el rostro desgarrado, el pecho aplastado sin poder cantar. Nadie le reconoce, nadie sabe quién es él, sin nombre, identidad perdida, sin familia y sin dolientes, su cuerpo frio y desgarrado descansa en la oscuridad de la morgue. Prontamente a un nicho anónimo descansará, su música no se olvidará, su eterna amante le esperará, el eterno beso le espera frío en un nicho olvidado.

Los hilos que se tenían que romper ya todos fueron cortados, algunos temblorosos de la madeja lentamente se van desprendiendo, los números van lentamente cambiando, y poco a poco, la cita del destino estará cumplida.

La música de golpe ha callado, el canto cesado, la tumba de todos se yergue sola y silenciosa. Alberga cientos de almas que no saben dónde están. Bajo el cemento cientos de cuerpos que nunca contarán.

Solo en el nicho oscuro y anónimo, el músico descansa, su voz se ha apagado, su música ha cesado. Nadie de su cuerpo se ha acordado.

Acerca de Martha Miniño

2 comentarios

  1. DAVID EDOARDO TORRES GUERRERO

    Qué bonito relato. Hay que leerlo con detenimiento pero está muy bien.
    Tiene un matiz a Benedetti y un poco incluso a Borges o Ibargüengoitia en su forma de describir las cosas y la forma en que se dan los sucesos. Debería editarse un tercer volumen de «Dermatología prosa y poesía». Saludos desde México.

    • Muchas gracias!
      Esta obra está basada en la tragedia de la discoteca Jet Set, cuyo techo desplomo y dejó un saldo de 236 muertos.
      Nos vemos en tersciñad, coordino el capítulo de Cultura y Piel.

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