El médico y la compasión

Compasión (1795). William Blake.Tate Gallery. Londres, Inglaterra

La profesión más cercana al Ser humano y a su dimensión biológica y psíquica, no es otra que la del médico.

Por tanto, no existe para el médico otro objeto de atención, estudio e investigación que no sea el proceso vital del hombre, incluyendo la muerte y sus aspectos etiológicos; o en alguna de aquellas circunstancias derivadas de su dinámica psicológica.

Por otra parte, es de suponer que en la relación del paciente con el médico habrá en algún momento un particular vínculo donde el paciente descarga toda su expectativa de vida en el médico. A partir de ese encuentro, el profesional oficiará en la mente del paciente –y en una primera fase– como su confidente para pasar luego a ser percibido como su salvador, porque ante la inminente amenaza de la fatalidad, el paciente iguala el valor de la sanación con la salvación.

En esa relación bidireccional, ninguno de los actores –médico paciente– queda del todo aislado o abstraído del otro. Ambos quedan atados, de alguna manera, de los efectos emocionales que surgen del acto médico que determinó ese particular vínculo.

Bien sabemos, que los efectos de tipo psicológico, ético y racionales, producto del encuentro médico-paciente serán en el médico, evanescentes, aunque no borrados del todo.

Claro está, de ningún modo esa cercanía del profesional con el enfermo –y viceversa– ocurre con la frecuencia esperada. En realidad, serán muchos los factores razonables que impidan esa particular relación médico paciente; no obstante, hay una causa que, mientras permanezca en el profesional de la salud, será suficiente para evitar ese cruce de carácter esencialmente humano; y esa causa no es otra que la carencia de compasión del médico por el paciente.

Este déficit –falta de compasión– al acumularse en su práctica clínica, causará situaciones negativas en su desempeño y a su imagen profesional.

En mis cinco décadas de ejercicio de la medicina, puedo constatar  la facilidad con la que se propaga en una comunidad de cualquier estatus sociocultural, la falta de compasión, solidaridad, conmiseración por parte del médico.

Es de tal inconveniencia la carencia de compasión en el médico, que podría superar el error de un diagnóstico; la prescripción errónea de un medicamento, o el retraso o postergación de un diagnóstico.

¿Será necesario resaltar el valor ético, social, psicológico y espiritual presente en la compasión?

¿Acaso la formación del médico y su práctica profesional no lo ubica como un espectador privilegiado de la condición humana?

¿Acaso no está connotado desde el Decálogo Hipocrático   la necesaria presencia de la compasión en el médico?

Afirmamos que la compasión es un valor; más que un sentimiento de conmiseración. Creemos que posee una significativa función en la sociedad. Asimismo, la compasión constituye un recurso de alto valor en el plano psicológico, con efecto favorable durante y después de la consulta. En nuestra cultura Judeocristiana la compasión, la solidaridad son virtudes establecidas en el cristianismo.

Ya lo hemos dicho, si algún profesional de la medicina se enfrenta a situaciones extremas de vida, es el médico; el que por formación y práctica, ha desarrollado  la sensibilidad necesaria, el entrenamiento y  la capacidad de comprender y entender los rigores de la vida, y con ellos llegar a ser compasivo.

No olvidemos que, a pesar de la influencia mágica en los comienzos de la medicina occidental, hay en el Decálogo Hipocrático un sustrato muy humano, donde la compasión transversaliza  esos mandatos.

Veamos algunas consecuencia de la conducta compasiva en el médico.

Le agrega valor al encuentro médico-paciente, al ayudar a bajar los niveles de estrés psicológico y con ellos lograr en el paciente una percepción menos traumática de su enfermedad.

De igual forma, podemos agregar que aumentará la posibilidad de éxito en el tratamiento.

La compasión debe asumirse como una respuesta del médico a favor del paciente para ayudarlo a aliviar sus sufrimientos; y es mediante su práctica cuando se alcanzan resultados que potenciarán, en la mayoría de los casos, resultados beneficios que se expresan, entre otros, en una mayor confianza del paciente.

Acerca de Rolando Hernández Pérez

Maestro de la Dermatología Ibero-Latinoamericana. Ex-Jefe Servicio de Dermatología del Hospital General "Dr. Luis Razetti", Barinas - Venezuela. Profesor de Medicina , Universidad de los Andes. Director Médico del GCCNSP - Barinas - Venezuela. Fundador y Co-editor de Pél-L Latinoameriicana (1998). Ex-Presidente de la Sociedad Venezolana de Dermatología

7 comentarios

  1. Jorge Padilla Henriquez

    Excelente editorial Rolando, de profundo contenía ético, en especial para esta época, en donde parecen haberse perdido los principios morales de la sociedad y que se extiende a los médicos y nuestro ejercicio.

  2. Gustavo Acevedo Sucre

    Excelentemente redactado y de profundo contenido apreciado y estimado Dr Rolando. Un gran abrazo

  3. ANTONIO Gonzalez Mata

    Dr Rolando hermano; excelente disertación debe ser analizada y leída
    Por todos; gracias

  4. Jaime Piquero Martin

    Dr. Hernandez Buen editorial
    Entre la enfermedad y el enfermo se encuentra el médico, quien también vive el problema.
    Con el tiempo, termina involucrándose personalmente con el paciente.
    La relación médico-paciente se transforma entonces en una suerte de hermandad.
    Se establece un compromiso mucho más profundo que el que surge de la mera transmisión de conocimientos

  5. Dr Rolando . Mil gracias por expresar con palabras tan sabias esta caracteristica de nuestro laborar como Medicos .
    la adherencia de los pacientes a los ttos , el poder curativo de la compasion y la empatia, y el exito profesional asociado a eso es una verdad que todos los que llevamos años trabajando constatamos .
    NO IMPORTA lo elegante del consultorio o las redes sociales muy trabajadas…
    el afecto y la empatia que el paciente se lleva de nuestra atencion es TODO … igual es lo que hace que el trabajo sea satisractorio y gratificante …
    Cordial Saludo

  6. Parto desde aquél entonces en la Consulta Domiciliara del IVSS con el maletín negro en la mano en el ascender del cerro sin escalones hasta llegar al enfermo postrado en una tabla con las quejas del alma, solícito en sus ojos brotados de lágrimas ante su dolor de parto reciente, reflejando COMPASIÓN. ¿Qué indicar ante un sangramiento vaginal post parto sin instrumentos acordes en la mano?
    Vuelco solución con el transporte rápido desde las alturas del cerro al Centro Asistencial en el mismo Jeep dónde fui… quedando la COMPASIÓN en lontananza y queriendo saber ¿Qué pasó?
    En el sueño, sin dudar, estuve presente, consolando al paciente en voz callada.
    Todo lo anterior refleja el propósito, para mi modo de pensar, de lo que refleja el Médico y la Compasión, artículo escrito por el Dr, Rolando Hernández, a quién felicito.

  7. Juan María Arroyo

    Años atrás, estando él subiendo el cerro sin escalinatas con el maletín negro para atender al paciente postrado en el rancho junto al perro en el viejo colchón con el dolor manifiesto brotado en lágrimas, surge la compasion en la frialdad de sus manos al no poder resolver el sangrado post parto con la inmediatez, surgiendo de inmediato el traslado desde las alturas con la ayuda del esfuerzo humano hacia el Jeep e ir al Centro Asistencial en lontananza, esperando la salvación. Se salvará ?
    Despierta en el sueño, creyendo tener la mano de la paciente.
    Preocupado por saber si aún vive, despierta en el sueño, creyendo tener la mano de la paciente entre la suya.
    La compasión del médico es reflejada marginalmente a título de ejemplo del artículo del Dr. Rolando Hernández.

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