En los últimos años se ha
postulado que la flora intestinal anormal (disbiótica) podría ocasionar patologías
fuera del intestino, por ejemplo, en la piel (acné, rosácea, psoriasis, dermatitis
atópica etc.). Con respecto al acné, desde hace un par de años se ha estado
propagando la posibilidad de intentar controlar la microbiota intestinal y de la
cara utilizando productos farmacéuticos que contengan bacterias y que puedan
regular la flora del intestino y de la piel sin necesidad de recurrir a los
antibióticos.
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